El susto que me llevé aceleró mis latidos y mi respiración se contrajo provocándome una horrible sensación de ahogo.
Mis manos sudaron, el vaso de leche se me resbaló y cayó manchando mis pies y los suyos.
Traté de esquivarlo pero fué inútil, logró agarrarme entre sus brazos y me estrelló contra la pared fría y amarilla que estaba en frente. La sensación del golpe más el frío de la pintura seca solo aumentó las sensaciones a un grado mayor y por primera vez me dió miedo... Estaba tan cambiado.
—¿Qué es lo que pretendes? —resopló con ira.
—Suéltame o grito... Bruno suéltame ya... —luché, dí patadas, me sacudí con fuerza, intenté morderlo, pero nada sirvió.
—Ja —se burló sin ceder —. Aquí no hay nadie: Santiago está en su habitación disfrutando del polvito que le vendí, tu madre está entretenida leyendo porquerías y tu padre aún no llega a casa —Fue como si me estuviera leyendo un informe de mi familia.
—Vaya, tienes mucha información de mi familia —gemí en otro intento de patadas —. Veo que te diviertes mucho vigilandome todos los días —volví a luchar con mis brazos que estaban atrasados tras mi espalda.
—Post si, dentro de tu lujosa casa es fácil enterarme de todo lo que haces... Pero por fuera... —hizo un chillido con sus dientes como ratón —Es más complicado, requiere de ayuda... Un cómplice... ¿Entiendes?
Y seguía con la misma estupidez... Quería verme la cara de tonto para distraerme, pero no lo iba a lograr.
—¿Porqué no me dices quién es? —lo desafié sin dejar de luchar —Ya me dijiste que tienes a un supuesto contacto especial vigilandome, si fuiste tan valiente al decirme eso, también debes serlo para darme su nombre y si lo conozco, o la conozco.
Me sentí satisfecho por todo lo que le dije, tenía todo guardado y ya dolía.
—Eh, creo que no —negó olfateando mi cabello —, eso es trabajo tuyo —se rió en mi oído y mis latidos se aceleraron a mil por hora.
Sentir su cuerpo detrás de mí, tocándome, oliendome, apretándome con brusquedad, lastimandome... Un dolor que podía soportar a estas alturas, pero que no podía permitir.
—¿Entonces a qué viniste a mi casa? —exigí una respuesta.
El pasillo se oscureció más de lo que estaba, la tormenta agresiva y los relámpagos me hicieron sentir dentro de una película de suspenso.
Guardó silencio, hasta pensé que me iba a soltar y se iba a ir por donde vino... Pero no fué así... Lo que hizo me llevó al grado mayor de miedo y juro que nunca había sentido tanto miedo... Una sensación horrible en todo mi cuerpo, diferente a la de placer y vergüenza... Un peso sobre mis hombros y en mi cuello y otras energías negativas que me debilitaron al grado de no poder hablar con claridad y coherencia.
Me giró con brusquedad quedando cara a cara y me tomó del cuello con una pizca de rabia, sin lastimarme del todo, pero aún así picaba.
Retorcí mis dientes por la sensación, logró inmovilizarme, no sabía cuál parte usar para defenderme, me tenía bloqueado y sin salida, su fuerza iba aumentando y la picazón fué reemplazada por un ardor caliente que iba desde mi cuello hasta mi nariz, afectando cada músculo, hueso y vena de esas zonas tan frágiles.
Traté de defenderme usando mis piernas, pero éstas no daban suficiente y solo pude rozar las suyas porque la fuerza era muy baja.
—¿Porqué no me respondes? —grité en un chillido y el ardor se intensificó.
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Bajo la lluvia
RomansaLa historia de un amor dulce, inocente y luchador. La lluvia los acompañará en sus veladas y será testigo de que el amor entre dos hombres es posible. Las diferencias de clase, de gustos y de sueños no impedirán que se enamoren hasta los huesos. Su...