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Alaia estaba recostada en su cama, viendo bien quietita al techo, como si al moverse este fuera a caer sobre de ella.

Quería ver a esa omega, lo quería con todo su ser.

Lo había intentado hablar con Silvio pero su compañero se había negado a decir nada sobre la bonita omega de ojos miel, ni siquiera su nombre. "Ella no está para relaciones en este momento, mucho menos para que una alfa como tú la acose con preguntas y citas innecesarias"

Se sentía como una puñalada en el corazón. ¿Cómo era que esa omega ni siquiera la había volteado a ver? A decir verdad tenía unas enormes ganas de llorar, ella siempre había soñado con encontrar a alguien a quien amar, ni siquiera se imaginó que sería una de esas afortunadas que podían encontrar a su mate, eso era más que un privilegio tomando en cuenta que venía de una familia de muchas generaciones de betas.

"Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan allí" Recordó la frase que se quemó en sus sienes, no se permitiría sufrir sin antes por lo menos intentarlo, y si eso significaba tener que pelear así sería, pelearía con todo lo que tenía, pero no se detendría en el hubiera y ella en definitiva sabía que era fuerte.

Saltó de la cama decidida a obtener más información sobre la omega así significase llamarle a las amigas de Silvio, ella encontraría los ojos miel. Antes de llegar al pomo de su puerta escuchó con claridad la puerta del departamento abrirse y esa nariz de perro se llenó de las feromonas de otro alfa.

— ¿Cómo estás? — Bien callada para que no supieran que escuchaba la conversación, pegó al oreja a la puerta. — ¿Cómo salió todo?

— Una verdadera mierda, aunque creo que mejor de lo que esperaba. — Ese era Adam, quería decir, desde las feromonas ya lo sabía, no por nada había puesto tanto empeño en olfatear, pero escuchar su voz era muy útil para confirmarlo.

— No me creo que te haya invitado a cenar.

— Bueno, ni siquiera entiendo muy bien porque lo hizo si sigue tan asustada, yo no quería hacerla sentir tan mal, es mi amiga, la quiero demasiado como para pensar que la asusto de esa manera, con todas esas feromonas, aterrada.

Hablaban de alguien espantadiza, de una omega espantadiza, su omega espantadiza, su omega.

A decir verdad le fue difícil no ponerse celosa, ella que mostraba un verdadero interés en la omega era rechazada, mientras que Adam no solo era bienvenido, es que hasta lo invitaban a cenar. Trató de racionalizar sus propios pensamientos, no tenía sentido estar celosa, esos dos eran amigos de mucho antes, ni siquiera podía compararse, y aún así sus instintos le causaban una incomodidad en el estómago lo que estaba sintiendo era completamente irracional.

— Al menos pudiste entrar, eso lo considero un gran avance.

— Le di una sudadera mía, es solo para que pueda olerla, tal vez si se acostumbra a mis feromonas deje de temerme, quizá sea por eso que me toleró el tiempo suficiente para que pudiera terminar de cenar.

— Lea sólo está muy asustada, debemos darle su tiempo. — Lea, ese era su nombre, uno que degustó como si se tratara de una deliciosa comida.

— ¿Hasta cuando Silvio? Lleva meses aterrada de los alfas, apenas y sale de su casa ¿Hasta cuando esto es normal?

— Hasta el momento que ella lo necesite.

Decidida, Alaia salió de su habitación y se plantó en medio de la sala, tenía muchas preguntas y esta vez no aceptaría un no por respuesta, por mucho que eso fuese contra sus principios.

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La sudadera que Adam le había dado estaba siendo muy útil en realidad, poder oler sus feromonas todo el tiempo le causaba una paz que extrañaba, eso sí, el verle la cara era otra historia completamente diferente.

Asociar el olor tan agradable de su amigo al rostro de un alfa, con esos colmillos destacando en su sonrisa era una verdadera pesadilla.

— ¿Cómo te sientes corazón? — Su madre estaba siendo de lo más cautelosa con sus palabras, si su hija no estaba alterada sería solo un esfuerzo inutil, pero si estaba alterada entonces intentaría tranquilizarla.

— Se quedó la cena completa.

— Lo sé, ¿Estuviste bien con ello? ¿No te incomodó?

— Me incomodó muchísimo, estaba aterrada, pero sé que él jamás me hará nada, estoy segura de ello. — Necesitaba recuperar su vida a como diera lugar, no le permitiría a ese monstruo seguir arrebatando todo ¿O si?. — Aún así no estuvo mal, Adam se comportó como todo un caballero.

— Me encanta oírte decir eso, no tienes una idea de cuanto.

— Solo quiero volver a hacer lo que me gusta sin tener miedo, volver con mis amigos, con todos.

Sobre todo quería dormir, la interacción con el alfa la había dejado agotada, era peor que estar en una clase aburrida, una de esas dónde es imposible controlar los ojos y estos se cierran por voluntad propia.

— Te dejaré descansar, dormir ahora te hará bien, así podrás reflexionar sobre el día.

Después de la tormenta (Omegaverse Gl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora