Capítulo 02: Conexión

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El sol de la mañana apareció dejando en el olvidó la tormenta de nieve de la noche, Haruka acompaño al príncipe a la cabaña en donde se estaba quedando con su tío mientras reparaba el barco

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El sol de la mañana apareció dejando en el olvidó la tormenta de nieve de la noche, Haruka acompaño al príncipe a la cabaña en donde se estaba quedando con su tío mientras reparaba el barco. Durante el trayecto silencioso, Zuko pudo notar que los demás residentes de la aldea miraban con mala cara a la mujer que lo acompañaba, decidió no preguntar nada sería mejor no saber nada, entre menos supiera más rápido podría irse de allí.

Cuando llegaron a la cabaña, Iroh los esperaba afuera, con una sonrisa amable y una taza de té en la mano. Sus ojos se iluminaron al ver a su sobrino acompañado de Haruka.

─¡Ah, Zuko! Me alegra verte bien ─dijo Iroh, notando la expresión cansada en el rostro de su sobrino y la presencia de Haruka─. ¿Quién es tu amiga?

─Ella es Haruka. Me ayudó anoche, me encontró en medio de la tormenta ─respondió Zuko, desviando la mirada para evitar la curiosidad de su tío.

Iroh observó a Haruka con amabilidad, inclinándose en señal de respeto.

─Gracias, Haruka, por cuidar de mi sobrino. ─Sus palabras fueron genuinas, pero también observó los susurros y miradas de los aldeanos que pasaban, sus expresiones despectivas dirigidas hacia ella.

Haruka le dedicó una sonrisa tímida a Iroh.

─No fue nada. Es lo menos que podía hacer. ─Luego se volvió hacia Zuko, con una mirada reservada─. Espero que encuentres lo que buscas, príncipe. ─Hizo una pequeña reverencia y se dio la vuelta para marcharse.

Zuko sintió un impulso inexplicable de detenerla, pero reprimió el deseo. Aún así, algo lo impulsó a hablar antes de que ella se alejara demasiado.

─Haruka, ¿por qué los aldeanos te miran de esa forma? ─preguntó, a pesar de su propia intención de no involucrarse más de lo necesario.

Haruka se detuvo y miró el suelo por un momento, como si estuviera decidiendo cuánto decir.

─Soy... diferente, Zuko. Aquí, eso es suficiente para que te traten como a un extraño, incluso en tu propio hogar. ─Su voz era calmada, resignada, como si ya hubiera aceptado esa parte de su vida.

Iroh intercambió una mirada significativa con Zuko, como si entendiera más de lo que él decía. La situación de Haruka no era tan distinta a la de su sobrino, rechazado y forzado a vagar sin un lugar al cual llamar hogar.

Zuko asintió, sin decir más, y Haruka se marchó en silencio, perdiéndose entre las casas de la aldea. Iroh, aún observando a su sobrino, le dio una palmada en el hombro.

─A veces, quienes parecen extraños en su propio hogar tienen una sabiduría que nosotros, los viajeros, aún no alcanzamos a entender ─murmuró, tomando un sorbo de su té─. Quizás ella te mostró algo que no ves aún, Zuko.

Zuko suspiró, cansado de las lecciones veladas de su tío. Pero en el fondo, una inquietud comenzaba a formarse. Había algo en Haruka, algo que lo intrigaba y lo hacía cuestionarse si aquella aldea perdida en el norte tenía más para ofrecerle que simples refugios de paso.

𝐋𝐚 𝐝𝐚𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵖʳᶤᶰᶜᶤᵖᵉ ᶻᵘᵏᵒ ˣ ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora