Aprendiendo a Ser Padres

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Adaptarse a la vida de padres era todo un desafío, pero para Hawks y Dabi, cada momento con su hijo era una oportunidad de crecimiento y de amor. El pequeño, al que habían llamado Haru, traía una energía y una alegría que llenaban cada rincón de su hogar. Desde sus primeros días en la casa, Haru se había adaptado sorprendentemente bien, y aunque aún era un niño reservado, su curiosidad y su dulzura comenzaban a florecer.

Cada día con él era una lección, un recordatorio de que la vida podía ser mucho más que el pasado oscuro que ambos habían experimentado.

La primera noche sin dormir

Aquella primera semana, sin embargo, fue un verdadero reto. Haru aún no estaba acostumbrado a dormir solo, y varias veces despertaba en mitad de la noche, llorando y pidiendo compañía. A veces era Dabi quien lo acunaba en brazos, susurrándole palabras tranquilizadoras, y en otras ocasiones era Hawks, quien, con su paciencia y ternura, lograba calmarlo.

Sin embargo, ambos estaban exhaustos. No era fácil adaptarse a las demandas de un niño pequeño, especialmente cuando ambos habían vivido tantas noches en soledad. Durante las primeras noches, Hawks intentaba mantenerse positivo, diciéndose a sí mismo que era parte del proceso, pero no podía evitar sentir la presión de hacerlo bien.

—No pensé que sería tan difícil —murmuró Hawks una noche, dejando escapar un suspiro cansado mientras intentaba arrullar a Haru para que volviera a dormirse.

Dabi, quien estaba junto a él en el suelo de la habitación de Haru, asintió. —Tampoco yo, pero... vale la pena. —Haru finalmente se calmó y se quedó dormido en los brazos de Hawks, y ambos suspiraron aliviados.

Al regresar a su habitación, Dabi tomó la mano de Hawks, apretándola con suavidad. —Lo estamos haciendo bien, Keigo. Todo esto es nuevo para él, y para nosotros. Aprenderemos juntos.

Hawks le sonrió, sintiendo el apoyo incondicional de Dabi, y se acurrucó a su lado en la cama. Con él a su lado, sentía que podían enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Los primeros pasos de Haru

A medida que pasaban las semanas, Haru comenzó a abrirse más, y su confianza en ellos creció. Era un niño inquieto y curioso, y pronto comenzó a dar sus primeros pasos en la casa. Hawks y Dabi lo observaban con una mezcla de emoción y orgullo, y cada pequeño avance se convertía en una celebración.

Un día, mientras ambos estaban en la sala, Haru se soltó del sofá donde se había apoyado y, sin ninguna ayuda, dio sus primeros pasos hacia ellos. Dabi y Hawks se quedaron congelados por un momento, incapaces de procesar lo que estaban viendo, pero en cuanto Haru alcanzó a Hawks, ambos lo levantaron en un abrazo, riendo y celebrando su logro.

—¡Lo hiciste, Haru! —exclamó Hawks, lleno de emoción, mientras Haru reía y balbuceaba palabras ininteligibles.

Dabi lo miraba con una sonrisa sincera, una que rara vez mostraba. Aunque siempre había sido reservado, Haru lograba sacar lo mejor de él, y ver a su hijo crecer le recordaba que, a pesar de todo, había logrado construir algo hermoso.

Primeras palabras y primeros "te amo"

Con el paso de los meses, Haru también comenzó a decir sus primeras palabras. Cada vez que intentaba comunicarse, Dabi y Hawks se acercaban a él con emoción, alentándolo a expresarse. Una noche, mientras jugaban en el jardín, Haru miró a Dabi y, con una sonrisa amplia, dijo su primera palabra clara:

—Papá.

Dabi se quedó en silencio, con el corazón latiéndole fuerte. No era el tipo de hombre que solía mostrar sus emociones abiertamente, pero aquella palabra, pronunciada por su hijo, lo conmovió profundamente.

—Dijiste "papá" —murmuró, agachándose para abrazar a Haru, quien reía feliz. Hawks observaba la escena con lágrimas en los ojos, sintiéndose agradecido de tener a Dabi y a Haru en su vida.

Días después, Haru también comenzó a llamar a Hawks "papi," y cada vez que lo hacía, el corazón de Hawks se llenaba de amor. Su familia se había convertido en su refugio, en su razón de ser, y sabía que haría cualquier cosa para proteger ese amor.

Un viaje en familia

Decidieron hacer su primer viaje juntos, llevando a Haru a un parque cercano para explorar la naturaleza y pasar un día en paz. Fue una experiencia simple, pero para ellos era algo único. Pasaron el día jugando con Haru, enseñándole sobre las plantas y los animales, y disfrutando de su risa y su asombro.

Durante el picnic, Haru se acurrucó entre ellos, y mientras observaban cómo caía la tarde, Dabi tomó la mano de Hawks, dándole un apretón suave.

—Gracias por insistir en esto, Keigo. No sabía que podía ser tan feliz —dijo Dabi en voz baja, sus ojos reflejando una sinceridad que rara vez mostraba.

Hawks lo miró, sintiendo cómo su corazón latía de alegría. —Yo también te agradezco, Touya. Nos hemos dado una segunda oportunidad, y estoy agradecido por cada momento que compartimos juntos.

Esa noche, al regresar a casa, pusieron a Haru a dormir, y ambos se quedaron junto a su cama un rato, observando a su pequeño. Era difícil imaginar que, después de tantas dificultades y de los caminos oscuros que ambos habían recorrido, ahora estaban aquí, formando una familia que desafiaba todas las probabilidades.

Creciendo juntos como familia

El tiempo pasó rápidamente, y la vida en familia se convirtió en una constante de risas, aprendizajes y desafíos. Aunque a veces ambos se sentían abrumados, especialmente cuando Haru tenía días difíciles, cada momento de amor que compartían hacía que todo valiera la pena.

Dabi, que nunca había imaginado ser padre, ahora encontraba consuelo en los pequeños momentos de tranquilidad con su hijo. Se sorprendía a sí mismo contándole historias antes de dormir, inventando cuentos que llenaban de magia la mente de Haru, quien escuchaba cada palabra con fascinación.

Por su parte, Hawks se volvía cada día más protector y atento. Haru era su mayor tesoro, y ver cómo crecía y aprendía lo llenaba de orgullo. Aunque su vida como héroe seguía siendo exigente, siempre encontraba tiempo para su familia, y su amor por Dabi y Haru se convertía en su fuerza y su inspiración.

Una noche, después de que Haru se durmiera, Dabi y Hawks se sentaron juntos en el jardín, observando las estrellas. El silencio de la noche los envolvía, y ambos se sentían en paz.

—¿Te das cuenta de lo lejos que hemos llegado? —preguntó Hawks, recostándose sobre el hombro de Dabi.

Dabi asintió, pasando un brazo por su hombro y acercándolo más. —Sí, y no cambiaría nada de lo que vivimos. Todo nos trajo aquí, a esto. Y ahora que tenemos a Haru, siento que nuestra vida tiene un propósito.

Hawks sonrió, cerrando los ojos y dejando que la calidez del momento lo envolviera. Sabía que aún les quedaban muchos desafíos, pero también sabía que, con Dabi a su lado, nada sería imposible.

—Siempre te amaré, Touya —susurró Hawks, su voz llena de sinceridad.

Dabi le dio un beso en la frente, mirándolo con ternura. —Y yo a ti, Keigo. Somos una familia, y eso nunca cambiará.

Con esa promesa silenciosa, ambos se quedaron juntos en la oscuridad, disfrutando de la tranquilidad de su hogar y de la certeza de que, a pesar de todo, habían encontrado su verdadero lugar en el mundo.

Llamas de la PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora