Narra Naomi
Después de que Rindou se marchara, me quedé en silencio por unos segundos, mirando hacia la puerta por donde había salido. No podía evitar sentir que mi corazón estaba latiendo más rápido de lo normal. Traté de calmarme y continuar con mi trabajo, pero Izumi, que nunca dejaba pasar un detalle, ya estaba mirándome con una sonrisa burlona.
—¿Ese no es el chico que llevaste borracho a su casa? —preguntó, apoyándose en el mostrador con una mirada llena de curiosidad.
Sentí el calor subir a mis mejillas y rápidamente negué con la cabeza.
—No fue así... bueno, sí, pero no como lo estás insinuando —dije, evitando su mirada mientras acomodaba las tazas en el estante.
—Oh, claro que no. Solo llevaste a un chico guapo, inconsciente y vulnerable a su casa. Nada que interpretar —respondió, riendo.
—Izumi, por favor... —susurré, cubriéndome el rostro con las manos.
Pero la verdad era que, desde aquella noche, algo había cambiado. No sabía exactamente qué, pero cada vez que recordaba cómo Rindou había murmurado mi nombre o cómo me había abrazado, sentía una mezcla de emociones difíciles de explicar. Y ahora, con esa propuesta tan inesperada, no sabía qué pensar.
—Así que, ¿saldrás con él? —preguntó Izumi, inclinándose hacia mí con una sonrisa traviesa.
La miré, intentando ocultar mi nerviosismo.
—No es una cita... solo vamos a caminar —respondí, aunque mis palabras sonaron más como una excusa para convencerme a mí misma que a ella.
Izumi soltó una carcajada.
—Claro, claro. Pero no olvides arreglarte. Ya sabes, por si acaso.
Rodé los ojos y traté de ignorarla, pero no pude evitar sonreír un poco. Por dentro, estaba más nerviosa de lo que quería admitir.
Narra Rindou
Me recosté en el sofá de mi departamento, mirando el techo mientras mi mente divagaba. Había pasado todo el día pensando en Naomi, en cómo reaccionaría cuando llegara a recogerla, en si disfrutaría el paseo. Era extraño, pero de alguna manera, ella lograba ocupar mis pensamientos sin siquiera intentarlo.
Sin embargo, justo en ese momento, un recuerdo de Emi apareció en mi mente. Su rostro, su risa, las conversaciones que solíamos tener. Era como si una parte de mí quisiera aferrarse a algo que ya no existía. Cerré los ojos y suspiré profundamente.
—No importa... —murmuré para mí mismo. Por alguna razón, desde hacía un tiempo, Emi ya no tenía el mismo impacto en mis pensamientos. Era como si, poco a poco, su recuerdo se desvaneciera, dejándome más tranquilo.
Miré el reloj. La hora de recoger a Naomi estaba cerca. Me levanté del sofá, tomé las llaves de mi moto y salí de casa.
El viento fresco de la tarde me golpeaba mientras conducía. Había algo liberador en manejar mi moto, algo que me hacía sentir más vivo. Al llegar a la casa de Naomi, estacioné frente a la entrada y esperé unos segundos hasta que la puerta se abrió.
Cuando Naomi salió, pude ver la sorpresa en su rostro.
—¿Desde cuándo tienes una moto? —preguntó, sus ojos reflejando una mezcla de curiosidad y asombro.
Sonreí de lado, disfrutando de su reacción.
—Hay varias cosas que no sabes de mí —respondí con un tono tranquilo, sintiendo cómo una pequeña sonrisa se formaba en sus labios.
Naomi llevaba el cabello recogido en una cola alta, y su ropa casual, aunque sencilla, le sentaba perfectamente. Sin darme cuenta, me encontré admirando su apariencia. Había algo en ella que me hacía difícil apartar la mirada.
Sacudí ligeramente la cabeza, intentando concentrarme.
—Sube, te llevaré a un lugar especial —dije, señalando la moto.
Naomi me miró, algo nerviosa.
—Nunca me he subido a una moto... —admitió, desviando la mirada.
—No pasa nada, conduciré despacio. Confía en mí —le aseguré, con una sonrisa tranquila.
Dudó por unos segundos, pero finalmente se acercó y, con cierta torpeza, se subió detrás de mí. Puso sus manos ligeramente en mi cintura, como si no estuviera segura de dónde sostenerse.
—Sujétate bien —le dije, girando un poco la cabeza para mirarla.
Naomi, sonrojada, asintió y colocó sus manos en mi abdomen. Su toque fue suave, pero logró que mi corazón se acelerara un poco. Me sorprendí al sentir el calor subir a mi rostro.
—¿Estás lista? —pregunté, intentando sonar despreocupado.
—S-Sí... —respondió, su voz casi un susurro.
Arranqué la moto y partimos. A medida que avanzábamos por las calles, sentí cómo Naomi se aferraba un poco más a mí con cada movimiento. Su cercanía era algo nuevo para mí, y aunque al principio me resultaba extraño, pronto se volvió agradable.
Después de un rato, llegamos al lugar que había planeado. Era un pequeño mirador que ofrecía una vista espectacular de la ciudad. Las luces brillaban como estrellas, y el ambiente era tranquilo, casi mágico.
Apagué la moto y me bajé, extendiendo una mano para ayudar a Naomi.
—Ven, quiero mostrarte algo —dije, guiándola hacia el borde del mirador.
Naomi se quedó en silencio, observando la vista con los ojos llenos de asombro.
—Es... hermoso —murmuró, con una sonrisa suave.
—Lo es —respondí, aunque mis ojos no estaban en la ciudad, sino en ella. Había algo en su expresión, en la forma en que la luz de las estrellas iluminaba su rostro, que hacía que el momento fuera aún más especial.
Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba exactamente donde quería estar.
Nota de la autora
¡Hola chicas! Les cuento que ahora que estoy de vacaciones de mis clases, podré actualizar los capítulos más seguido. ¡Así que prepárense para más contenido pronto! Gracias por su apoyo constante.🦥
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EPIFANÍA (Rindou Haitani)
RomansaNaomi Tamura, una chica que trabaja en una cafetería, su vida es algo aburrida hasta que un día un chico llamado Rindou Haitani pasa a comprar un café. Naomi con el tiempo se enamora de Rindou, pero que pasaría si él no siente lo mismo? --- - Histor...