Capítulo XXIII

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   Colgué cuidadosamente el muérdago debajo de las escaleras con ayuda de la primera cinta que había encontrado.

   —Listo para besuquearme con Paul.

   Sonriendo caminando hacia la sala. Paul tenía puesto un sueter con renos que le había dado yo, y un pantalón pijama holgado que resultaba bastante cómodo. Estaba acomodando algunas luces en el árbol.

   Al estar cerca suyo lo abracé por la cintura y le di un beso en la mejilla.

   —Me encantas...

   —Cállate, estúpido. ¿Quieres que Yoko te oiga y que te pida el divorcio? No lo creo...

   —Está dormida. Kyoko y Julian también... Y Mike está metido de cabeza en su laptop, así que...

   —Así que nada. —Me interrumpió—. No voy a tener sexo contigo.

   —No importa que no quieras —le dije—. Me basta con estar así contigo y darte los besos que te mereces. Pero abrázame, amorcito, vamos...

   Paul se giró hacia mí y con un gesto de fastidio en su rostro, me abrazó.

   —Te amo.

   —¡Yoko! ¡Escucha lo que tu esposo me está diciendo!

   —¡Agh, tonto! Ayúdame a acomodar los obsequios en el árbol... —le pedí de pronto—. Tengo pésimas habilidades para organizar.

   —No sólo para organizar, John, sino para enamorar, para ser un buen esposo, para ser honesto, para ser responsable con sentimientos ajenos, para amar, para lidiar con una relación, para...

   —Ya.

   Paul miró mi rostro inexpresivo y soltó una audible carcajada. Tuvo que cubrirse la boca para amortiguar el sonido, y aún así, salió de manera tosca.

   Me reí al verlo reír.

   Seguramente eran suposiciones mías, pero sentía que Paul estaba comenzando a reír más seguido conmigo. Y aunque no dejaba de ser gruñón —cosa que me encantaba—, percibía un poco más de fluidez entre nosotros.

   Y eso me encantaba porque quizá, así cómo yo, Paul también disfrutaba estar conmigo.

   —Compré un obsequio para ti. ¿Por qué no lo abrimos de una vez?

   —Bueno...

   Me senté en el tapiz y comencé a sacar cuidadosamente los obsequios de debajo del sofá.

   —Ese es el de Julian... —le mostré a Paul una caja envuelta en un papel rojo—. Es la consola de video-juegos que me pidió.

   —Pensé que no se la habías comprado.

   —Sí, quería ver su reacción. —Carcajeé—. De todos modos tengo que conversar con él antes que decida usarla.

   —Hace un par de años le compré a Mike la suya —me comentó—. Y un método para que tenga una relación saludable es darle responsabilidades y deberes. No creo que Julian llegue a ese punto, pero de todos modos hazle entender que para todo hay un tiempo y que debe ponerse un horario para poder organizar su día. Ah, y tienes que buscar la forma de que se entretenga con otras cosas... Es decir que no sólo eso sea su método de diversión.

   Fui hacia él gateando, sujeté su cabeza entre mis manos y besé varias veces su frente. Luego sus labios.

   —Gracias por el consejo, amor. Te amo. Tú y yo podemos criar a Julian juntos.

   —¡Yoko! ¿¡Escuchaste eso!?

   —¡Agh, ya!

   Mientras que Paul organizaba y se reía, yo le extendí otro.

Once in a Lifetime ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora