LEVI X TU

CAPITULO 41

El invierno llegó a Paradise justo cuando las construcciones de las infraestructuras de energía estaban finalizando. El frío comenzaba a instalarse en el aire, y las tardes se volvían más cortas y oscuras, anunciando el cambio de estación. La ciudad, que había estado observando con curiosidad y expectación cada nuevo poste eléctrico y cada tramo de cable instalado, estaba a punto de experimentar algo completamente novedoso: luz artificial para iluminar las calles y hogares en las largas noches de invierno.

La noche en que las luces se encendieron por primera vez fue todo un evento. Los habitantes de Paradise, tú y Levi incluidos, se reunieron en la plaza central.

Haru, envuelto en su abrigo y bufanda, miraba a su alrededor con los ojos llenos de emoción, aunque aún no entendía del todo lo que iba a suceder. Estaba emocionado simplemente porque todos los demás parecían estarlo.

Cuando finalmente encendieron el interruptor, un destello cálido recorrió la plaza y luego se extendió hacia las calles principales, encendiendo farolas y luces en los edificios. Fue como si la noche misma se iluminara de repente, disipando las sombras y dando al lugar un ambiente acogedor y festivo. La gente estalló en aplausos y exclamaciones de asombro. Algunos se abrazaban, y otros observaban las luces con sonrisas de incredulidad, disfrutando de aquel momento que antes habría parecido imposible.

Haru, fascinado, señaló las luces con un dedo mientras te miraba con una sonrisa asombrada.

—¡Mamá, mira! ¡Está todo brillante! —exclamó, sus ojos reflejando las luces que se extendían por la plaza.

Levi, a tu lado, mantenía su típica expresión seria, aunque en sus ojos había un destello de satisfacción. Sabía lo que significaba ese logro: más seguridad, más comodidad y una prueba de que Paradise estaba avanzando hacia un futuro mejor. Con una mano en el hombro de Haru, observó en silencio cómo su hijo miraba alrededor, maravillado por las luces que ahora bañaban la ciudad.

—Es increíble, ¿verdad? —le dijiste, tomando su mano—. Ahora, aunque el invierno sea largo y oscuro, siempre habrá algo de luz.

Aquella noche, al llegar a casa, encendisteis por primera vez las luces eléctricas del salón. Haru no dejaba de correr de una habitación a otra, encendiendo y apagando interruptores, riendo y descubriendo la magia de la electricidad. Aunque habíais tenido lámparas y velas antes, estas luces eran algo completamente distinto.

Mientras Haru se dormía, abrigado bajo su manta y con la suave luz encendida a su lado, tú y Levi compartisteis una mirada llena de satisfacción. Habíais trabajado y esperado mucho para llegar a este momento, y ahora, en el calor de vuestro hogar iluminado, sabíais que este nuevo avance era solo el principio de muchos más por venir.

El primer día de nieve en Paradise llegó sin previo aviso, cubriendo la ciudad de un manto blanco y suave que parecía mágico. Cuando te despertaste esa mañana y miraste por la ventana, el paisaje te dejó sin aliento. Todo estaba cubierto de nieve: los árboles, los tejados, el suelo.

Al bajar las escaleras, encontraste a Haru mirándote con curiosidad, percibiendo tu emoción sin entender aún el motivo. Sin perder un segundo, le pusiste su abrigo, su bufanda y sus pequeños guantes, preparándolo para lo que sería su primer encuentro con la nieve. Haru te miraba, aún algo confundido, pero se dejó llevar por tu entusiasmo.

—Mamá, ¿a dónde vamos? —preguntó, mientras tú le guiñabas un ojo y abrías la puerta.

Al instante en que Haru pisó el porche, sus ojos se abrieron como platos al ver el suelo blanco y brillante que cubría cada rincón. Avanzó unos pasos, y su primera reacción fue mirar hacia ti, como buscando confirmación de que aquello era real. Luego, al ver la nieve a sus pies, se agachó y la tocó con la punta de sus dedos, sorprendiéndose al sentir el frío en sus guantes.