Capítulo 07: Fuego helado

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La luz de la mañana comenzó a filtrarse a través de las velas del barco, tiñendo la cubierta con un cálido tono dorado

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La luz de la mañana comenzó a filtrarse a través de las velas del barco, tiñendo la cubierta con un cálido tono dorado. Zuko se despertó lentamente, su mente nublada por el sueño y las emociones de la noche anterior. Un dolor punzante en sus ojos le recordaba las lágrimas que había derramado. Se frotó los ojos con la mano, tratando de despejar la confusión que lo envolvía.

Al girar la cabeza, notó que estaba acurrucado junto a Haruka, quien aún dormía plácidamente a su lado. Su cabello albino brillaba a la luz de la mañana, y su rostro, sereno y despreocupado, parecía encapsular la paz que Zuko anhelaba en su propia vida. Recordó vagamente el abrazo de la noche anterior, la forma en que ella lo había sostenido mientras él luchaba contra sus propios demonios. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en cómo se había dejado llevar por sus emociones, pero también sintió una extraña calidez al recordar el apoyo que le había brindado.

¿Cómo llegamos aquí? se preguntó Zuko, sintiendo una mezcla de confusión y gratitud. La noche había sido un torbellino de sentimientos, pero al mirar a Haruka, se dio cuenta de que había encontrado un refugio en medio de la tormenta.

Se sentó lentamente, tratando de no despertarla, y observó el paisaje que se extendía ante ellos. El mar brillaba bajo el sol naciente, y las olas chocaban suavemente contra el costado del barco, creando un ritmo relajante que le daba paz. La vida en el barco continuaba, pero él no podía dejar de pensar en la conexión que había comenzado a formar con Haruka.

Aún sintiendo el nudo en su pecho por las inseguridades y las dudas que siempre lo perseguían, se preguntó si sería capaz de abrirse a ella de nuevo. ¿Podría confiar en ella con su dolor? La idea lo asustaba, pero también le resultaba liberadora.

Mientras seguía contemplando el horizonte, una suave brisa le acarició el rostro. Se giró nuevamente hacia Haruka, que había comenzado a moverse ligeramente en su sueño. Su expresión era tranquila, y Zuko sintió que quería proteger esa paz.

Quizás no todo está perdido. La idea resonó en su mente, ofreciendo un atisbo de esperanza en su confusión. Si podía ser fuerte, quizás podría forjar un nuevo camino, uno que no estuviera definido por las expectativas de su padre o el legado de su familia.

Zuko tomó una decisión. Después de todo lo que había pasado, se dio cuenta de que necesitaría aliados, y Haruka parecía estar lista para ser una de ellos. Decidió que hablaría con ella más tarde, compartiría sus pensamientos y miedos. Si la había dejado entrar en su vida, entonces tenía que ser sincero.

Justo en ese momento, Haruka se estiró y abrió los ojos, sorprendida de encontrar a Zuko tan cerca. Su mirada se encontró con la suya, y una sonrisa tranquila se dibujó en su rostro.

─Buenos días ─dijo ella, su voz aún soñolienta─. ¿Dormiste bien?

Zuko se sonrojó ligeramente, recordando su vulnerabilidad de la noche anterior. Pero al ver la calidez en sus ojos, se sintió más cómodo.

𝐋𝐚 𝐝𝐚𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵖʳᶤᶰᶜᶤᵖᵉ ᶻᵘᵏᵒ ˣ ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora