Naomi Tamura, una chica que trabaja en una cafetería, su vida es algo aburrida hasta que un día un chico llamado Rindou Haitani pasa a comprar un café. Naomi con el tiempo se enamora de Rindou, pero que pasaría si él no siente lo mismo?
---
- Histor...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narra Naomi
A duras penas logré llevar a Rindou hasta mi casa. El camino fue complicado, pero de alguna forma conseguí sostenerlo hasta llegar. Con un último esfuerzo, lo recosté en el sofá de mi sala, jadeando por el cansancio.
— Ay, Rindou, ¿qué te pasó? —murmuré, mirándolo mientras él seguía completamente fuera de sí.
Rindou apenas se movía, su respiración era pesada, y su rostro mostraba claramente los efectos del alcohol. Intenté despertarlo, sacudiéndolo Suavemente por los hombros, pero fue inútil. El alcohol lo tenía completamente inconsciente.
Suspiré, saqué el refresco que había comprado, y lo abrí. Bebí un sorbo, intentando relajarme un poco. Me recosté en una de las sillas del comedor, observándolo.
— Será una noche complicada... —murmuré para mí misma.
Mis ojos se desviaron hacia él, y no pude evitar pensar en lo que había pasado hace unos minutos. "Emi", había mencionado ese nombre, pero decidí no darle importancia. "No es asunto mío",me repetí, aunque una parte de mí no podía dejar de sentir curiosidad.
— Necesitas frazadas, al menos —dije, levantándome para ir a buscar algunas a mi habitación.
Pero justo cuando estaba por dar un paso, sentí su mano sujetar mi muñeca. Me giré sorprendida, y lo vi abrir los ojos levemente, su mirada perdida por el alcohol.
— No te vayas —murmuró con una voz ronca y entrecortada.
— Solo iré por unas frazadas —le respondí, intentando sonar tranquila.
Antes de que pudiera reaccionar, Rindou me jaló hacia él con un movimiento rápido. Perdí el equilibrio y, de repente, me encontré sentada en sus piernas. Mi corazón comenZó a latir acelerado, y el rubor subió rápidamente a mis mejillas.
— ¡Rindou! —exclamé, intentando levantarme de inmediato.
Pero él no me dejó. Sus brazos me rodearon con fuerza, y en ese momento, sentí como su cabeza se apoyaba en mi hombro. Estaba confundida, no entendía por qué hacía eso, pero algo en su voz cuando habló me hizo quedarme quieta.
— No me dejes... —susurró con un tono débil, casi suplicante.
Mi corazón se tensó al escuchar palabras. Parecía vulnerable. Dudé por momento, pero finalmente levanté una mano y le acaricié suavemente la cabeza, tratando de calmarlo.
— Está bien, no te dejaré... —dije en voz baja, aunque mi mente estaba llena de confusión.
Sin embargo, el momento cambió de golpe cuando sentí su mano deslizarse lentamente por mi cintura. Me puse nerviosa de inmediato. Traté de separarme, pero su agarre era fuerte, y su mano seguía bajando.