Después de los sucesos ocurridos en la serie, el maestro Patada y su ex pupilo Manipulens regresan a su tiempo, envueltos en resentimiento y desconfianza por parte de ambos, el mayor trata de redimir a su ex alumno quien muestra estar en un dilema m...
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El rugido de un dragón resonó como un trueno, y la energía desbordante de la Primera Ministra consumió el campo de batalla. Su cuerpo se había fusionado en la criatura, una abominación majestuosa y aterradora. Las llamas celestes que danzaban a su alrededor iluminaban los rostros de los presentes con un resplandor abrasador.
Manipulens respiró profundamente, tratando de calmar el temblor en sus manos. —Un dragón... justo lo que nos faltaba. Es irónico, ¿no? __
El maestro, de pie a su lado, dejó escapar una risa breve mientras ajustaba su posición defensiva. —Bueno, quién soy yo para juzgar.__
— Pues esperemos poder lidiar con ello —replicó el de tez clara con una mirada afilada, tratando de enfocarse en la misión algo que el mayor noto.
Zeng Chao, mientras tanto, levantó su espada y apuntó al de tez clara con una mirada cargada de furia. —¡Ustedes no entienden lo que han hecho! —rugió, sus ojos destellando un dolor profundo—. Me arrebataron todo... ¡y ahora pagarán con sus vidas!
Mani se adelantó, enfrentándolo con firmeza. —¡No, tú perdiste todo cuando elegiste este camino! deten esta locura. ¡Mira lo que ella se ha convertido!
Zeng Chao no respondió, lanzándose hacia el morado con una furia desatada. Sus golpes eran rápidos y precisos, cargados de un poder casi sobrenatural. El morado apenas lograba mantener el ritmo, retrocediendo mientras trataba de bloquear cada ataque.
En otro extremo del campo, el de tez rojiza corría hacia el dragón. La criatura se alzó, desplegando sus inmensas alas mientras rugía, enviando una oleada de fuego que quemaba todo a su paso. el maestro rodó hacia un lado, levantándose desafiante.
—Vamos, se que aun puedes escucharme—Extendió las manos, poniendo sus brazos que lo protegió de un nuevo ataque de llamas. —¿Asi es como solucionas tus problemas? Con violencia y odio!?
El dragón rugió con más fuerza, lanzándose hacia él. El maestro esquivó con agilidad, disparando ráfagas de energía hacia sus ojos, intentando distraerlo.
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La lucha entre bandos de soldados Boshen y Tormenta se reanudo con energía caótica, Jing y Dai, aunque no eran luchadores, se abrían paso entre el caos. Las piedras brillaban con un resplandor en el bolso que cargaba Dai mientras Jing encontraba la única piedra faltante detrás de unos escombros.
Dai tomó la mano de su hijo, su voz temblando pero firme. —Jing, escúchame. No importa qué pase, tenemos que destruir esas piedras por el futuro de nuestro pueblo.
Jing asintió con los ojos llenos de miedo, pero también de coraje. — Se que aun tienes temor, pero gracias por estar conmigo, papá..
