"Tú fuiste desterrado y yo excluida de la sociedad, aunque no lo creas...somos iguales, tu y yo sufrimos en silencio porque a nadie le importa nuestro dolor, porque estamos malditos."
Comienzo: 27/10/24
Finalizó: 23/11/24
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Una semana después del nacimiento de Eda, el palacio se llenó de alegría con la llegada de Aang, Katara, y sus hijos, Kya y Bumi. Ayşe y Roku esperaban con ansias conocer a sus amigos, y tan pronto como entraron, corrieron a recibirlos.
Mientras los niños jugaban alegremente en el jardín, Aang y Katara se dirigieron a los aposentos de Haruka, donde ella descansaba con Eda en brazos, mientras Zuko estaba sentado a su lado, observando a su familia con una mirada de profunda tranquilidad.
Katara se acercó, maravillada por la pequeña Eda, quien dormía plácidamente.
─¡Es hermosa, Haruka! ─dijo Katara, sonriendo con calidez─. ¡Mírenla, tan pequeñita!
─Gracias, Katara ─respondió Haruka con una sonrisa de orgullo─. Hemos sido bendecidos con esta pequeña.
Aang se inclinó para ver mejor a la bebé, y una expresión de ternura se dibujó en su rostro.
─Felicidades, Zuko ─dijo Aang con una sonrisa sincera─. Eda es realmente especial. Siento que tendrá un gran espíritu, como su padre.
Zuko asintió, dándole una palmada en el hombro a su amigo.
─Gracias, Aang. Tener a mis amigos aquí significa mucho para nosotros.
Mientras tanto, en el jardín, Ayşe y Roku estaban jugando con Kya y Bumi, corriendo por el césped y compartiendo risas. Ayşe lideraba el juego, organizando una pequeña aventura donde todos fingían ser exploradores en busca de un tesoro escondido en el palacio. Kya y Bumi, emocionados por la historia, siguieron a Ayşe, mientras Roku intentaba mantenerse al día con los mayores.
Las risas de los niños llenaban el aire, creando un ambiente de paz y unión que resonaba en todo el palacio. Aang y Katara intercambiaron una mirada llena de esperanza, sabiendo que la siguiente generación estaba creciendo en tiempos de paz y amistad.
Katara tomó la mano de Haruka y le sonrió.
─Estoy segura de que nuestros hijos traerán mucha alegría y luz a este mundo.
Haruka le devolvió la sonrisa, asintiendo suavemente. Observando a su hija Eda dormir, supo que la paz que tanto habían luchado por alcanzar les permitiría a los niños vivir un futuro lleno de amor y felicidad.
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