Prólogo

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Las cosas en Beacon Hills no están del todo bien. Hace un par de noches el departamento de policía fue notificado con el aviso de que habían encontrado un cuerpo en el bosque. Lo que más intrigo a los policías fue que solo era la mitad. La mitad del departamento de policía fue al bosque a buscar el cuerpo, o por lo menos, una parte de ella. Algunos días después las cosas comenzaron a complicarse más de lo habitual, cada ves había más muerte extrañas en Beacon Hills. Nadie encontraba la solución ni la respuesta a todo lo que estaba ocurriendo. Justo una noche cuando los padres de familia salían de la reunión de maestros y padres de familia donde hablarían acerca del desempeño escolar de los chicos, una criatura apareció en el estacionamiento. El caos se desató y la gente comenzó a correr y a gritar, mientras empezaban a oír disparos. Finalmente todo se calmo descubrieron que un sujeto había asesinado a la criatura. Un león de montaña, después de eso la gente recuperó la tranquilidad y pensaron que las muertes habían terminado pero ese león de montaña solo había sido una falsa alarma porque la verdadera criatura estaba en el bosque esperando a que el pueblo cayera en un silencio total para salir en busca de su siguiente víctima. Nada parecía mejorar, la gente comenzaba a creer que era otro león de montaña pero nadie había visto a un león de montaña en Beacon Hills. Dos adolescentes decidieron culpar al joven Hale de las muertes que estaban ocurriendo en el pueblo, el Sheriff no creía mucho acerca de ello pues las heridas en el cuerpo de la chica y de otros cadáveres eran rasguños y mordidas de un animal. Pero uno de los chicos obtuvo pruebas para culpar al chico Hale de lo que estaba ocurriendo en el pueblo. Poco después decidieron dejarlo libre y se ocultó en las sombras evitando ser descubierto de nuevo. Pues él estaba ahí por otra razón, buscará al responsable de la muerte de su hermana. La única familia que le quedaba y su tío quien estaba en coma desde el incendio de su propiedad. Pero no solo regresaba por su familia. También volvía por el vago recuerdo de una chica. Él tan solo era un adolescente como los demás cuando vio a una pequeña niña de cabellera castaña y pequeños mechones rubios que brillaban con los rayos del sol. Una tarde cuando pasaba un rato en la biblioteca vio a la pequeña niña coloreando un cuaderno. Una mujer del mismo tipo de cabello se acercó a ella y fueron a la pequeña cafetería dentro de la biblioteca, el chico se acercó al escuchar a su madre pronunciar su nombre. Lo presento a la mujer que era madre de la pequeña niña, su madre lo dejo ir y cuando planeaba terminar de acomodar algunos libros sintió un tirón de su playera.

El chico Hale se atrevió a bajar la vista y vio a la pequeña niña sujetando su playera. Ella le sonría con mucha felicidad e inocencia, la madre de la pequeña había comentado que debía salir de viaje a Europa por lo que tendría que dejar a su pequeña sola pero el chico Hale reaccionó ante la situación. Se ofreció para cuidar a la pequeña mientras su madre estuviera fuera. La madre le agradeció y dijo que le pagaría bien cuando volviera.

El chico Hale jamás había sentido tanta felicidad en su interior. Cuidar a esa pequeña niña era lo mejor que podía hacer, él había ofrecido llevarla a casa con su familia para que se sintiera rodeada de gente. Cada mañana cuando despertaban, la pequeña se trepaba a la espalda del chico y él jugaba a que era un avión. Su tío siempre les decía que dejaran de jugar que romperían algo.

Una noche, el chico pudo oír los llantos de la pequeña, debido a su oído sobrenatural. Entro al cuarto de la pequeña y se atrevió a preguntar que ocurría. La pequeña niña dijo que había tenido una pesadilla con pequeños duendes de color negro con trinches, y que tenían una cola y cuernos. El chico se ofreció a dejarla dormir con él. La pequeña no se negó y abrazo el cuello del chico mientras él la levantaba y tomaba camino a su cuarto.

Esas noches cuando ella no podía dormir eran las más cálidas y dulces que él podía tener. Aun podía recordar la noche que hubo luna llena y sus padres lo encerraron en el sótano de la casa encadenándolo a la pared. Debía aprender a controlarse y por más que le enseñaran métodos para aprender, ninguno funcionaba. Esa misma madrugada después de tanto luchar contra las cadenas, se había calmado. Pudo escuchar cuando alguien entraba y se encontró con la pequeña.

El chico le suplicaba que subiera a dormir y que lo dejara ahí. Pero ella se negaba. Le contó que había tenido otra pesadilla. El chico Hale comenzaba a perder el pequeño control que había conseguido, finalmente la pequeña se acercó a él y le dijo que dejara ir el dolor. Que no escondiera lo que le daba miedo mostrar. Que podía confiar en ella. En una pequeña de tan solo cuatro años. Soltó el cuerpo y dejo brillar sus ojos en azul diamante. La pequeña sintió miedo y él podía olerlo pero de repente desapareció. El chico Hale peleaba contra las cadenas tratando de rasguñar a la pequeña niña con sus garras. Pero basto con que la niña se sentara frente a él y lo mirara con curiosidad. El chico recuperó el control en su mente aunque no en el cambio y pudo bajar los estribos.

Algunas semanas después en una noche cuando el chico Hale paseaba por las calles, escucho un disparo y salió corriendo hacia el lugar. Vio a un hombre en el suelo, tenía un hoyo en el costado izquierdo. Se acercó y trato de presionar la herida, pudo ver el arma en el suelo y la tomo sin saber que hacer con ella. Vio a una mujer aparecer y rápidamente encontró su aroma. Era la madre de la pequeña, ella al ver al hombre en el suelo y al chico con el arma en las manos y sangre en ellas, soltó el llanto. El insistía en que no había sido él, que escucho el disparo y trato de ayudar. La mujer no le creyó ni una sola palabra. Pudo oler el odio creciendo en su interior. Entonces se dio cuenta, el hombre en el suelo era el esposo de la mujer. El padre de la pequeña había muerto.

La mujer le ordenó que se alejara de su pequeña y le juro que jamás la volvería a ver que no dejaría que se acercara a él. El chico Hale aprovecho la oportunidad cuando la mujer se volteo a tomar su teléfono y salió huyendo. Se escondió entre los árboles mientras veía la situación transcurrir.

El chico nunca se perdono por eso. Creció con la culpa ajena en sus hombros.

Ahora que es un hombre ha vuelto para limpiar su nombre, resolver la muerte de su hermana y encontrar a la pequeña que había conocido en su adolescencia. Esta vez haría las cosas bien.

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