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Al día siguiente quedamos para cenar con Björn, Frida y Andrés en Jokers, el restaurante del padre de Björn. Dexter, Graciela, Eric y yo, tras saludar al simpático Klaus, nos dirigimos hacia la mesa que éste nos indica. Pedimos unas cervezas y comenzamos a charlar.

—Oh, Dios, me encanta la cervecita de Los leones.

—¿La Löwenbräu? —pregunta Eric.

Graciela asiente y, tras beber un trago, responde:

—Hace muchos años, cuando yo vivía en Chile, tenía un vecino cuyo padre era alemán y se hacía traer esta cerveza desde aquí. Hum, ¡está buenísima!

Dexter con una enorme sonrisa al verla tan feliz, pregunta:

—¿Te pido otra?

—Me encantaría.

Los miro. Vaya dos patas para un banco.

Ambos se gustan, pero ninguno da el primer paso. Bueno, Graciela lo ha dado y ahora es Dexter quien tiene que hacerlo. Estoy convencida de que lo desea, pero lo frena su condición. Lo que no entiendo es cómo es tan tonto. Sabe que ella conoce sus limitaciones y aun así él le interesa. Sinceramente, no le entiendo.

Cuando nos traen una nueva ronda de cervezas, brindamos y el buen humor reina entre nosotros, como siempre. En ese momento, veo que entra el guapísimo Björn acompañado por una mujer. ¿Quién será?

Él no nos ha visto todavía y puedo curiosear a gusto. La mujer, como era de esperar, es un cañon. Alta, taconazos, sexy, rubia y guapa, muy guapa.

Cuando su padre le advierte que lo esperamos y Björn se da la vuelta, nuestras miradas se encuentran y me guiña un ojo.

¡Qué gran amigo es!

—Eric, ha llegado tu amiguito —susurro divertida.

Mi rubio, al escucharme, se levanta de la mesa y, cuando esos dos titanes a los que tanto quiero se encuentran, se dan un largo y significativo abrazo. Se adoran. Acto seguido, Björn me abraza y murmura en mi oído:

—Bienvenida a casa, señora Zimmerman.

Yo sonrío y observo cómo su acompañante me mira con gesto poco amable. Por su actitud se ve que no se siente muy feliz con esta cena. Björn sigue su ronda de saludos y, tras estrecharle la mano a Dexter y presentarle éste a Graciela, pregunta:

—¿No han llegado Frida y Andrés?

—¡Estamos aquí! —dice pronto la voz de Frida.

Al oírla, doy un salto y corro hacia ella. Mi loca amiga viene dando saltitos y, tras abrazarnos, pregunta:

—¿Cómo va todo?

Separándome de ella, respondo:

—Genial. De momento no nos hemos matado.

Frida sonríe y ahora es Andrés el que me abraza y me achucha. Son todos tan cariñosos conmigo que no puedo parar de sonreír. Veo que conocen a Graciela de cuando han viajado a México.

Clavo la mirada en la rubia que, con cara de asquito, nos observa desde un lateral de la mesa y le digo a Björn:

—Haz el favor de ser caballeroso y presentarnos a tu acompañante.

Él, que está emocionado por esta reunión, se acerca a la desconocida y, cogiéndola por la cintura, dice:

—Agneta, te presento a mis amigos. Eric y su mujer Judith. Andrés y su mujer Frida y Dexter y su novia Graciela.

Uy... Uy..., lo que ha dicho.

Me entra la risa sin poderlo remediar.

Y antes de que Dexter lo aclare, Graciela mira al guapísimo Björn y dice:

Pídeme lo que quieras o déjameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora