"Tú fuiste desterrado y yo excluida de la sociedad, aunque no lo creas...somos iguales, tu y yo sufrimos en silencio porque a nadie le importa nuestro dolor, porque estamos malditos."
Comienzo: 27/10/24
Finalizó: 23/11/24
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Habían pasado algunas semanas desde que Haruka se había unido al príncipe Zuko y su tripulación. Ella portaba un vestido de color rojo no tan intenso con pequeños detalles en blanco, quería encajar con el resto de la tripulación y no llamar tanto la atención aunque su cabello albino hacia las cosas complicadas.
El día era hermoso en su totalidad y la brisa era suave como un beso, Haruka sonrió mientras miraba el agua y el cielo despejado, siempre encontraba calma en las cosas más simples y comunes de ese lugar.
Haruka estaba recargada contra la barandilla del barco, dejando que la brisa suave y fresca acariciara su rostro, mientras observaba el agua resplandecer bajo el sol. Aún estaba adaptándose a esta nueva vida, tan diferente de la aldea en la que había pasado casi toda su existencia. No era fácil, y algunas miradas curiosas o desconfiadas de los tripulantes se lo recordaban, pero Zuko y, especialmente, Iroh la hacían sentir bienvenida.
De repente, escuchó pasos acercándose. Zuko apareció a su lado, su mirada seria pero relajada mientras observaba el horizonte.
─¿Qué haces aquí sola? ─preguntó él, casi como si le preocupara que estuviera incómoda.
Haruka le dedicó una sonrisa tranquila antes de mirar hacia el agua nuevamente.
─A veces, solo quiero disfrutar de la calma ─respondió ella─ He pasado tanto tiempo en el mismo lugar que aún no puedo creer que esté aquí, en el mar, viendo lugares nuevos. Me siento… libre.
Zuko permaneció en silencio, asimilando sus palabras. Comprendía, en cierta forma, ese sentimiento. Aunque su viaje no era de libertad, sino de redención, muchas veces el mar era lo único que le daba paz en medio de su lucha interna.
─Libre… ─repitió Zuko, como si saboreara la palabra─. No es un sentimiento con el que esté familiarizado.
Haruka lo observó de reojo, con curiosidad y empatía. Había notado la tensión constante en él, la carga de responsabilidad y el peso de un pasado doloroso.
─Quizás, alguna vez, lo sientas de verdad ─dijo suavemente─. A veces, los caminos más oscuros nos llevan a lugares de paz, incluso si no podemos verlo aún.
Zuko frunció el ceño, pero no dijo nada. En cambio, soltó un suspiro leve y se quedó allí, mirando el agua junto a ella, dejando que el silencio hablara por ellos.
─Haruka, ─dijo de pronto, rompiendo la quietud─, ¿qué harás cuando terminemos este viaje?
Ella parpadeó, un poco sorprendida por la pregunta. No había pensado mucho en el futuro, más allá de la sensación de libertad que ahora experimentaba.
─No lo sé ─respondió honestamente, sus ojos azules brillando con incertidumbre y, a la vez, serenidad─. Quizás nunca vuelva a mi aldea… Tal vez encuentre un lugar donde pueda empezar de nuevo, donde mi poder no sea visto como una maldición.