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Para el día del regreso a la ciudad ya todos estaban bronceados de la piel, cansados y con ganas de unas vacaciones de las vacaciones.

Recogieron sus maletas ya desganados, ¿Quien quisiera regresar a la tonta ciudad cuando ahí tenían todo?

Alaia entró a la casa para asegurarse de dejar todo incluso mejor del día que llegaron, le gustaba siempre dejar la mejor impresión. Estaba terminando de revisar el cuarto de Adam y Silvio cuando su teléfono sonó.

— Hola ma ¿Pasa algo? Pensé que hablaríamos mañana. — Alaia ya tenía todo planeado, regresaría a sus amigos, y a Lea a sus casas, regresaría el camper y un par de días después, en la mañana tomaría un avión a casa a pasar el resto de las vacaciones haya, entrenando en su antiguo gimnasio para no perder la forma y que su entrenador lo le arrancara la cabeza.

— Mi niña ¿Cómo estás? solo, me gustaría saber si podrías llegar antes.

— ¿Todo está bien en casa?

— Paule está enferma, creemos que está cerca su primer celo y no para de preguntar por tí.

— Iré mañana mismo. — No le daban los tiempos, imposible. — Quiero estar con ella.

— No te presiones, sé que estás lejos, ¿Sigues de vacaciones con tus amigos?

— Estamos por salir, los dejaré en sus casas y correré al aeropuerto, estaré ahí mañana temprano.

Eso significaba por lo menos 6 horas, que regresarlos a sus casas sería tardado y el viaje al aeropuerto no era corto, no tendría tiempo de hacer más maletas o siquiera comer.

— Ay mi niña, te presionas demasiado.

— Nada por mi familia.

A correr, Alaia salió de la habitación después de colgar el teléfono cuando literalmente se estrelló contra Tania y Karla haciendo que las tres cayeran al suelo.

De inmediato Alaia supo que habían escuchado la conversación, tenían una cara de preocupación palpable, es que cuando se trataba de su familia le cambiaba incluso la voz, y claro que al no escuchar el otro lado de la línea pensaron que algo malo estaba pasando.

— Alaia, nosotros podemos regresar con Adam para que no tengas que presionarte.

— No se preocupen, puedo hacerlo. — La alfa ayudó a que las otras dos se levantaran y corrió al camper para tener un verdadero momento de privacidad mientras compraba los boletos de avión.

El chisme de que algo malo había pasado tardó menos de dos minutos en llegar a los oídos de todos, dónde perturbó principalmente en Lea, que gracias a Alaia ya no le tenía miedo así que ahora quería ayudarla de alguna manera también.

Entró al camper a pesar de que todos le dijeron que tal vez sería mejor darle un momento de privacidad, podía ser que la alfa estuviera llorando y no permitiría que su omega la viera de esa manera, o quizá estaría agresiva y solo lograría volver a tenerle miedo a los alfas, pero después de despertar en su pecho con un abrazo protector que no le provocaba nada más que amor supo que Alaia jamás le haría algo así.

— ¡Carajo! — Gruñó la alfa, ya sabía ella, no había vuelos, no hasta la noche y eso la volvía loca, que ya de por sí serían 10 horas de viaje más las dos horas antes en el aeropuerto, no lograría llegar a la hora que le había prometido a su madre.

— Alaia. — Estaba tan ensimismada que no notó que Lea había entrado y ahora le hablaba.

— Tal vez otro aeropuerto. — Murmuró.

Al no tener una respuesta Lea optó por algo un poco más efectivo, abrazar a la alfa con fuerza, así tendría que verla. El toque de sus cuerpos relajó en automático a Alaia, como si sus defensas se desplomaran, entonces se dió cuenta que ya no podía vivir sin ella. Nunca se había sentido de esa manera, nunca, nunca en verdad, relajarse cuando se trataba de sus madres le era imposible y con un simple abrazo olvidó su frustración para sentir una calidez en el corazón tan diferente a cualquier otra sensación que hubiera experimentado, Tan solo sabía que debía tener a Lea a su lado a toda costa.

— ¿Quieres ir a casa de mis madres conmigo?

— ¿Qué?

Después de la tormenta (Omegaverse Gl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora