Fragmento 19

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La triste historia de Cupido.

(Lea Riwoo) (22 años)
(130 a.c)

Los Mortales suelen decir entre ellos que el amor es doloroso, un dolor que por lo visto se desvanece en aquellos lugares de música ruidosa y bebidas  que adormecen tus sentidos que en muchas ocasiones tiene  un par de pastillas de colores de orígenes un tanto dudosos. Bares. Creo, es el nombre de aquellos lugares de origen exótico.

Como sea.

El dolor es resumido en pocas palabras como una sensación que causa un desgaste físico o emocional que va acompañado de un sentimiento bastante melancólico cuyo elemento perfecto que sella aquello son las lágrimas.

Pues bien, mi conocimiento acerca del dolor era prácticamente nula hasta que mis padres me tomaron sin previo aviso de la tierra para llevarme a los abismos de Ades, en donde cometieron un acto que nunca serían capaces de hacerme puesto que…. ¿Qué podría hacer enojar a mis padres si solo debo aprender mi lección en la tierra?

Amar no es un pecado o siquiera un delito.

Pero al parecer estaba bastante equivocada.

-Esperen- mencioné- No es lo que piensan, yo no..-

-Respeto- mencionó mi padre- Tu profesión no es un juego- apuntó su dedo índice hacia mi- Te advertimos de ello- hizo una señal al aire hacia abajo que hizo que yo callera de rodillas al suelo- Nos has engañado-

-Mentira- hablé-No he hecho visto nada como un juego-

-Hija- mencionó esta vez mi madre- Hacer tu trabajo aquí en nuestro tiempo y en cualquier línea del tiempo no está mal- se posicionó frente a mi para tomar mi mentón y obligarme a mirarla a los ojos- Pero sentir sentimientos en un tiempo equivocado con la persona incorrecta, solo hace que esto- me mostró mi arco- Sea una completa basura-

Soltó mi mentón con brusquedad para incorporarse y tomar entre sus manos aquel arco dorado que tenía bajo mi poder desde que tengo memoria, sin previo aviso ella terminó por presionarlo con enojo y rencor para partirlo en dos, algo que hizo que mi pecho doliera  de una manera inexplicable.

-Agh- me queje- No puedes…- pause debido al dolor que sentía en mi pecho- Hacerlo-

-Has olvidado que quien cede los poderes puede arrebatarlos- hablo una tercer voz- Lea-

De en medio de las penumbras emergió una sombra que lentamente al acercarse a nosotros reveló su rostro, el cual no me esperaba para nada ya que él había estado conmigo la mayoría del tiempo de mi estancia en la tierra, puesto que ser el chico que atiende la cafetería del pueblo le quedaba bastante bien.

Sin embargo no conté que estando de nuevo en un lugar como este volvería a ser quien naturalmente es.

-Nora- susurre- ¿Qué haces aquí?-

-Lo lamento- mencionó- Te dije que tarde o temprano se darían cuenta-

-¿Qué?- mencioné desconcertado- De que…-

-No renunciaste del todo- interrumpió mi padre- Así que para que creas que no estamos jugando y que lo único que debes hacer es aprender - dió un chasquido al aire- Te quitaremos lo único que falta-

Miré a mi padre quien ahora portaba una hoz de plata de la cual no conocía su existencia, una delicada hoz tan delgada que apostaba podría cortar hasta la más fina pluma de cualquier par de alas, tan afilada como para dejar un rastro de sangre, pero tan poderosa que a simple vista te hacía saber que debiste hacer algo completamente mal para estar frente aquella atrocidad que ningún ángel quisiera presenciar.

🖤PROYECTO 93🖤: En otra vida seremos lo que no pudimos ser. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora