Capítulo 23: Algo más que celebrar

74 13 0
                                    

En un día claro, Aang y Zuko se encontraron en el despacho del Palacio de la Nación del Fuego

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En un día claro, Aang y Zuko se encontraron en el despacho del Palacio de la Nación del Fuego. La luz del sol entraba a través de las grandes ventanas, iluminando el mapa extendido sobre la mesa entre ellos. Ambos lo miraban con concentración, marcando zonas y discutiendo ideas para lo que sería su proyecto más ambicioso: una ciudad donde personas de todas las naciones pudieran convivir en paz.

Aang miraba el mapa con entusiasmo.

─ Esto va a ser increíble, Zuko. Una ciudad donde no importe si eres de la Tribu Agua, del Reino Tierra, de las Naciones Aire, o de la Nación del Fuego… ¡Todos juntos, trabajando y viviendo en armonía!

Zuko asintió, aunque su expresión era más seria.

─ Lo sé, Aang. Pero también sabemos que no será fácil. Después de la guerra, todavía hay resentimientos, y muchos dudan de la posibilidad de una paz verdadera. Debemos ser muy cuidadosos con cada paso que demos.

Aang lo miró y asintió, comprendiendo las preocupaciones de su amigo.

─ Tienes razón, Zuko. No será fácil, pero hemos trabajado tanto para llegar a este momento… y creo que podemos hacerlo realidad. Imagina el impacto de una ciudad como esta para las futuras generaciones. Será el símbolo de que la paz y la unidad son posibles.

Zuko sonrió, inspirándose en el optimismo de Aang.

─ Bueno, en eso estoy de acuerdo. Si alguien puede demostrarle al mundo que la paz es posible, eres tú, Aang. Pero hay algo que me preocupa. ¿Dónde planeas construir la ciudad? Hay muchos territorios que podrían no estar dispuestos a ceder tierras para algo como esto.

Aang se inclinó sobre el mapa y señaló un punto estratégico.

─ He estado pensando en esto. Aquí, en el área entre las colonias de la Nación del Fuego y el Reino Tierra. Es una zona bastante neutral, y creo que podríamos negociar con ambas partes para obtener el terreno necesario. Además, así podríamos dar un nuevo uso a las tierras que aún conservan heridas de la guerra.

Zuko frunció el ceño, pero asintió lentamente.

─ Eso podría funcionar. Pero tendremos que hablar con los líderes locales. Y algo importante, Aang: debemos asegurarnos de que la ciudad no tenga favoritismos hacia ninguna nación en particular. Debe ser neutral en todo sentido. De lo contrario, podríamos alimentar tensiones en lugar de reducirlas.

Aang asintió rápidamente, tomando en cuenta el consejo de Zuko.

─ Absolutamente. Esa es una de mis prioridades, Zuko. Me gustaría construir edificios que representen a cada nación, para que la gente vea reflejada su cultura y se sienta parte de algo mayor. La idea es que sea una mezcla de todas nuestras tradiciones y que todos se sientan bienvenidos.

Zuko se quedó en silencio un momento, visualizando las palabras de Aang.

─ Me gusta esa idea, Aang. Es ambicioso, pero sé que si trabajamos juntos, podemos lograrlo. Tendremos que buscar arquitectos de cada nación y crear un equipo que represente a todas las culturas. Además, sería prudente establecer un consejo que incluya miembros de cada nación para supervisar las decisiones de la ciudad.

𝐋𝐚 𝐝𝐚𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵖʳᶤᶰᶜᶤᵖᵉ ᶻᵘᵏᵒ ˣ ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora