Entre Sombras y Luz

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La tarde se desvanecía en un cálido abrazo de colores dorados y naranjas mientras Dabi y Hawks caminaban por las calles de la ciudad. El bullicio del tráfico y la vida urbana les rodeaba, pero en su mundo, todo parecía detenido. Con cada paso, la conexión entre ellos se volvía más intensa, como si estuvieran creando un lazo irrompible en medio del caos.

Dabi se detuvo frente a un pequeño parque, observando a los niños jugar en la distancia. Sus risas resonaban como melodías en el aire, y sintió un ligero tirón en su corazón. Durante tanto tiempo, había vivido encerrado en su propia oscuridad, alejado de momentos de alegría y despreocupación. Ver a los niños disfrutar de la simplicidad de la vida le hizo desear un poco de eso para sí mismo.

—¿Te gustaría...? —comenzó a decir Dabi, pero se detuvo, sintiendo que sus palabras se perdían en el aire. ¿Era demasiado pedir? ¿Quería que Hawks compartiera este momento con él?

—¿Te gustaría ir a jugar? —preguntó Hawks, su voz cargada de diversión y complicidad. Dabi se sorprendió al darse cuenta de que Hawks había leído su mente.

—¿En serio? —preguntó Dabi, una sonrisa burlona dibujándose en sus labios. No podía creer que Hawks estuviera dispuesto a hacer algo tan tonto como jugar en un parque.

—Por supuesto —respondió Hawks, ya con una sonrisa amplia en su rostro—. No todos los días tienes la oportunidad de ser un niño otra vez.

Dabi sintió una oleada de alegría y liberación. Aceptar esa invitación era un pequeño paso hacia una vida más normal, una que había estado esperando pero que había creído inalcanzable.

Sin dudarlo, ambos cruzaron la calle y se adentraron en el parque. Risas y gritos de emoción los rodeaban, llenando el ambiente de energía positiva. Hawks se dirigió rápidamente a un área donde había un juego de columpios y, sin pensarlo dos veces, se lanzó a uno.

—¡Vamos, Dabi! ¡Aprovecha mientras puedas! —exclamó Hawks, balanceándose hacia atrás y adelante con una energía contagiosa.

Dabi lo miró, sintiéndose un poco tonto, pero no pudo evitar dejarse llevar por la atmósfera. Se acercó y se unió a Hawks en el columpio, riendo mientras ambos se balanceaban más alto. La risa de Hawks era como una melodía que resonaba en su pecho, y Dabi se dio cuenta de cuánto necesitaba momentos así.

—¿Ves? ¡Esto es increíble! —gritó Hawks mientras se balanceaba, el viento jugando con su cabello dorado.

Dabi sintió el aire fresco y la libertad que venía con cada impulso. Por un momento, se olvidó de sus preocupaciones, de su pasado y de las sombras que siempre habían estado acechándolo. Era solo él y Hawks, compartiendo un momento de pura alegría.

Después de un rato, ambos se detuvieron, riendo y respirando con dificultad.

—Esto es genial —admitió Dabi, sintiendo una sonrisa genuina en su rostro. No recordaba la última vez que se había sentido tan ligero, tan libre de ataduras.

Hawks se acercó, su expresión llena de complicidad.

—Me alegra que hayas decidido unirte a mí. A veces, es bueno dejar que el niño que llevamos dentro salga a jugar.

Dabi miró a Hawks, sintiendo que una chispa de conexión se encendía entre ellos. A pesar de la seriedad de sus vidas, estos momentos de felicidad eran un recordatorio de que podían ser más que héroes y villanos; podían ser dos personas que simplemente disfrutaban de la compañía del otro.

Con el corazón ligero, Dabi se sintió inspirado a seguir disfrutando. Así que, sin pensarlo dos veces, propuso un nuevo juego.

—¿Qué tal si jugamos a atrapar? —sugirió Dabi, su voz llena de un aire desafiante. —El que sea atrapado tendrá que hacer lo que el otro diga durante un día entero.

Llamas de la PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora