19

203 48 4
                                    

— Hola ma.

— Alaia, amor, disculpanos por no poder ir a tu partido, Paule está enferma y no quisimos dejarla sola.

— No te preocupes. — Tenía pocas palabras que decir pues en su mente solo se repetía una y otra vez el "te quiero" de Lea.

— Tienes una sonrisa enorme, seguro que ganaste, estoy muy feliz por ti hija.

— En realidad perdimos. — Aclaró. — Ma, conocí a alguien, a mi mate ¿¡Puedes creerlo!? Hoy pasamos tiempo juntas por primera vez, fue a verme a mi partido y luego cenamos juntas, en verdad soy afortunada.

— No creo que mi niña haya crecido tanto ¿Cuando podremos conocerla?, no me imagino lo feliz que estará tu madre al enterarse.

— Yo, la verdad es que no lo sé, está pasando por una situación muy difícil en su vida, intento ayudarla pero algunas veces solo entorpezco la situación, pero te lo juro, en cuanto pueda la llevaré a casa para que la conozcan.

— Tienes un corazón muy noble Alaia, no dejes que eso cambie.

La alfa no solo era una sonrisa andante, podría parecerlo pero distaba bastante, en realidad tenía mucho miedo de decepcionar a sus madres, terror absoluto de no poder cumplir sus expectativas, pero ahora que sabía que habían aceptado a Lea tan rápido sin cuestionarla en nada se sentía más tranquila.

<<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>>

— No creo que quiera ir, ella es muy tranquila y no le gustan los deportes, mucho menos escalar.

— Lo sé, lo sé, pero te juro que las vistas son preciosas, no puede perdérselo.

— Alaia, no sé qué haces diciéndome esto a mí, tú eres quien puede convencer a Lea, lo sabes.

— Ya, pero me da miedo de todas maneras, no quiero que me rechace.

Alaia amaba subir montañas, su carrera la había incitado a hacerlo, ahora que tenía los suficiente conocimientos moría por enseñarles a los demás, el viaje lo había planeado unos cuantos meses atrás, al principio estaban invitados sus amigos de basquetbol, uno a uno cancelaron por diferentes planes y eso la frustró, entonces conoció a Lea y hasta ese momento había olvidado por completo, cuando el correo de confirmación de la cabaña llegó supo lo que tenía que hacer.

— ¿Y tú irás?

— Ya te dije que si, Alaia por favor, no entiendo como estás tan emocionada.

— Bueno, ya sabes. — No eran sus mejores amigos, quería decir, se llevaba bien con todos ellos, pero sí invitar a los amigos de Lea le daba la seguridad a la omega de ir serían bienvenidos con una sonrisa.

— Mejor largate y llamale, pregunta de una vez antes de que me vuelvas loco. — Bromeó Silvio.

Ya todos habían confirmado su asistencia, querían sacar un poco más a Lea de su casa y esa era una buena oportunidad, además estaba claro que querían enterarse de que sucedía con esa parejita.

La alfa se encerró en la habitación para hacer la llamada, esperó solo a que el tono sonara dos veces y ya estaba conectada con Lea.

— Lea, no vas a creer lo que tengo.

— ¿Qué? — Ya era costumbre no saludarse, sólo al verse en las videollamadas, con esa felicidad que siempre las caracterizaba era suficiente.

— Renté una cabaña en el bosque, es muy genial. — La alegría de Alaia se podía palpar en el aire. — Tenemos la montaña a un lado y muy cerca un lago precioso.

— Suena genial. — Genial para ese golden retriver de energía infinita, no para ella que de solo escucharlo se cansó.

— Me encantaría si pudieras venir conmigo... con nosotros, todos van a venir, Karla y Tania, Silvio, Adam, Jana.

— ¿Jana?

— Oh, es mi mejor amiga, la conozco de la carrera así que las dos vamos a muestrear bla, bla, bla. — Lea dejó de escuchar, ¿Quien era esa tal Jana? Se sentía muy insegura, no podía salir de casa, por tanto no sabía lo que pasaba con Alaia la mayor parte del tiempo, no sabía si esa alfa tenía a alguien más y eso la volvía loca, jamás se había sentido así y ahora estaba sufriendo, ella no era suficiente, ella ya no servía, no valía nada. — Es genial cuando haces las curvas de población, me encanta.

— Iré.

— ¿¡Hablas en serio!? Lea no tienes idea lo feliz que me hace saberlo.

Alaia brincaba de alegría, literalmente, estaba extasiada de pensar en que pasaría cuatro días en una cabaña alejada del mundo con su omega, claro que habría más gente, que importaba, seguro sería la mejor semana de su vida.

— ¿Cuándo nos vamos?

— El fin de semana salimos, serán 4 días así que regresamos el jueves, a menos de que nos queramos quedar más días claro, eso lo decidirán ustedes, yo me encargo de todo lo demás. — Estaba aprovechándose de las vacaciones de sus amigos, es que en verdad ninguno sabía del paraiso al que irían, serían felices nadando y disfrutando de la cabaña, que estaba muy bien acondicionada por cierto, todo mientras ella y su amiga se encargaban de terminar su proyecto, eso no evitaría que se divirtieran. — Saldríamos de mi casa pero puedo pasar por tí, yo me encargaré de todo, tú solo encárgate de divertirte.

— Está bien, tengo que irme. — No dejó que Alaia se despidiera, se sentía incómoda, se sentía mal.

Después de la tormenta (Omegaverse Gl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora