Después de la tormenta (Omegaverse Gl)

25

Hacía ya muchos años que Lea no subía a un avión, por lo menos desde la última vez que sus padres la llevaron de vacaciones a la playa cuando tenía unos 12 años, por eso Alaia se encargó de todo, incluso de llegar hasta llegar al asiento dónde la alfa le cedió la ventana ya que de esta manera no solo tendría la ventana, obviamente, también estaría alejada de cualquier otra persona que se sentara a su lado.

— Hiciste mucho para que viniera Alaia.

— Hice lo necesario, no te preocupes por eso ahora, mejor disfruta de la vista, relajate, duerme un poco

— No creo que sea justo. — La omega se recargó en el hombro de Alaia para descansar, prefería dormir en ese momento y despertar antes del amanecer así como la alfa se lo había recomendado, quería volver a sentir eso estando con Alaia. — Pero también sé que no me vas a escuchar no importa lo que te diga.

— Claro que te escucho, escucho todo lo que dices, te lo puedo jurar. — Su respiración cuando estaba dormida, su risa, su voz era como una melodía. — Pero creo que te mereces sin duda ese asiento. — Nos quedan mucho viajes juntas, ya cambiaremos de asiento después. Se guardó las últimas palabras para sí misma, en realidad sintió que tendría más momentos para eso.

No tardaron demasiado en estar recostadas una sobre la otra durmiendo las primeras 3 horas de vuelo, juntas, verdaderamente juntas y felices como pocas veces en la vida se logra estar.

Despertaron cuando la beta que estaba a un lado de Alaia se levantó al baño, eso asustó a Lea, por consiguiente alertó a la alfa.

—¿Estás bien?

—Si, solo, no lo sé, creo que es que estoy en un lugar nuevo, me siento más alerta de lo normal.

— No me moveré de aquí entonces para que te tranquilicen.

— Pues si no te mueves terminaré por hacerme del baño encima, así que mejor levantate.

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Alaia se ofreció a tomar la única maleta que llevaba Lea de la cinta mientras la omega llamaba a sus madres para decirles que todo estaba bien. Con sus equipajes en mano salieron del aeropuerto y tomaron un taxi, Alaia había insistido que sus madres podían pasar por ellas pero a Lea le dió una vergüenza como pocas, así que como ya dijimos, el taxi fue la solución más rápida, incluso le daría tiempo para calmarse, a las dos en realidad, que Alaia también estaba nerviosa de llevar a una omega a casa.

— ¿Segura que estás bien? Sé que puede ser pronto pero en verdad quería que conociera a mis madres. — Y la necesitaba ahí con ella.

— Tan pronto que ni siquiera estamos saliendo y ya estoy aquí. — En realidad no fué un ataque, solo un chiste con el que ambas rieron pues sabían que no pasaría mucho tiempo para que formalizaran una relación, lo podían sentir.

— Vamos, nos conocemos hace unos meses, dame eso para no sentirme tan extraña trayendo a una desconocida a casa. — Molestó Alaia, que decirle desconocida a su omega era solo para picarla un poco.

— Pues esta desconocida ha pasado demasiadas noches en llamada contigo.

— Ojalá fueran aún más.

Lea no tardó mucho en quedarse dormida una vez más, estaba cansada de todo el alboroto que Alaia había traído en el día anterior, claro que la alfa lo entendía sin problemas, quería decir, su omega pasaba la mayor parte de su tiempo en cama y ese día había sido una gran travesía en auto de más de 6 horas entre todos los mandados y tonterías de las cosas que tuvieron que hacer. En realidad, ella también tenía sueño, su energía se había esfumado en cuidar a Lea para asegurarse que estuviera cómoda todo el tiempo. No se estaba quejando, al contrario, la ponía de muy buen humor saber que podía cuidar a Lea, claro que también significaba que dormiría una siesta tan pronto como llegaran a su casa.

— Que omega tan bonita. — La voz del taxista alertó a Alaia, no le agradaba a dónde podía dirigirse esa conversación.

— Mi omega. — Era posesivo sin duda, quería cuidarla de un posible idiota.

— Recuerdo cuando yo salía con mi esposa, ella es tan hermosa, chica, disfruta tu juventud, disfrutenla las dos.