Capítulo 27

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Nicole estuvo compartiendo con los amigos de Kylian y Zeus. Ezequiel parecía un alma libre y pura corriendo por todos lados. Ningún animal se le acercaba porque era un avestruz lo suficientemente grande e intimidante. Nicole se reía porque ella era la única que le llevaba comida y no tenía que pelear con otras mascotas para que lo dejaran comer. Ezequiel era una hermosa ave de color negro y llevaba puesto un corbatín verde que lo hacía ver apuesto. 

—Si tan solo me dejaras darte un besito —hizo pucheros, Ezequiel la miró y sí, salió detrás de Zeus—. ¡Ezequiel, no hagas eso! —gritaba, llamando la atención de todos.

Kylian se giró y observó cómo el bicho gigante de plumas venía a atacar a Zeus, que estaba comiéndose unos pasteles de zanahoria. Fue en cuestión de segundos cuando Zeus estuvo dispuesto a atacar a Ezequiel. 

—¡ZEUS! —su perro se detuvo, al igual que Ezequiel—. Ve a comer y deja a ese avestruz en paz.

Nicole se acercó a Ezequiel mientras lo miraba mal.

—Siempre me haces pasar vergüenza. Ya estás grande, Ezequiel. Vamos a casa con mis tíos. Estarás castigado. No puedes seguir así. Te voy a encerrar una semana. Era tu primera fiesta de cumpleaños con otras especies —lo miró de reojos—. No nos van a invitar a ningún lado otra vez. Era comida gratis...

Kylian vió como ambos se fueron y le causó ternura la manera en como Nicole iba regañando a Ezequiel.

—Límpiate la baba —bromeó Matt—. Deja saco un pañuelo.

—Da por terminada esta fiesta. Los quiero a todos fuera. Me cansaron con sus actitudes —miró a Zeus—. Hoy duermes en tu habitación. No puedes querer atacar a Ezequiel. No, bueno, si puedes, pero comerte a ese bicho nos alejará de Nicole. Aguanta un poco, capaz se muere en unos años. Es su mascota.

Zeus le empezó a refunfuñar mientras Kylian intentaba dialogar con su perro. Estaba completamente rebelde e indignado. Los terribles cuatro años habían llegado y el malhumor creció con su perro.

—No me contestes feo, Zeus. Solo debes aguantar a tu hermano por un tiempo. No seas tan impulsivo. Capaz un día él te agrede primero y Nicole lo reprenda a él y no a ti —y así los dos también se fueron a la mansión.

Matt negó con la cabeza y fue a despedir a los invitados. Su jefe y su señora eran tan parecidos y a la vez tan diferentes. Pero ahí iban con sus mascotas mientras los regañaban y les daban explicaciones que, por lo visto, entendían.

Un cuarteto de locos.

☆☆☆

Nicole terminó de darse un baño y se acostó en la cama, estaba agotada por todo lo que había trabajado ese día y cerró los ojos por un momento. Su vida había cambiado en tan poco tiempo y no se sentía mal por ello. Amaba cada uno de sus cambios y aunque su relación con Kylian era algo que solo ellos comprendían, ella se sentía segura y querida a su lado.

Las manos del mafioso empezaron a acariciar el cuerpo de Nicole por encima de la tela de su bata de seda. Ella soltó un suspiro y el aroma de Kylian llegó a su nariz. Olía a recién bañado también. Ambos estaban agotados, pero se tenían una promesa. El mafioso prometió no volver a tocarla hasta que su pierna estuviese bien, pero sus manos nunca dejaron de darle placer a su chica y ella tampoco a él. Era matador tener que aguantarse tanto, pero no quería lastimarla más de lo que ya estaba hace unos meses.

—Me matas cada día con ese bendito cuerpo pecador —le susurró, mordiendo el lóbulo de su oreja—. Tienes muchas deudas pendientes conmigo, señora.  

—¿Puedo pagar ahora? —abrió los ojos y se giró—. Oh, no puedo... le soy fiel a mi novio.

La sonrisa de Kylian se ensanchó y la sentó sobre él. Ella sonrió al sentir el miembro duro de su hombre. Nunca la dejó de desear, solo que ahora tenían un sentimiento que compartían. 

Se amaban.

Ella se inclinó hacia adelante para besarlo, Kylian la recibió devorando sus labios. Esa boca tan deliciosa que tenía ganas de ser comida. La lengua de ambos chocaba mientras sus respiraciones aceleradas eran lo único que se escuchaba. El corazón de Nicole iba sin control y Kylian sentía que no era suficiente cercanía para los dos. 

Le tocó sus preciosos pechos y le quitó la bata para dejarla solo con las bragas puestas. Él solo estaba en bóxer y ya se estaban deshaciendo de esa molesta prenda. Nicole quería darle atención a su amigo, pero tenía seis meses sin estar en el interior de la pelirroja, así que esa noche no se lo permitió.

—Hoy no, bonita. Hoy soy yo quien quiere sentirte. No mis manos y él no quiere sentir tu boca —dijo ronco.

La atrajo hacia él y arrancó sus bragas, haciendo que la ruptura los quemara a ambos. Acarició su intimidad con su miembro, dándole escalofríos a los dos. Nicole gimió ante la deliciosa sensación y, sin previo aviso, ingresó en ella.

—Kylian... —dijo con un poco de dolor, su frente cayó en la de él mientras se adaptaba a su tamaño. Era completamente diferente que tener solo dos dedos en ella.

—Tranquila, hermosa, aquí estoy —volvió a besarla mientras se movía lentamente en ella. 

Era jodidamente agobiante y al mismo tiempo satisfactorio. Ella empezó a gemir mientras montaba sobre él. Eran dulces gemidos llenos de pasión. Kylian aumentó el ritmo, uno al que ellos estaban acostumbrados. Duro, pero placentero. 

La penetraba mientras ella lo cabalgaba. Nicole sintió que su orgasmo estaba cerca, cuando un calambre le dió en su pierna. Kylian la vió fruncir el ceño y entendió que era incómoda la posición por los momentos. Se movió con destreza y volvió a ingresar en ella de forma dura, haciendo que el gemido de ella le diera más impulso. Estaban en forma de cucharita, mientras la acariciaba y penetraba a la vez. Nicole tembló entre sus brazos mientras su orgasmo la invadía.

—Mierda... —él quería durar más—, eres tan estrecha.

Se levantó de la cama, la arrastró y volvió el va y ven de emociones. Nicole estaba derretida entre el placer, el deseo y el amor. Su hombre la estaba llenando de las miles de maneras posibles. Pero le encantaba. No sabía cómo se llamaba ni en dónde estaba. 

Era todo lo que necesitaba.

—¿Qué somos, Nicole? —preguntó ronco, ella apenas podía pronunciar palabras.

—Somos... seres... ¡Kylian, ah! —gimió, al sentir la estocada dura del mafioso—. Seres humanos...

Él se estaba aguantando, pero estaba por llegar. Su interior también estaba apretando su polla, anunciando su próximo orgasmo.

—¿Qué somos, Nicole? —le preguntó con dulzura.

—Somos todo, Kylian... eres mío y yo soy tuya... —dijo entre gemidos.

—Eres mía, Nicole. Mía para siempre.

Unas estocadas más y ella se hizo agua en su miembro y Kylian, se vino dentro de ella. No les importó. Sus jugos se mezclaron a la perfección junto a los orgasmos de ambos. 

—Eres mía, Nicole —le dijo, cuando la besó.

—Eres mío, Kylian —le respondió, intentando recuperar su aire—. Vamos una vez más.

Él sonrió, pero estuvo de acuerdo.

—Lo hicimos en una cama —le recordó la escocesa.

—Y en Irlanda. Es un para siempre, Nicole.

—Dame duro como conejo —le ordenó.

—Y como un cajón que no cierra.

Se rieron y lo volvieron a hacer... toda la noche.

Educando al MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora