—Túmbate conmigo, Levi —susurraste, sin soltar su mano—. Estás cansado.
Levi te miró, y aunque por un instante pareció dudar, acabó dejándose convencer. Sin decir una palabra, se quitó las botas y la chaqueta, dejándolas a un lado antes de acomodarse junto a ti en la estrecha cama de hospital. Sintiendo su calor junto a ti, te acurrucaste suavemente contra él, y él, aunque al principio rígido, acabó relajándose, dejándote descansar la cabeza en su hombro.
Estabas acostumbrada a verlo como el soldado implacable, el capitán siempre listo para enfrentar cualquier amenaza. Pero ahora, aquí, era solo Levi, tu Levi, el amigo y confidente de toda una vida, que te sostenía con una calidez y una ternura que apenas podías creer.
—Alguien sabe sobre... —murmuraste, dejando la pregunta en el aire mientras tus dedos seguían entrelazados con los suyos, y tus ojos lo miraban con un brillo de inquietud.
Levi te miró en silencio por un momento, entendiendo exactamente a qué te referías. Apretó ligeramente tu mano, transmitiéndote una calma que parecía fluir solo de él.
—No —respondió con firmeza—. Nadie más lo sabe. Por ahora es algo entre nosotros.
Te sentiste aliviada al escuchar sus palabras. Con la situación en el Cuerpo de Exploración y todo lo que había pasado con Annie, sabías que esto debía mantenerse en secreto, al menos hasta que tú y Levi decidieran lo contrario.
Él asintió, como confirmándote que respetaría esa decisión. Con un leve suspiro, se inclinó un poco más hacia ti.
—Intenta dormir —murmuró, su voz suave mientras acariciaba tu cabello con una mano firme y cuidadosa—. Necesitas descansar.
—Tú también... —contestaste en voz baja, apenas un susurro.
El silencio que siguió estaba lleno de todo lo que no hacía falta decir, de todas las emociones que ninguno de los dos había expresado en voz alta. La presencia de Levi, constante y silenciosa, te llenaba de una calma que hacía mucho no sentías. Poco a poco, el peso de la fatiga y la seguridad de su abrazo te llevaron de vuelta al sueño.
Y Levi, por primera vez en mucho tiempo, cerró los ojos a tu lado, dejándose llevar también, protegido por la promesa silenciosa de ese momento compartido.
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Después de una semana en el hospital, tu recuperación había avanzado lo suficiente como para permitirte salir, aunque seguías débil y necesitabas apoyo para caminar. Levi, fiel a su promesa, había decidido que te llevaría a su casa para que pudieras descansar y recuperarte sin la presión de volver al cuartel o enfrentar las miradas curiosas de otros soldados.
Cuando llegó el día, Levi estaba allí, esperándote con la misma firmeza y calma que te había acompañado durante toda la semana. Te ayudó a levantarte de la cama, ofreciéndote su brazo para que te apoyaras en él. Con cada paso fuera del hospital, sentías el calor y la estabilidad de su presencia junto a ti, dándote la fuerza que aún te faltaba.
Cuando las puertas del hospital se abrieron y saliste al aire libre, te sorprendió ver una multitud de rostros familiares esperándote. Ahí estaban Hange, Mike, y casi todos los de la 104, formando un pequeño grupo frente a la entrada. Sus caras reflejaban una mezcla de preocupación, alivio y genuina alegría al verte de pie y fuera de peligro.
Hange fue la primera en acercarse, sonriendo ampliamente mientras te observaba de arriba abajo, asegurándose de que realmente estuvieras bien.
—¡Mírate! No pareces tan herida para alguien que casi se nos va —bromeó, aunque sus ojos mostraban el alivio de verte fuera de ese cuarto de hospital.
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LEVI X TU
RomanceTú y Levi sois los mejores amigos desde que teníais cinco años. Él se preocupa mucho por ti y te quiere, pero no lo confiesa ni lo demuestra porque tiene miedo al rechazo. Sólo es amable contigo, pero con los demás es un hombre frío.