La Llama de la Pasión

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El ambiente en el apartamento de Dabi estaba cargado de energía. La conversación se desvaneció gradualmente, reemplazada por un silencio electrizante. El mundo exterior parecía haberse desvanecido, dejando solo a Dabi y Hawks en su burbuja de intimidad.

Con un suspiro entrecortado, Dabi se apartó ligeramente, aunque la necesidad de estar cerca de Hawks seguía ardiendo dentro de él.

—No sé lo que estamos haciendo —dijo Dabi, su voz temblorosa mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Había un fuego dentro de él que lo impulsaba, pero la confusión sobre lo que significaba todo lo detenía.

—No tienes que saberlo —respondió Hawks, acercándose de nuevo. Sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y comprensión. —Solo déjate llevar.

Dabi sintió cómo su corazón se aceleraba al escuchar esas palabras. Había estado atrapado en sus propios demonios durante tanto tiempo, pero en ese momento, quería dejarse llevar. Quería entregarse a lo que sentía por Hawks, sin restricciones.

—Está bien —murmuró Dabi, sintiendo que la determinación se apoderaba de él.

Hawks, como si estuviera esperando esa señal, se acercó más, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Dabi, atrayéndolo hacia él. El roce de su cuerpo contra el de Dabi envió un escalofrío de anticipación a lo largo de su columna.

Con una mezcla de nervios y emoción, Dabi se encontró cediendo a la atracción. Se acercó, dejando que sus labios se encontraran una vez más, esta vez con más urgencia. La chispa entre ellos se encendió, transformándose en un fuego incontrolable que exigía ser alimentado.

Hawks respondió al beso con igual intensidad, sus manos explorando la espalda de Dabi, apretando suavemente, como si tuviera miedo de soltarlo. Dabi sintió cómo su piel se erizaba, cada toque avivando la llama de la pasión que había estado esperando a ser desatada.

La atmósfera se tornó más cargada, y Dabi sintió que el aire se volvía denso a su alrededor. Era como si el mundo hubiera desaparecido, dejándolos solos en su pequeño universo. Se sumergió en el momento, olvidando el peligro que los rodeaba.

—Dabi —susurró Hawks entre besos, su voz cargada de deseo. —Tú... eres increíble.

Esa simple afirmación hizo que el corazón de Dabi se acelerara aún más. Nunca había recibido palabras así. La admiración en la voz de Hawks lo llenó de una mezcla de orgullo y vulnerabilidad.

Dabi se detuvo un momento, mirándolo a los ojos.

—No soy un héroe —dijo, su voz firme, aunque temblorosa. —Soy un villano.

—Y eso es lo que me atrae de ti —respondió Hawks, con una sinceridad que cortó la tensión en el aire. —Eres real, Dabi. No intentas ser algo que no eres.

Dabi sintió cómo su guardia caía. En ese instante, la oscuridad que lo había envuelto durante tanto tiempo comenzó a disiparse, dejando espacio para la luz que Hawks traía a su vida. Pero la verdad seguía siendo pesada, y no quería arrastrar a Hawks hacia su tormento.

—No quiero que esto te haga daño —dijo Dabi, sintiendo que su corazón se encogía.

Hawks sonrió, su mirada llena de comprensión.

—No puedo prometer que no habrá dolor, pero quiero estar contigo, Dabi. Quiero descubrir todo lo que esto puede ser.

Dabi se sintió conmovido. Había tanto en juego, pero la conexión que tenían era innegable. Se acercó más a Hawks, sus cuerpos ahora completamente alineados, y la proximidad encendió aún más la pasión que los unía.

Se besaron de nuevo, esta vez con una profundidad que hizo que ambos se estremecieran. La necesidad crecía, y Dabi sintió cómo su mano se movía hacia el cabello dorado de Hawks, atrayéndolo hacia él mientras sus labios se encontraban con una intensidad creciente.

Las manos de Hawks se movieron a lo largo de la espalda de Dabi, explorando con curiosidad y deseo. Cada caricia encendía un fuego que Dabi nunca había sentido antes. Era abrumador, pero a la vez liberador.

Cuando Hawks deslizó sus manos hacia el rostro de Dabi, su toque era suave y seguro. Dabi se sintió vulnerabilidad y fortaleza al mismo tiempo, como si Hawks estuviera desnudando no solo su cuerpo, sino también su alma.

—Dabi, quiero... —Hawks comenzó, pero Dabi lo interrumpió, deseando dejar de lado cualquier duda o miedo.

—Quiero yo también —dijo, su voz apenas un susurro. La necesidad en su interior lo superaba, y no quería contenerse más.

Sin pensarlo, Dabi llevó a Hawks a su habitación. La luz tenue de la lámpara iluminaba suavemente el espacio, creando un ambiente íntimo. El aire se sentía cargado de energía mientras se miraban el uno al otro, los corazones latiendo al unísono.

Dabi se sintió atrapado entre el deseo y el miedo. Pero mientras Hawks lo miraba con esos ojos intensos, sintió que la pasión ganaba. Se acercó, besando a Hawks una vez más, sus labios se movieron con una necesidad casi desesperada.

Ambos se dejaron llevar, y el beso se profundizó, sus cuerpos presionándose más cerca el uno del otro. Dabi sintió cómo su mundo se desvanecía a su alrededor, dejando solo a Hawks y el deseo ardiente que lo consumía.

Con un movimiento, Dabi giró a Hawks, empujándolo suavemente hacia la cama. La sorpresa brilló en los ojos de Hawks, pero no había miedo; solo una mezcla de sorpresa y deseo.

Dabi se acercó, inclinándose sobre él, sus labios encontrando el cuello de Hawks. El roce de su boca contra la piel suave hizo que un escalofrío recorriera la columna de Hawks, y Dabi sintió una ola de poder al escuchar el suave gemido que escapaba de sus labios.

—Esto es... —Hawks empezó a decir, pero Dabi lo interrumpió al seguir besando su cuello, saboreando cada rincón, cada reacción.

El aliento de Hawks se volvió entrecortado, y Dabi sintió cómo la pasión lo envolvía. Era un fuego que consumía todo lo que habían sido y que, por primera vez, les daba la oportunidad de ser quienes realmente deseaban ser.

—Eres increíble —susurró Dabi, levantando la cabeza para mirar a Hawks, que tenía los ojos cerrados, disfrutando de cada toque. La vulnerabilidad en su rostro hizo que Dabi se sintiera más decidido.

Sin pensarlo, Dabi se movió, su mano explorando el torso de Hawks. Cada toque provocaba una reacción en el cuerpo de Hawks, y la confianza que estaba construyendo entre ellos parecía estallar en llamas. La forma en que Hawks respondía a cada caricia lo animaba a continuar, a descubrir más de ese nuevo mundo que estaban creando.

Hawks, con un gesto audaz, tiró de la camiseta de Dabi, haciéndolo caer sobre él. La risa y el deseo se mezclaron en el aire mientras ambos se sentían abrumados por la cercanía.

—Esto es un riesgo —dijo Hawks, su voz llena de diversión, pero también de deseo.

—Lo sé —respondió Dabi, sintiendo que cada palabra se convertía en un pacto.

Ambos se miraron en un silencio cargado de significado. En ese momento, el mundo exterior desapareció por completo. Todo lo que quedaba era el deseo, la necesidad de descubrirse el uno al otro, de dejar atrás las sombras y abrazar la luz que habían encontrado juntos.

Con una risa suave, Dabi volvió a conectar sus labios con los de Hawks, sintiendo cómo el fuego de su pasión se encendía una vez más. Era un viaje que nunca habían imaginado, y en ese instante, se dieron cuenta de que no había vuelta atrás.

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