Después de los sucesos ocurridos en la serie, el maestro Patada y su ex pupilo Manipulens regresan a su tiempo, envueltos en resentimiento y desconfianza por parte de ambos, el mayor trata de redimir a su ex alumno quien muestra estar en un dilema m...
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La oscuridad envolvía al maestro, su cuerpo flotando en un vacío donde la gravedad y el tiempo parecían carecer de influencia. El dolor tras la caída, las llamas y la batalla contra el dragón se desvanecían lentamente, dejándolo con una sensación de incertidumbre.
Entonces, un suave resplandor plateado comenzó a rodearlo, como un faro en medio de la nada. La luz tomó forma, delineando a una mujer de largo cabello plateado que parecía fluir como un río nocturno. Su piel brillaba como porcelana bajo la luz de la luna, y sus ojos, profundos y brillantes como estrellas, lo observaron con infinita ternura.
―Valiente guerrero, gracias a ti y a tus compañeros, el ritual lunar ha sido detenido y mi pequeña está a salvo ―dijo la figura con una voz que resonó como un eco en el vacío, dulce y serena.
Patada parpadeó, todavía intentando procesar lo que sucedía. La presencia de la mujer era sobrecogedora, pero cálida, como si cada palabra aliviara una parte de su ser.
―¿Quién eres? ―logró preguntar finalmente, su tono demostrando respeto.
―Soy Chang'e, la guardiana de la luna y madre de la pequeña bebe que salvaste ―respondió, inclinando ligeramente la cabeza. Su voz demostraba un peso solemne.
El nombre resonó en la mente del pelician .Había oído antiguas leyendas sobre Chang'e, la diosa que habitaba la luna, jamás imaginó estar en su presencia.
―No es por ser maleducado pero ¿Por qué colocaste las piedras lunares en la tierra? ―se atrevió a preguntar, reuniendo el coraje necesario―. Si alguien pidiera un deseo malvado antes ellas, el mundo sufriría . Por qué su afán de traer problemas a los humanos.
Chang'e bajó la mirada, sus manos delicadas uniéndose frente a ella.
―Las piedras lunares son fragmentos de mi esencia ―explicó con calma―. Fueron creadas para conectar el cielo y la tierra, un regalo para aquellos cuyos corazones estuvieran llenos de bondad. Pero el mundo terrenal es complejo, los corazones humanos pueden transformarse bajo el peso del deseo y la ambición.
Patada frunció el ceño, tratando de asimilar lo que decía.
―Entonces, ¿por qué arriesgarse a dejarlas en la tierra?
La diosa levantó la vista, su mirada cruzándose con la del rojizo. En sus ojos, había una mezcla de dolor y sabiduría.
―Los tratos entre dioses y las profesias mayores tuvieron que ver e incluso yo tuve que colaborar, luego de perder una contienda.―respondió suavemente―. Si las piedras fueran usadas con pureza, podrían traer luz incluso en los momentos más oscuros. Pero como todo en la vida, su uso depende de quien las posea.
Un silencio cayó entre ellos. Las palabras de Chang'e se sintieron como un bálsamo y una advertencia al mismo tiempo. Antes de que pudiera responder, la diosa continuó, su voz ahora cargada de emoción:
