Lea sabía que en algún momento tendría que encontrarse con más alfas, a decir verdad todos lo sabían, tan solo no esperaba que fuera justo frente a su cara.
Claro que nada de eso evitó el ataque de pánico que estaba a punto de comérsela viva.
— Respira Lea, respira, ya se fué. — Obviamente Tania no tenía idea de lo que debía hacer, solo quería estar para su amiga, escucharla si era lo necesario, o lo que fuera en realidad.
— Quiero ir a casa. — Ahí estaría segura.
— Iremos en un momento, pero primero necesito que estés un poco más tranquila.
Karla entró corriendo al departamento, acababa de llegar de la tienda, ni siquiera se dio el tiempo de dejar las compras en la mesa, solo lanzó todo y corrió con su amiga.
— ¿Cómo te sientes?
— Solo, llevenme a mi casa, se los pido. El corazón a mil, sin poder respirar y una presión en su estómago dolorosa.
— Lea, sí te llevamos a tu casa en este momento no nos vas a volver a ver ¿Cierto? — Preguntó Karla.
Las tres sabían que la respuesta era sí, Lea no tenía la energía ni las ganas de volver a vivir aquello.
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La omega no tuvo ganas de ir al psicólogo, ni de pararse de la cama una vez más. Tania y Silvio habían hablado personalmente con las madres de Lea para informarles lo que había sucedido, no querían ningún malentendido, pidieron disculpas y se fueron para arreglar los asuntos con Alaia.
— Mi vida, sé que no te sientes bien, pero creo que deberías levantarte de la cama. — Aconsejó su madre alfa. — Hace unos días te veía mejor, ¿No te gustaría volver a estar mejor?
— Eso fué hace unos días, tu lo dijiste.
— Siento si te molesto, solo quiero volver a verte sonreír.
Lea no respondió a nada más, solo esperó hasta que la alfa salió de nuevo de la habitación para meditar que acababa de suceder.
Tomó su teléfono y tecleó una a una las cada letra "Por qué no dejo de tener miedo"
Los resultados estaban todos relacionados a las fobias, aracnofobia, claustrofobia, acrofobia, ella ya sabía que era eso, el miedo a algo, ella lo tenía y estaba segura, lo importante en realidad era ¿Cómo pierdo mis fobias?
Terapia de exposición, fue lo primero que encontró, "confrontar al paciente con su fobia, de manera controlada, repetida y gradual hasta eliminarla". Sin mucho entusiasmo llamó a su psicólogo, si no iba en persona al menos le gustaría poder escuchar la opinión de un experto.
No fue recomendado por el psicólogo, no era bueno para ella y mucho menos en ese momento, ya lo sabía, ella jamás saldría adelante, jamás.
Y luego esa imagen de sus amigos en la universidad, la que tenía en su habitación para recordarle lo mucho que los quería.
— Adam ¿Crees que pueda verte? Por favor no le digas a los demás, no me gustaría que se enteraran aún. — Mandó la nota de voz después de pensárselo más de 10 minutos.
Adam era su amigo, él no le haría nada, no era él, no eran las mismas feromonas, no era la misma voz, NO ERA ÉL.
Pero le temía tanto.
Su amigo contestó de inmediato como era costumbre en él. " Claro, dime cuándo y dónde, ahí estaré" Se paralizó una vez más, sabía que esperar pero no quería enfrentarse a ello. Con todo y sus emociones enredadas contestó, un tanto por inercia un tanto porque estaba harta de que le hubieran robado la vida.
"Hoy, en mi casa, puedes llegar cuando quieras" Carajo, ni siquiera sabía cómo había tenido el valor para escribir aquello.
"Llegaré para cenar"
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Sus madres quedaron de lo más sorprendidas, no esperaban que Lea siquiera se atreviera a llamar a alguien, que ya de por sí era difícil que aceptara ver a Tania o Karla para que ahora su amigo Adam fuera a presentarse para cenar. Decidieron no cuestionar demasiado la decisión de su hija pues lo vieron como una notable mejoría.
La omega no estaba tan segura de sus propias elecciones, se sentía estúpida por pedirle a su amigo que se presentará aún sabiendo que probablemente al entrar en su casa comenzara a llorar del miedo, es que incluso, adelantando a sus futuras reacciones le había especificado a Adam que por más miedo que tuviese ella no se fuera hasta no terminar de cenar.
El alfa, como buen alfa, llegó bien tempranito a la casa de su amiga, ya listo con un pastel en mano porque llegar sin nada le parecía una falta de respeto. Estaba bien arreglado, zapato boleado y una sonrisa, ya se había mentalizado a no abrazar a Lea ni acercarse demasiado pese a que era lo que más quería.
Suprimió todo lo que pudo sus feromonas, no a que fueran inexistentes, pero sí por lo menos para que no la abrumara a los instintos de Lea.
— Buenas noches. — Saludó alegre, con su sonrisa bien marcada mostrando los colmillos sin que siquiera se diera cuenta de aquello.
El padre de Lea tampoco lo noto, es decir, no estaba siendo hostil de ninguna manera por lo que no reaccionó, pero la mamá, es que los instintos de una mamá son cosa de otro mundo, además, al ser una omega había aprendido a encontrar esas pequeñas sutilezas en el mundo para poder convivir con esos animales gigantes llamados alfas.
— Hijo, no sonrías de esa manera frente a Lea, puedes asustarla, recuerda que a lo que más le tiene miedo en este momento es a los alfas y cuando resaltas con esos colmillos no harás más que hacer se salga disparada del miedo.
— Lo siento muchísimo, ni siquiera lo había pensado. — El joven conocía a la familia de su amiga no hacía mucho tiempo, un año y medio como mucho, pero como la omega siempre ofrecía su casa para quedarse a dormir después de las fiestas era común ver a más de uno de sus amigos y amigas ahí por lo que se sentía en cierta confianza.
— No te preocupes, sabemos que no es tu intención, es solo que resulta difícil tratar con esto. — Comentó su padre que ni siquiera se atrevió a mencionar a qué se refería con
"esto"
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Después de la tormenta (Omegaverse Gl)
Romance- ¿Cómo se puede escapar del abismo? ¿Por qué todos dicen que el mundo es bello? - Porque lo es ¿Salimos de esto juntas? Paso a paso lo van a lograr, juntas. La siguiente lectura contiene temas maduros que pueden no ser adecuados para todos por fav...