El primer día de escuela de Haru llegó rápidamente después de las fiestas de Navidad. La emoción y el nerviosismo llenaban el aire desde el momento en que se despertó aquella mañana. Con sus tres años, Haru era ya un niño curioso y lleno de energía, listo para enfrentar el mundo. Sin embargo, en su mirada podías notar una mezcla de expectación y duda, como si estuviera tratando de entender lo que significaba "ir a la escuela".
Mientras le ayudabas a ponerse el uniforme —una pequeña chaqueta y pantalones con su bufanda favorita—, Haru te miró con sus grandes ojos llenos de preguntas.
—¿La escuela es como nuestra casa? —preguntó, sosteniendo su mochila con ambas manos, como si fuera un tesoro.
Te agachaste para estar a su altura y le acariciaste la mejilla suavemente.
—No exactamente, cariño. La escuela es un lugar donde vas a aprender muchas cosas nuevas, a jugar y a conocer amigos —le explicaste con una sonrisa—. Y luego, cuando regreses a casa, puedes contarnos todo lo que hayas hecho.
Haru asintió lentamente, procesando cada palabra con la seriedad de alguien mucho mayor. Luego miró a Levi, quien estaba observándolo con una leve sonrisa mientras ajustaba la bufanda del pequeño.
—¿Y tú también vas a la escuela, papá? —preguntó Haru, con esa inocencia que siempre lograba arrancaros una sonrisa.
Levi negó con la cabeza, divertido.
—No, Haru. Pero cuando vuelvas, quiero que me enseñes todo lo que aprendas allí, ¿de acuerdo? —le respondió Levi, poniendo una mano sobre su hombro en señal de confianza.
Después de un desayuno lleno de risas y expectativas, salisteis juntos hacia la escuela. La nieve aún cubría las calles y el aire era fresco y limpio. Haru caminaba entre vosotros, mirando cada rincón del camino, como si ya comenzara a explorar este nuevo capítulo de su vida.
Al llegar a la escuela, Haru se quedó en silencio, observando el edificio lleno de niños yendo y viniendo, algunos corriendo y otros entrando con la misma mezcla de emoción y nerviosismo que él sentía. Parecía un poco abrumado, y sin soltar tu mano, miró a Levi en busca de apoyo.
Levi se arrodilló a su altura y le dio una palmadita en el hombro.
—Escucha, Haru. Solo tienes que ser tú mismo, y te aseguro que lo pasarás bien —le dijo Levi, su voz firme y segura—. Además, mamá y yo estaremos aquí para recogerte después.
Haru miró a ambos, y, tras un segundo de duda, soltó tu mano y asintió, con una determinación que te hizo sonreír. Tomó su pequeña mochila con ambas manos y se dirigió hacia la puerta de la escuela con paso decidido, aunque de vez en cuando echaba una mirada hacia atrás para asegurarse de que seguíais allí.
Al despedirse de vosotros, levantó la mano y, con una sonrisa tímida pero valiente, se despidió.
—¡Adiós, mamá! ¡Adiós, papá! —exclamó, tratando de sonar seguro, aunque en su voz se notaba la emoción.
Levi y tú os quedasteis de pie, observando cómo desaparecía en el interior del edificio. Había una mezcla de orgullo y nostalgia en vuestros corazones, sabiendo que Haru comenzaba su primer paso hacia una independencia que iría creciendo poco a poco.
—¿Tienes trabajo que hacer hoy, amor? —le dijiste, rompiendo el silencio y mirando a Levi con una sonrisa suave.
Levi te miró, pareciendo salir de sus pensamientos, y negó con la cabeza.
—Nada urgente hoy —respondió, deslizando una mano en la tuya.
—Entonces, ¿qué decidimos? —le dijiste, buscando sus ojos—. ¿Buscamos otra casa o reformamos la que tenemos? Hemos hecho de esta casa nuestro hogar, y si la reformamos, podemos hacerla a nuestro gusto. ¿No te parece mejor que andar buscando una nueva?
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LEVI X TU
RomanceTú y Levi sois los mejores amigos desde que teníais cinco años. Él se preocupa mucho por ti y te quiere, pero no lo confiesa ni lo demuestra porque tiene miedo al rechazo. Sólo es amable contigo, pero con los demás es un hombre frío.