A la mañana siguiente, Taehyung despertó en los brazos de Jungkook, sintiendo el calor de su cuerpo y el latido constante de su corazón contra su pecho. La luz suave de la mañana se filtraba por la ventana, bañando la habitación en un resplandor dorado que hacía que todo pareciera más cálido, más íntimo. Jeon lo abrazaba con fuerza, su respiración tranquila, aún sumido en un sueño profundo. Era como si, incluso en sueños, temiera que Tae pudiera desvanecerse de sus brazos.
Los recuerdos de la noche anterior volvieron en un torrente de sensaciones: los besos apasionados, las miradas llenas de devoción, y la forma en que se habían entregado el uno al otro sin reservas. Cerró los ojos por un momento, dejando que las emociones lo inundaran, sintiendo el peso de lo que había sucedido. Había sido perfecto, todo lo que había soñado, pero al mismo tiempo, una sombra oscura se extendía en su pecho.
No podía evitarlo; la realidad golpeaba con fuerza, trayendo consigo el recordatorio de que no podía ser egoísta. No podía atar a Jungkook a una vida incierta, a la posibilidad de un final trágico. Jungkook sabía que, aunque deseaba estar a su lado más que nada en el mundo, no podía permitirse que el amor los arrastrara a ambos a un destino incierto.
Jungkook, en muchos puntos de la noche, le había preguntado a Taehyung si debía detenerse, si realmente quería seguir adelante, pero el negó para que no se detuviera, se aferró a él y selló sus labios en respuesta. Una, dos, tres veces había escuchado esa pregunta, y en cada una se había rehusado, porque en el fondo, él también necesitaba de ese consuelo, de esa conexión, aunque supiera que al amanecer el peso de su decisión lo aplastaría.
Ahora, mirándolo dormir con el rostro apacible y vulnerable, comprendió que había tomado una decisión tan egoísta. Todo en él gritaba que debía haberse detenido, haber puesto un freno cuando aún era posible. Pero ahora era demasiado tarde. Había sellado la noche con una entrega que no dejaba espacio a arrepentimientos.
Taehyung suspiró, notando cómo su pecho se apretaba de dolor. La paz que había sentido durante la noche, esa sensación de plenitud que Jungkook había dejado en él, comenzaba a desvanecerse, dejando tras de sí el vacío de lo inevitable. Porque, aunque amaba a Jungkook con cada parte de su ser, sabía que no podía arrastrarlo. Le debía una vida plena, una en la que no tuviera que lidiar con sombras y tormentos ajenos.
Sabía que lo correcto hubiera sido mantenerse alejado, haber mantenido una distancia que había construido. Pero cada instante que pasó con Jungkook el día anterior lo había empujado a querer más, a desear un amor que él sabía que no podía permitirse. El amor que se tenían era un amor puro, tan profundo, que en otro mundo habría sido suficiente para ambos. Sin embargo, en el suyo, se sentía como una carga que solo conduciría a ambos hacia una tristeza inevitable.
Jungkook murmuró algo en sueños, aferrándose a él con más fuerza, y Tae sintió un nudo en la garganta. Lo miró, admirando la tranquilidad en su rostro, la paz que irradiaba al dormir. En ese momento, la contradicción en su corazón era casi insoportable: la necesidad de protegerlo y, al mismo tiempo, el anhelo de quedarse a su lado para siempre.
Con un suspiro, levantó una mano temblorosa y la pasó suavemente por el cabello de Jungkook, guardando en su memoria la sensación, el momento. Sabía tenía que elegir la decisión correcta, tendría que enfrentarse a la verdad, a una decisión que lo desgarraba por dentro. Pero por ahora, solo por un instante más, se permitió permanecer en los brazos de la persona que amaba, sintiendo la calidez que le brindaba un consuelo momentáneo en medio de la tormenta que se avecinaba.
Se quedó inmóvil, incapaz de apartar la mirada del rostro sereno de Jungkook. Era como si estuviera memorizando cada detalle, cada línea y cada sombra que la luz matutina dibujaba en su piel. Lentamente, su mano recorrió el contorno de su rostro, grabando en su mente cada lunar, cada pequeña imperfección que, para él, hacía que fuera perfecto. Sus dedos rozaron el borde de sus labios, esos mismos labios que la noche anterior habían susurrado promesas que él no podía cumplir.
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Panacea | KookV/KookTae
FanficDicen por ahí que la panacea es el remedio para cualquier mal, aquello que cura todo, incluso, prolonga indefinidamente la vida, una promesa de una vida libre de dolor y sufrimiento. Jeon, un joven de corazón cálido y compasivo, se encuentra con Tae...