–Oh, joder, sólo limpiar esto... –empezó a agobiarse Mario.
–Sin problema, nosotras nos encargamos –declararon Rosa recogiéndose el pelo en una coleta, cubriéndoselo con un pañuelo con estampado floreado y arremangándose–. Vosotres id a la casa y seguid con lo vuestro. Recordad no despertar a Violet –canturrearon.
–¿Y lo mío viene siendo...? –preguntó él.
–De entrada estaría bien saber si les llegaría agua del sistema general –dijo Chispas.
–Ah, para que no se nos manche –exclamaron Rosa en el borde de la abertura del depósito–. Tomad, la paga del día –dijeron tendiéndoles los billetes.
A Mario se le pasaron los males al verse más cerca de su ansiada consola. Rosa se despidieron con un gesto de la mano y saltaron alegremente al interior del depósito. Sonó un salpicón no demasiado fuerte, como de medio metro de agua; la suficiente como para estar infusionada de cadáveres de animalillos del bosque.
Rosa invocaron un cubo (rosa, por supuesto) y se pusieron a achicar el agua con energía. La pareja de primes se alejó y el bosque quedó en quietud, excepto por los cuerpos putrefactos de ratoncillos saliendo despedidos hasta las zarzas.
Más lejos, en un cúmulo de helechos bastante altos, alguien acechaba. Pero no se atrevía a acercarse, tal vez por las andanadas de agua emponzoñada.
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El sol trazó su camino en el cielo y a mediodía Rosa se presentaron en el porche secándose el sudor de la frente con la manga.
–¿Os hace un descanso para comer?
–Mira, qué te parece probar este sitio hoy –propuso Chispas.
–¿Cómo estás tan limpia después de meterte ahí? –se extrañó Mario.
–Magia –contestaron alegremente y él no pudo sino tomárselo como una broma–. ¿Cómo os ha ido por aquí?
Mientras llegaba la comida, le indicaron que tanto la tubería del agua como la del gas venían enterradas más o menos en el mismo trazado que los postes de la luz.
–Vale, luego nos ponemos a cortar más árboles para ampliar el camino –prometieron Rosa sin perder ímpetu.
–Ah, y teniendo en cuenta que no hay de aguas residuales, me da que tiene que haber una fosa séptica –añadió Mario–. Pero a saber dónde y cómo está.
–Y también bajaremos ahí para echarle un ojo a eso –sumaron sin más.
–¿Seguro? –inquirió Chispas.
–Bah, no puede oler peor que donde vivíamos antes.
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Ah, hogar, fétido hogar.
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La Residencia
HumorRollo sitcom de capítulos cortísimos con demonios, vampiras, brujas.. Una colección de personajes basados en un meme de "decidme qué vibes os doy" y que van a compartir casa. Minicapítulo cada día de octubre. Portada por Ana Castillo