"Tú fuiste desterrado y yo excluida de la sociedad, aunque no lo creas...somos iguales, tu y yo sufrimos en silencio porque a nadie le importa nuestro dolor, porque estamos malditos."
Comienzo: 27/10/24
Finalizó: 23/11/24
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Zuko apenas había llegado a la entrada de la pequeña casa familiar cuando escuchó el eco de pasos apresurados acercándose. Su tío Iroh apareció en el umbral de la puerta, con una mezcla de sorpresa y alegría en su rostro.
─¡Zuko! ─exclamó Iroh, extendiendo los brazos para recibir a su sobrino en un abrazo rápido─. Qué sorpresa verte tan pronto… aunque parece que has llegado justo a tiempo.
Zuko frunció el ceño, captando la inquietud en la voz de su tío.
─¿A tiempo? ¿Para qué, tío? ─preguntó, un destello de ansiedad brillando en sus ojos.
Iroh le dio una palmada en el hombro, una sonrisa que intentaba calmarlo, aunque también reflejaba un poco de emoción contenida.
─Haruka está en trabajo de parto, Zuko. La partera ya está con ella, y Ayşe está en su cuarto, descansando. Parece que tu viaje terminó en el momento perfecto para darle la bienvenida al nuevo miembro de nuestra familia.
Zuko sintió cómo el corazón le daba un vuelco y se aceleraba al mismo tiempo. La noticia lo llenó de emoción y nerviosismo a partes iguales. Sin perder más tiempo, asintió y se dirigió rápidamente al interior de la casa, guiado por el sonido lejano de la voz de la partera que provenía de la habitación.
Se acercó a la puerta entreabierta, tratando de controlar su respiración mientras procesaba la imagen ante él: Haruka, en la cama, rodeada de mantas, con el rostro cubierto de gotas de sudor, mientras la partera le susurraba palabras de aliento. Sus manos apretaban las sábanas, pero al ver a Zuko en el umbral, sus ojos se iluminaron, y una sonrisa débil se dibujó en sus labios.
─Zuko… ─murmuró Haruka, extendiendo una mano hacia él.
Sin dudarlo, él se acercó a su lado, tomando su mano con ternura y firmeza. Se inclinó para besar su frente, susurrándole palabras tranquilizadoras.
─Estoy aquí, Haruka. Ya estoy aquí ─le dijo con suavidad─. Lo estás haciendo increíble.
Haruka respiró hondo, sintiendo la paz que le transmitía la presencia de Zuko. Él apretó su mano, dispuesto a quedarse a su lado en cada segundo de aquel momento tan importante.
Después de horas de esfuerzo y aliento compartido, el llanto de un bebé resonó en la habitación, llenándola de una alegría indescriptible. Haruka dejó escapar un suspiro profundo, mezcla de agotamiento y alivio, mientras la partera le entregaba al recién nacido envuelto en una manta suave.
Con una sonrisa tierna, la partera acercó al bebé al pecho de su madre y murmuró suavemente:
─Felicidades, Haruka. Es un hermoso niño.
Zuko, quien no había soltado la mano de Haruka en ningún momento, observó a su hijo con asombro y orgullo. El pequeño era regordete, de mejillas rosadas, y cuando abrió los ojos, Zuko pudo ver un destello familiar en aquella mirada tranquila. Era como si estuviera viendo una versión en miniatura de sí mismo.