18

502 74 16
                                    

El padre de Jeongin se encargó meticulosamente de suturar la herida de Changbin y de ocultarlos temporalmente hasta que la pierna del alfa sanara. Hyunjin, terco, se negó a regresar a casa hasta estar seguro de que estuvieran resguardados y a salvo.

Al llegar a su departamento, exhausto después de un día anormalmente agitado, se permite reflexionar sobre lo ocurrido. No sabe por qué Minho estaba ahí, pero sin duda le agradecerá toda la vida. Chan le dijo que lo había visto hablar con la policía y desviarlos hacia la avenida.

Poco antes de caer rendido, contestó los insistentes mensajes de Felix disculpándose por ignorarlo todo el día, pudo decirle que estaba tratando de mantener a su amigo con vida, pero decide omitir detalles.

La neblina cubre el suelo haciéndolo duda a cada paso. No hay más sonido que sus pisadas descalzas sobre lo que parece ser un charco en el suelo; está solo en la completa oscuridad, sintiendo frío por el agua helada. No sabe a dónde dirigirse así que continua andando adentrándose más en el agua. Se detiene cuando el nivel asciende hasta su cintura y decide regresar, nunca le ha gusta nadar en aguas desconocidas.

Entonces escucha un sollozo y frente a sus ojos un hilo dorado flota indeciso en varias direcciones hasta que se detiene en el lago iluminando el agua, Hyunjin intenta tocarlo pero el hilo pierde su brillo a medida que se hunde en el agua, dejándolo una vez más en completa oscuridad.

Se despierta agitado por el sonido de la alarma, o quizá por el sueño extraño que ha tenido. El alfa nunca ha sido supersticioso ni ha creído en los sueños pero ha sido bastante curioso. Además, la presión en su pecho que había estado sintiendo el día anterior -que atribuyó al miedo de perder a su amigo-, se intensificó. Le cuesta respirar y con dificultad, se levanta de la cama.

Llama a su asistente para informarle que no llegará temprano y que estará disponible en la tarde si alguien lo necesita.

Resopla mientras la opresión, que inicialmente era solo molesta, se convierte en un dolor incómodo. Sale de su departamento y decide tomar un taxi, no está seguro de poder conducir en esas condiciones.

Cuando llega al consultorio de su médico de cabecera está dispuesto a redactar su testamento, cree que está teniendo un infarto o algo parecido. Las enfermeras se alarman cuando le toman los signos vitales y llaman al doctor con urgencia.

El hombre canoso lo revisa preocupado, le inyecta algo que Hyunjin no pretende averiguar qué es, y pierde la consciencia.

No sabe cuánto tiempo estuvo inconsciente, no sabía decir si fue por lo que le dio el doctor o por el dolor, pero funcionó. Porque si bien, la opresión sigue ahí, ya no es tan intensa.

—Oh, ya despertaste, Hyunjinnie. —Le saluda el hombre con una sonrisa cuando entra a la habitación.

El doctor Eunseok ha tratado a Hyunjin desde que era un adolescente, le tiene mucho cariño.

—¿Cuánto tiempo me queda, doctor? Sea sincero conmigo, por favor.

La carcajada del doctor le desconcierta, es un tema serio.

—Siempre tan dramático. —Le remueve el cabello con cariño y se aleja para sentarse en la silla a un lado—. No te estás muriendo, Hyunjin.

—Ah, menos mal. Estaba pensando a quién heredarle mi colección de pinturas acrílicas, nadie las apreciaría como yo. —Coloca una mano en su pecho y deja salir un suspiro aliviado—. Entonces, ¿por qué me duele el pecho, doctor? Si no es un infarto ni un enfermedad terminal, ¿son gases?

—Por la luna, Hyunjin. ¿Qué cosas dices?

—Uno tiene que saber todas las posibilidades.

El doctor niega con una sonrisa antes de ponerse serio. Hyunjin lo imita sentándose mejor en la camilla, dejando de lado su actitud juguetona y espera que el mayor hable.

Atlas -  HyunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora