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— Hola mamá. — La voz de Alaia cambió, se suavizó como al hablar con un niño, algo que un alfa jamás haría frente "a quien intentaba conquistar" eso se dejaba para después, pero Alaia no tenía miedo a mostrar esa parte de ella.

— ¡ALAIA! — Una de las mujeres no pudo con la emoción, corrió a abrazar a su hija. — No las escuché llegar, no puede ser.

Lea prefirió observar a un paso de distancia para darles ese momento en familia que seguro que necesitaban, así pudo notar cómo ambas madres se emocionaba por encontrarse con Alaia, ambas completamente diferentes a la grandota, ambas omegas.

— Niña, disculpanos. — La segunda mujer era más alta y mucho más seria, a Lea le dió bastante risa pues en resumen parecían una pareja de película. — No oímos nada, Paule está entrando en celo y está muy asustada.

— Está bien, está bien, es normal, no tiene por qué preocuparse. — Alaia levantó la cabeza y aspiró con fuerza, seguro que quería memorizar el nuevo aroma de su hermanita, algo muy pero que muy de alfa por cierto, que si no lo había hecho con Lea era solo para no asustarla, aunque claro que lo intentó cuando no estaba viéndola. — En realidad pensé que sería omega.

— Todos lo pensamos.

— ¿Ella... no se hizo el examen cuando era bebé? — La atención de las tres recayó en nuestra omega que lo último que quería era tener las miradas sobre ella. — Perdón si es irrespetuoso o me estoy entrometiendo.

— Decidieron no hacerlo para no sesgar de alguna manera, así sus gustos y valores son por ser una persona y no por su segundo género. — Contestó muy amable la gigantona.

— Tú debes ser Lea, mi Alaia nos contó muchísimo de ti(Y en verdad lo había hecho, sus llamadas ahora eran monotemáticas). — La omega más alta fue quien tomó la palabra ya un poco más entusiasmada, y claro que no admitiría pero estaba en verdad emocionada de que por fin su hija trajera alguien a casa y no todo se tratara de relaciones cortas que no llevaban a nada. — Soy Nadia.

— Somos unas maleducadas en verdad. — Aseguró la otra omega, a esto Alaia soltó una risita y cambió su atención que ahora se centraba en la puerta de la habitación de su hermanita, unos cuantos segundos después Alaia ya estaba dentro de esta. — Yo me llamó Malena.

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— Alaia siempre fué una chica tímida. — Aseguró Malena, la mujer no tardó mucho en abrirse con Lea, era su forma de tranquilizar a la chica. — Por eso todo el mundo creía que era omega.

— Deja de avergonzar a mi niña. — Bromeó Nadia. — No la escuches, Alaia es una gran persona, independientemente de su género.

— Yo... lo sé, Alaia me está ayudando demasiado. — No entendieron el trasfondo de esa frase, al menos no de inmediato ya que, en realidad, más allá de las llamadas con Alaia sabían poco de la omega, y podía parecer mucho, Alaia no se quedaba callada, pero jamás se atrevió a contar sobre el pasado de Lea, así mejor, no quería reabrir heridas que no le correspondían.

— Me alegra que sea así, nosotras estamos seguras de que está contentísima por estar contigo, por conocerte.

— Se nota que son muy unidas con su hija. — Claro que quería saber más sobre el pasado de su alfa, quería decir ¿Cómo no ser curiosa? pero una cosa para ella era ser curiosa y otra una maldita entrometida, por ello prefería que sus madres se abrieran y le contaran un poco más, a ella preguntarlo directamente.

— Esperamos serlo. — Aseguró Malena tomando la mano de su esposa. — Nos esforzamos mucho para crear vínculos de verdad con nuestros hijos y ellos con nosotras, aunque claro, sin obligarlos a nada.

Lea les regaló una sonrisa de lo más sincera a las omegas frente a ella, carajo, que cómoda se sentía estando en esa casa pese al miedo que le causó ir en un principio.

— Parecen unas madres geniales. — Las mujeres se miraron a los ojos con una sonrisa de verdadera satisfacción que combinaba muy bien con la de la chica.

El olor en aquella casa era extraño, no malo, no, no, no, eso no era a lo que se refería Lea, pero en un hogar "convencional" si se trataba de una pareja de alfa/omega, al estar marcados su olor se fusionaba y el de los hijos era similar, en un de alfa/beta o beta/omega predominaba las únicas feromonas presentes y una vez más, las de los hijos combinaban y ni decir beta/beta que ahí no había olores, pero en esta casa con dos omegas, las cuales por razones obvias no podían marcarse y con cada uno de sus hijos producto de diferentes combinaciones de feromonas, el olor no era nada parecido... y combinaba tan bien, un aroma que no estaba formado por sangre, era puro amor.

— Su casa es en verdad hermosa.

Después de la tormenta (Omegaverse Gl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora