El Camino de la Vida Juntos

1 0 0
                                    

La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, llenando la habitación con un resplandor suave y cálido. Dabi abrió los ojos lentamente, sintiendo la calidez del cuerpo de Hawks a su lado. No pudo evitar sonreír al recordar la intensidad de la noche anterior. Hawks todavía dormía, su rostro relajado y sereno, como si el peso del mundo desapareciera mientras descansaba.

Dabi acarició suavemente la mejilla de Hawks, sus dedos trazando líneas invisibles sobre su piel. Era extraño para él sentirse así: vulnerable y, al mismo tiempo, pleno. Había encontrado un hogar en Hawks, una paz que nunca había conocido.

Hawks abrió los ojos lentamente, parpadeando un par de veces antes de que sus ojos dorados se fijaran en Dabi. Una sonrisa perezosa apareció en su rostro, y él se inclinó para darle un beso en la mejilla.

—Buenos días, pajarito dormilón —murmuró Dabi con una sonrisa suave.

—Buenos días, flama de mi vida —respondió Hawks, estirándose y riendo suavemente. —¿Dormiste bien?

—Más que bien. Gracias a ti —Dabi se recostó junto a él, disfrutando del momento de calma.

La tranquilidad de la mañana era perfecta, y ambos se quedaron así, compartiendo miradas y sonrisas, hablando en susurros como si el mundo exterior no existiera. Pero, en medio de esa paz, algo en la expresión de Hawks cambió. Su mirada adquirió una seriedad inusual.

—Dabi... hay algo que quiero hablar contigo —dijo Hawks, su voz baja pero llena de emoción.

Dabi sintió una pequeña punzada de preocupación, aunque trató de no demostrarlo. —¿De qué se trata?

Hawks tomó una respiración profunda, como si estuviera reuniendo valor. —Bueno, ya sabes que hemos hablado sobre el futuro y todo lo que queremos hacer juntos, ¿verdad?

Dabi asintió, esperando a que Hawks continuara.

—Quiero decir... he estado pensando mucho en eso últimamente. Y... creo que quiero que tengamos algo más. —Los ojos de Hawks brillaban con una mezcla de nerviosismo y determinación.

—¿Algo más? —preguntó Dabi, sin estar seguro de a qué se refería Hawks.

—Sí. Quiero que tengamos una familia, Dabi. —Hawks le tomó la mano, apretándola suavemente. —No hablo solo de nosotros. Quiero tener hijos contigo. Quiero que construyamos algo juntos, algo que dure para siempre.

Dabi sintió una mezcla de sorpresa y emoción. La idea de tener una familia nunca había sido algo que él hubiera considerado, al menos no seriamente. Pero al mirar a Hawks, sintió que, por primera vez, la idea parecía posible.

—¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? —preguntó Dabi, su voz apenas un susurro.

—Más que nada en el mundo. —Hawks lo miró con una intensidad que hizo que Dabi sintiera una calidez en el pecho. —Sé que nuestras vidas no han sido fáciles, y que vivimos en un mundo complicado. Pero también sé que contigo quiero todo. Y si tú también quieres... me gustaría empezar a planearlo.

Dabi se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras de Hawks se asentaran en su mente. La idea de tener una familia, de construir algo duradero, era algo que nunca había considerado realmente. Pero ahora, con Hawks a su lado, sentía que podía enfrentarse a cualquier cosa.

—Si eso es lo que quieres... entonces, sí. Estoy contigo. —Dabi sonrió, sintiendo que el amor que compartían crecía aún más en ese momento.

Hawks dejó escapar un suspiro de alivio, sonriendo de oreja a oreja. —Entonces, es un sí. Vamos a construir una familia.

Ambos se quedaron en silencio, procesando el compromiso que acababan de hacer. Dabi se dio cuenta de que no solo era una promesa entre ellos, sino una decisión que afectaría toda su vida.

La conversación dejó un sentimiento de anticipación en el aire, y mientras desayunaban juntos, sus mentes se llenaron de ideas y sueños sobre el futuro que querían construir. Ambos sabían que no sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentar cualquier obstáculo, siempre y cuando estuvieran juntos.

Durante los días siguientes, su luna de miel continuó siendo un tiempo de descanso y descubrimiento. Visitaron más playas, exploraron la cultura local y probaron toda la comida típica que pudieron encontrar. Pero en cada momento, ese compromiso tácito de formar una familia se mantenía presente, llenándolos de alegría y nerviosismo.

En una de las noches finales de su viaje, Dabi y Hawks se sentaron en una terraza con vista al océano, observando el sol ponerse en el horizonte. Ambos sabían que su tiempo en la isla estaba llegando a su fin, pero también que era solo el comienzo de algo mucho más grande.

—Voy a extrañar este lugar —murmuró Hawks, tomando un sorbo de su bebida.

—Sí, yo también. —Dabi miró hacia el océano, sintiendo la paz que había encontrado aquí. Pero sabía que su verdadera paz estaba junto a Hawks, sin importar dónde estuvieran.

—Pero no nos hace falta un lugar para ser felices. Solo necesitamos estar juntos —dijo Hawks, tomando la mano de Dabi y entrelazando sus dedos. —Así que, donde sea que vayamos, siempre estaré ahí.

Dabi asintió, sintiendo una calidez en su pecho. —Y yo siempre estaré ahí para ti.

La luna salió sobre el océano, iluminando sus rostros con una luz suave. Dabi miró a Hawks y supo, en ese momento, que estaba listo para lo que fuera.

Llamas de la PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora