Be My Mistake

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—No puedo, Max... no puedo lidiar con esto. ¡¿La hija de Schumacher en una relación con su rival de pista?! —grité, sintiendo cómo la presión me aplastaba— ¡La estrella de Ferrari, que se centra más en enredarse con sus rivales que en su carrera!

Las palabras salían de mi boca a gritos, pero apenas podía oírlas. Todo se volvía borroso. Sentí un nudo apretarse en mi pecho, y antes de darme cuenta, mis piernas cedieron. Me dejé caer al suelo, incapaz de contener el torrente de lágrimas que seguía. No podía respirar. El peso de todo lo que estaba pasando me aplastaba, y mi mente no dejaba de repetirme lo peor.

Max no dijo nada. Lo sentí a mi lado, su presencia tranquila, aunque sé que él tampoco sabía qué hacer. Solo se arrodilló junto a mí, su mano descansando en mi espalda, en un gesto de apoyo silencioso, pero no suficiente para calmar la tormenta dentro de mí.

—Todo esto es mi culpa... —murmuré entre sollozos— Si tan solo hubiera sido más cuidadosa... si no hubiera dejado que esto pasara...

Mi voz se quebraba más con cada palabra. El nudo en mi garganta no me dejaba hablar bien. Me odiaba por todo esto. Mi carrera, mi vida, todo se desmoronaba. Y lo peor era la imagen de mi padre, la desaprobación que sentiría.

—No soy más que una decepción —susurré, enterrando el rostro entre mis manos.

Sentía a Max allí, pero no podía verlo. Estaba demasiado perdida en mi propio caos.

—Todo esto es mi culpa... —murmuré entre sollozos—. Si tan solo hubiera sido más cuidadosa... si no hubiera dejado que esto pasara...

Max, arrodillado junto a mí, finalmente intentó hablar, su voz suave y preocupada.

—Geo, esto no es solo tu culpa, podemos...

—¡No! —lo interrumpí, levantando la cabeza con los ojos llenos de lágrimas y frustración— ¡Mejor cállate, Max! —Escuché mi propio tono alzarse de golpe, y sentí la furia burbujear en mi interior— No me digas que "podemos" arreglarlo, porque no hay un "nosotros" que arreglar.

Lo vi quedarse en silencio, sorprendido por mi repentino cambio de humor, sus ojos buscaban los míos, pero yo ya no podía soportar su mirada. Me levanté de golpe, sintiendo una mezcla de rabia e impotencia subir por mi pecho.

—¡Nunca debí meterme en esta relación contigo! —solté, casi sin pensar. Cada palabra se sentía como un disparo—. ¡Esto nunca debió pasar, Max! ¡Todo esto es un error!

Max se quedó inmóvil, su expresión atónita, como si las palabras lo hubieran golpeado de lleno. Sabía que lo estaba lastimando, pero no podía detenerme. La ira me cegaba, y lo único que podía hacer era dejarla salir.

—Mira lo que hemos hecho —continué, mi voz ahora quebrada entre el enojo y las lágrimas.

— ¡Mi carrera está en juego! ¡Mi imagen, mi familia... todo! ¿Cómo se supone que arreglemos esto?

Max dio un paso hacia mí, levantando las manos en un gesto pacificador.

—Georgina, yo solo quiero ayudarte, no tienes que...

—¡No! —grité de nuevo, cortándolo antes de que pudiera terminar. Sentía el calor en mis mejillas y el caos dentro de mí— No quiero escuchar más. No puedes ayudarme, Max. Solo... déjame en paz por un momento, ¿sí?

Me di la vuelta, apretando los puños, tratando de controlar las lágrimas que seguían cayendo. Pero en el fondo sabía que no era verdad. No lo culpaba a él, no de verdad. Solo estaba herida y asustada, y él era el más cercano al que podía dirigir mi frustración.

Podía sentir la confusión y el dolor de Max, pero no sabía cómo detener el huracán que yo misma había desatado.

Max se quedó en silencio, observándome mientras yo intentaba calmarme. Sentía que el peso de todo lo que había guardado dentro estaba por explotar.

I'm Georgina SchumacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora