#09- Kōfuku.

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-Sunagakure-

La grandiosa aldea oculta entre la arena, se encontraba ubicada en una especie de cráter en medio del desierto, quizá resultado de algún meteorito que cayó miles de años atrás...algo que sería lo más lógico, sus fronteras eran protegidas por gigantescas rocas y profundos acantilados,

muy al interior de la aldea se podían visualizar las múltiples estructuras, todas sus edificaciones parecían estar hechas de un único material...arena.

Parecía cómo si un diestro gigante constructor, hubiera construido un castillo inmenso de arena, dando forma a las casas aledañas y sus calles...

El Kazekage miraba desde la ventana del despacho, hacia el exterior...tenía los brazos cruzados sobre su pecho, su mirada verdeaqua, fija en un punto ciego, algo característico de él cuando enfocaba la vista en algo y en alguien.

A lo lejos Kankurō entrenaba con sus marionetas junto a Matsuri su aprendiz., los movimientos de ambos semejaban una danza que de ser real, sería mortífera.

Respiró con tranquilidad, disfrutando de la paz que lo albergaba, del silencio que lo rodeaba y del regocijo de no tener que soportar la manía de hablar cómo una cotorra de parte de cierta kunoichi de Konoha que no hacia más que parlotar en comentarios en contra del viento, la arena y todo lo que fuera Suna.

Yamanaka Ino se había convertido en un dolor de cabeza desde que puso un pie en Suna... Al principio siempre lo esquivaba, actitud sabia de parte de la kunoichi, algo en él le gustaba el todavía provocar algo de temor, pero la mujer se tomó la confianza demasiado rápido y comenzó a "ejercer" su "labor" cómo embajadora, criticando todo de manera muy abierta.

Por Kami-sama, él jamás había conocido una mujer tan superficial, sólo se quejaba de su cabello con puntas abiertas, de su piel reseca, bla bla bla... Por un segundo pensó que la Godaime de Konoha le tenía algún rencor, porque, cómo uno de sus últimos decretos, nombrarla de embajadora...debía ser por algo, quería vengarse de algo.

Así que, cómo gran estratega, aprovechaba, el conocer ahora el carácter impulsivo y agresivo de la kunoichi en cuestión, utilizando para ello la psicología a la inversa.

En el momento que el pájaro entró por la ventana con el mensaje de la frontera, Gaara había ideado una fácil manera para deshacerse de Ino...prohibirle salir de Suna.

Conociendo lo terca que era la rubia, podía asegurar que haría todo lo contrario a lo que él ordenó, Ino siempre demostraba que no era mujer de obedecer órdenes, se lo respetaba pero también usaría todo eso a su favor... Al momento que la vio salir corriendo hacia la puerta principal, llevando encima su equipo shinobi, suspiró, había logrado su objetivo.

Regresando al presente, siguió observando a los aldeanos, a los shinobi que montaban guardia, a las pocas aves que volaban contra el quemante sol y el fuerte viento.

Volvió a su escritorio, revisando las misiones que tenía que designar, la contabilidad que tenía que revisar y la literatura que quería leer pero no tenía suficiente tiempo de disfrutar... Un ave entró por la ventana, llevando en su pata un aviso...desenrrolló el pequeño papel y no pudo menos que enarcar una ligera e imperceptible sonrisa, eran buenas noticias de Konoha, avisando que el menor que se encontraba grave, se encontraba cada día recuperando sus fuerzas... No pudo menos que sentir alivio, él cómo Kazekage, sabía que la vida de shinobi implicaba el tener que poner la vida en riesgo en cada misión, pero le sería grato ver la sonrisa en el rostro de la mujer, madre del mocoso, que cada día se encaminaba y pedía audiencia, buscando alguna palabra que le asegurase que su niño se encontraba bien.

Gaara sentía compasión, imaginaba a su madre en ese estado, algunas ocasiones, al ver el rostro de las mujeres llorando por sus vástagos, pensaba que, quizá así se hubiera visto su madre.

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