A tan solo menos de un mes del parto, el tiempo parecía pasar volando, aunque para ti cada día era una mezcla de emoción y ansiedad. Durante las semanas siguientes, tuviste varias falsas alarmas que hicieron pensar que el bebé ya venía. Levi, siempre atento, estaba alerta cada vez que surgía la posibilidad, preparado para actuar a la mínima señal. Y aunque cada alarma terminaba en nada, la situación solo reforzaba su deseo de asegurarse de que estuvieras bien atendida.
Finalmente, una semana antes de la fecha estimada del parto, Levi tomó una decisión inquebrantable: te llevaría al hospital y te quedarías allí hasta que llegara el momento. Y nadie —ni tú, ni siquiera los médicos— se atrevió a contradecirlo. Al fin y al cabo, su seriedad y determinación al hablar dejaban claro que no aceptaría una respuesta negativa.
Al llegar, los médicos te acomodaron en una habitación privada, y cada uno de ellos te miraba con una mezcla de respeto y cautela, como si supieran que cualquier cosa menos que la mejor atención no sería tolerada por el Capitán Levi. Mientras tanto, él estuvo a tu lado, asegurándose de que todo estuviera en orden.
—Estás exagerando un poco, ¿no crees? —le dijiste, mirándolo con una sonrisa divertida mientras él organizaba las pocas cosas que habíais traído.
—No quiero que corras riesgos innecesarios —dijo con su habitual tono serio, aunque sus ojos revelaban la preocupación que siempre trataba de ocultar—. Aquí estás bien atendida, y yo también estaré cerca.
—¿Sabes que no hace falta que te quedes aquí las veinticuatro horas? —murmuraste, aunque parte de ti quería que se quedara a tu lado todo el tiempo— Sé que tienes responsabilidades.
Levi negó con la cabeza, sin dudarlo.
—Mis responsabilidades están aquí, contigo y con... —se detuvo, bajando la mirada hacia tu vientre, y luego añadió, en un susurro—. Con Haru o Kaoru.
Sonreíste, tomando su mano.
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Un dia, las contracciones habían comenzado, pero aún eran irregulares y no demasiado intensas. Las enfermeras te miraron con una sonrisa tranquila, asegurándote que todo estaba bajo control, y te dejaron en observación para monitorear la situación. Después de un rato, un soldado se acercó a ti con una expresión seria. Era el encargado de avisar a Levi en caso de cualquier señal.
—Iré a avisar al capitán —dijo con voz firme, preparándose para salir.
Sin embargo, levantaste una mano para detenerlo, sacudiendo la cabeza y respirando con calma a pesar de la molestia.
—No, espera —dijiste, tratando de mantener la calma mientras otra contracción te obligaba a detenerte un momento—. Puede ser otra falsa alarma... vamos a esperar... ahh... un poco más.
El soldado parecía dudar, mirándote con evidente preocupación.
—Pero... el capitán fue muy claro, no quiere que nada se pase por alto. Si algo ocurre y no lo aviso...
—De verdad, tranquilo —respondíste, haciendo un esfuerzo por sonreír, aunque el dolor te hacía apretar los puños—. Si esto se intensifica, puedes ir a buscarlo. Pero aún... aún hay tiempo.
El soldado asintió, aunque no se movió muy lejos de la puerta, como si cualquier señal fuera suficiente para salir corriendo a avisar a Levi. Sabías que, en cuanto le informaran de que las contracciones habían comenzado de verdad, no pasaría ni un minuto sin que él llegara a tu lado. Por ahora, te quedaste respirando, observando el reloj y preparándote mentalmente para lo que estaba por venir.
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LEVI X TU
RomanceTú y Levi sois los mejores amigos desde que teníais cinco años. Él se preocupa mucho por ti y te quiere, pero no lo confiesa ni lo demuestra porque tiene miedo al rechazo. Sólo es amable contigo, pero con los demás es un hombre frío.