Narra Naomi
Abrí los ojos lentamente, dejando que la luz de la mañana inundara mi habitación. Miré el reloj y noté que ya eran las 7 de la mañana. Salté de la cama de inmediato, sabiendo que si no me apuraba, el tiempo se me escaparía. Me dirigí al baño, lista para comenzar el día con una ducha rápida.
Siempre he sido exigente conmigo misma. Me gusta cuidar cada detalle, desde mi ropa hasta el peinado. No es que me considere superficial, pero siempre me ha parecido importante mantener una buena apariencia. Sentirme bien por fuera me ayuda a sentirme bien por dentro, o eso es lo que me repito.
Después de ducharme, cepillé mis dientes y me puse un maquillaje sencillo pero elegante, justo lo suficiente para resaltar mis rasgos sin llamar demasiado la atención. Me miré en el espejo y, satisfecha con mi apariencia, bajé a la cocina para prepararme el desayuno.
Decidí hacerme unos panqueques, acompañados con un jugo de naranja fresco. Mientras cocinaba, disfruté del silencio de la mañana, un pequeño momento de paz antes de enfrentar la rutina diaria.
Terminé de desayunar y miré el reloj. Aún tenía tiempo antes de empezar mi turno en la cafetería. Trabajaba de 9 a 12, un horario que me venía bien para poder asistir a mis clases por la tarde.
En la cafetería...
Cuando llegué a la cafetería, el ambiente ya me resultaba familiar. El suave aroma del café recién hecho y el murmullo de las conversaciones de fondo siempre me daban una sensación de confort. Me puse mi delantal y me dispuse a empezar el día.
—¡Buenos días, Naomi! —me saludó Izumi con una sonrisa mientras limpiaba algunos vasos.
—¡Buenos días, Izumi! —respondí, devolviéndole la sonrisa.
—Hoy va a ser otro día aburrido, ¿no crees? —comentó con una risita, su tono desenfadado siempre presente.
—Sí, parece que será tranquilo —dije, soltando una pequeña risa.
—Solo espero que el viejo nos pague a tiempo esta semana —bromeó, aludiendo al dueño de la cafetería.
Izumi era dos años mayor que yo y desde mi primer día aquí, había sido amable conmigo. Con el tiempo, nos habíamos convertido en buenas amigas. Su sentido del humor siempre aligeraba la carga de las mañanas largas.
—Hoy tú te encargas de servir el café, y yo me encargo de la caja, ¿te parece? —me propuso.
—Perfecto —respondí con una sonrisa.
Así pasó la mañana. Vinieron los clientes habituales, los que siempre pasan a por su café de rutina. Los saludaba con una sonrisa y les servía lo que pedían. Todo transcurría con normalidad, hasta que dos chicos entraron por la puerta, interrumpiendo el habitual flujo de clientes.
Uno de ellos llevaba trenzas, algo que lo hacía destacar, mientras que el otro llevaba lentes, con una expresión mucho más seria. Me acerqué a tomarles la orden, sin darles demasiada importancia.
—Disculpen, ¿qué desean? —pregunté mientras sacaba mi pequeño cuaderno para anotar.
—Vaya, no sabía que en esta cafetería atendían chicas tan guapas —dijo el chico de las trenzas, esbozando una sonrisa coqueta.
Lo miré, algo confundida por su comentario.
—¿Perdón? —dije, levantando una ceja.
—Tsk, no empieces con tus tonterías, Ran —intervino el chico de los lentes, frunciendo el ceño.
—Ja, eres un amargado, como siempre. En fin, tráenos dos capuchinos, por favor —dijo el tal Ran, ignorando el reproche de su compañero.
—Enseguida los traigo —respondí, girándome rápidamente para hacer el pedido.
Me sentía un poco desconcertada por su actitud, pero no le di demasiada importancia. Preparé los capuchinos y se los llevé a su mesa. Ambos pagaron y se retiraron poco después, aunque la interacción quedó grabada en mi mente.
—Oye, Naomi, ¿conoces a esos chicos que acaban de salir? —me preguntó Izumi, con curiosidad evidente.
—¿Qué? No, es la primera vez que los veo —respondí sin darle más vueltas.
—Tal vez sean nuevos en la ciudad —dijo Izumi, pensativa.
—Puede ser, pero no me interesa mucho —dije mientras empezaba a limpiar las mesas, quitándole importancia al asunto.
—Tienes que admitir que estaban guapos —añadió Izumi, con una sonrisa pícara en el rostro.
—¿Tú crees? Pff… a mí me parecieron normales —contesté con una pequeña risa.
—Bueno, espero que pasen de nuevo por aquí —dijo, poniendo fin a la conversación con una sonrisa traviesa.
Después de nuestra charla, el resto del día transcurrió sin mayores sobresaltos. Terminé mi turno y me dirigí a casa, lista para alistarme para las clases. A pesar de lo tranquilo que fue, no podía dejar de pensar en los chicos que habían pasado por la cafetería. Aunque lo había negado frente a Izumi, en el fondo algo me había llamado la atención.
¿Quiénes eran? ¿Y por qué sus miradas parecían tan cargadas de misterio?
Nota de la autora
¡Hola chicas! Espero que les
haya gustado este capítulo. Quería
Contarles que esta historia ya está
disponible en Inkitt, así que pueden ir a
leerla también allá. Tengo más historias
disponibles en esa plataforma. ¡Nos
vemos en el próximo capítulo!💗
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EPIFANÍA (Rindou Haitani)
Roman d'amourNaomi Tamura, una chica que trabaja en una cafetería, su vida es algo aburrida hasta que un día un chico llamado Rindou Haitani pasa a comprar un café. Naomi con el tiempo se enamora de Rindou, pero que pasaría si él no siente lo mismo? --- - Histor...