Chapter thirteen

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Después de que comieron en silencio, Ryan la ayudó a ponerse de pie y la acompañó hasta su habitación, donde esperaba que pudiera descansar. Sin embargo, tan pronto como cruzó la puerta, ella sintió un nudo en el estómago.

 Los recuerdos de lo que había pasado ahí con aquel hombre la invadieron de golpe: las manos repulsivas sobre su cuerpo, la sensación de vulnerabilidad y la desesperación de no poder escapar. Todo regresó como una ola imparable, y sus lágrimas comenzaron a caer sin control.

Ryan, al darse cuenta de su reacción, dejó de caminar y se giró hacia ella, con el rostro lleno de preocupación.

—Lo siento... no tienes que quedarte aquí si no quieres —murmuró, sintiéndose torpe y conmovido por el dolor que veía en ella.

Ella negó con la cabeza, incapaz de encontrar palabras en ese momento. Solo quería estar lo más lejos posible de esa habitación. Sin decir nada más, Ryan la guió a la habitación de invitados, la acomodó en la cama y le entregó una manta, tratando de brindarle el confort y la seguridad que no había podido darle antes.

—Aquí estarás mejor. No dejaré que nada ni nadie vuelva a hacerte daño —le prometió, sentándose a su lado.

Ella, aún sacudida por el llanto, lo miró con los ojos enrojecidos, notando el arrepentimiento en su mirada. Aunque aún quedaba un largo camino para recuperar la confianza, algo en su voz le dio un poco de tranquilidad.

—Quiero estar sola por ahora, Ryan —dijo finalmente, con un hilo de voz.

Ryan asintió en silencio, comprendiendo que lo mejor era darle el espacio que necesitaba. Se levantó y salió de la habitación, cerrando suavemente la puerta tras él, decidido a protegerla a toda costa y a reconstruir la confianza que había perdido.

La habitación de invitados era más pequeña, y el ambiente era sencillo, sin los recuerdos ni las sombras de lo que había vivido. Apenas se hundió en las sábanas limpias y suaves, el peso de todo lo que había pasado cayó sobre ella de golpe, abrumándola. La sensación de repulsión y dolor era como una herida abierta que no podía cerrar. Apretó la manta contra su pecho, buscando calmar el temblor de sus manos mientras las lágrimas le nublaban la vista.

Se sentía rota en una manera que nunca había imaginado posible. Había sido traicionada, usada, y despojada de la paz que alguna vez tuvo. Cada vez que cerraba los ojos, podía ver al hombre en esa habitación, su sonrisa asquerosa, y el eco de las palabras que la había obligado a escuchar. No podía sacudirse la suciedad, ni quitarse de encima la sensación de ser vulnerable y pequeña.

"¿Por qué, Ryan?" pensó entre sollozos. La traición de él era una espina que se le clavaba más profundo con cada pensamiento. Había sido alguien en quien confiaba, con quien soñaba construir una vida, y sin embargo, su ambición la había lanzado a la peor de las pesadillas.

No supo cuánto tiempo pasó llorando hasta quedarse sin lágrimas, sintiendo que el dolor era casi físico, un peso en su pecho que no le permitía respirar bien. Todo lo que quería era recuperar algo de paz, poder mirarse al espejo sin esa sombra que la asfixiaba. Pero no sabía cómo empezar a sanar. Aún amaba a Ryan de algún modo, y ese amor la confundía y le dolía aún más, porque al mismo tiempo lo odiaba por haber sido la causa de su sufrimiento.

En ese momento, escuchó un leve toque en la puerta. Levantó la vista, secándose las lágrimas rápidamente, y vio a Ryan asomándose con el rostro lleno de preocupación y pesar.

—¿Estás bien? —preguntó, aunque sabía que la respuesta era evidente en sus ojos.

Ella no contestó de inmediato. Lo miró en silencio, con una mezcla de dolor, desilusión y amor confuso que no lograba acomodar en su mente.

—No sé si alguna vez pueda perdonarte del todo, Ryan —dijo finalmente, con la voz rota.

Ryan bajó la mirada, mordiéndose el labio, como si sus palabras fueran dagas que se le clavaban en el corazón.

—Lo sé, y no espero que lo hagas... solo quiero que sepas que voy a estar aquí, aunque sea de lejos, y que haré todo lo que pueda para protegerte y ayudarte a sanar —dijo con voz baja, llena de remordimiento.

Ella asintió, sintiéndose un poco menos sola al escucharlo, aunque el vacío dentro de ella seguía ahí. Cerró los ojos mientras él se alejaba en silencio, quedándose en aquella habitación con el peso de todo lo que habían perdido.

𝙎𝙩𝙖𝙧 𝙩𝙝𝙚 𝙥𝙤𝙧𝙣 (𝓡𝔂𝓪𝓷 𝓖𝓪𝓵𝓵𝓪𝓰𝓱𝓮𝓻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora