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Lía refresca la página principal de noticias por cuarta vez en los últimos diez minutos.

Nada.

No hay noticias sobre su hermano, otra vez.

Ojalá su padre le diera más detalles de lo que sucede, pero compartir información con la menor de sus hijas no es algo que acostumbra hacer.

La poca información que supo fue filtrada a la prensa y alteró a todo Atlas: el hijo del alcalde fue secuestrado por rebeldes.

Su padre y la policía han mantenido todo el tema con el mayor secreto posible y, aunque Lía entienda la razón —después de todo los rebeldes están involucrados—, no entiende por qué no le cuenta lo que sabe sobre el paradero de su hermano a su propia familia.

Podría preguntarle a su madre y ella le diría lo poco que sabe, pero es consciente de que no sabe mucho más que ella. Su padre no comparte esa información ni con su omega, importándole poco el estado mental en el que se encuentra la madre de sus hijos.

La omega está tan preocupada por su hijo, que apenas es capaz de levantarse de cama, casi no come y mucho menos tiene energía para dedicarle un poco más de atención a su hija menor, aún así Lía nunca le reclamaría por ello. Sabe que su madre adora a Hyunjin, siempre lo ha cuidado y ha tratado de protegerlo, como él ha hecho con ellas. Debe ser difícil para una madre lidiar con una situación así.

Lía no puede tocar el tema con su ella sin sentirse culpable por hacerla llorar, así que decide averiguarlo por su cuenta.

Luego de dos semanas de silencio y cansada de las especulaciones de la prensa, se cuela en la oficina de su padre, y escondida en uno de los armarios, espera que el jefe de policía llegue.

Siempre fue observadora, característica que aprendió de su hermano. Así que prestó atención al protocolo de la policía para situaciones similares. Normalmente era un detective encargado el que aparecía en la casa de los familiares para ponerlos al tanto de los avances cada tres días, pero Hyunjin no es cualquier ciudadano, así que en lugar de un detective, es el Jefe de Policía y el Capitán del Guardia quienes aparecen en su casa para presentarle su informe al Alcalde, más que al padre de la víctima.

Lía entra en la oficina antes de que llegara su padre y espera durante cuarenta minutos hasta que la policía llega para presentar su informe.

Su espalda comienza a resentir la posición incómoda, pero permanece en silencio durante toda la reunión, que esta vez se extiende bastante.

—¿Qué han dicho? —La voz de Jaewon suena amortiguada y lejana, pero Lía tiene la sensación de que ha sonado distante toda la vida.

—Quieren que liberen a los nezo condenados este mes. —Informa el Jefe de Policía.

La risa de su padre suena hueca, frívola y casi malévola. Que le cause gracia la situación estremece a Lía, que agradece a Yeji por conseguirle los supresores para ese mes, de lo contrario su aroma estaría por toda la estancia y ni siquiera se quiere imaginar cuál sería el castigo de su padre por eso.

—Se están volviendo osados. —Dice Jaewon todavía riendo, como si le acabaran de contar el chiste mas gracioso de su vida, Lía casi puede verlo secándose las lágrimas de la risa—. ¿Quién envió el mensaje?

—Se cubrieron bien. —Responde el Capitán de la Guardia—. La señal receptada es del Norte, la Guardia barrió toda la zona, incautamos dos repetidores y tres nezo...

—Háganlos hablar. —Interrumpe el alcalde.

—Son niños. —Confirma el Capitán, y Lía puede decir por el tono de su voz, que está receloso por la reacción de su padre.

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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