A cómo se había dicho, el entrenamiento empezó a la primera hora del día siguiente.
Hiashi supervisaba el entrenamiento de sus hijas que sacaban de si lo mejor que tenían.
Hinata lograba un mejor dominio de las técnicas secretas de la rama principal del clan, haciendo de cada movimiento un arte, cuidando la delicadeza del jūken, y equilibrando la energía con el poder. La corriente de chakra en su mejor punto, Hiashi simplemente estaba impresionado ante el desempeño de la mayor de sus hijas, aquella de la que nunca esperó nada y exigió mucho.
Hanabi todavía tenía cierto fallo con ciertas técnicas, pero había logrado encontrar el detonante de su talento, la furia.
A lo lejos Neji estaba sentado, tomando una taza humeante de té verde, sus ojos cómo era habitual, cerrados, con el resto de sus sentidos al máximo... escuchando cada fallo que el sonido hacia llegar a sus oídos, y asintiendo levemente ante el sonido de técnicas bien ejecutadas.
El complejo Hyūga apenas y parecía ajeno a la celebración del festival que pronto se llevaría a cabo en Konoha, dedicándose a las labores cotidianas, los miembros del bōke, a servir, los del sōke, a entrenar, era la vida común dentro de esas paredes, de servir y no dar una sola opinión para unos, y tomar decisiones importantes para otros...y era exactamente lo que Hiashi hacia, decidir.
-Complejo Nara-
"Sin la mujer, los hombres no pueden nacer. Sin la mujer, los hombres van a la ruina. Incluso las más difíciles de las mujeres muestran su lado dulce para el hombre que ama y respeta"
Esas habían sido las palabras de su padre y Shikamaru por alguna razón las recordaba con total claridad.
Lo que no entendía era cómo Temari podía soportarlo...habían tenido recientemente una discusión y la embajadora de Konoha había roto con él, y el en su enojo sólo atinó a mencionar en más de una ocasión que era complicada, para luego quedarse bajo la sombra de un árbol, haciendo gala de su habitual pereza.
Ahora tenía que pensar en un futuro, y quizá ese futuro estuviera al lado de la Jōnin de Suna.
— Pareces una bolsa de basura toda caída... ¿Qué te pasó?
Ino Yamanaka, miembro de la segunda generación de la formación Ino-Shika-Chō, hizo acto de presencia en el territorio de su compañero, dedicándose por unos momentos, a ver la gran cantidad de ciervos que pasaban corriendo.
El territorio del Clan Nara era famoso por esa misma razón, por sus cientos de ciervos.
— Ah, eres tú...
— Esa no es la manera de recibir a tus amigos— dijo la Yamanaka volteando el rostro de una manera casi infantil.
— Que problemática.
Sin darle oportunidad de escapar, Ino torció una sonrisa y comenzó con un enorme relato de su vida actual en ese feo desierto conocido cómo Suna, y cómo el gilipollas de Kazekage que se cargan los de esa aldea, creía que podía dominar una voluntad tan valiente y férrea cómo la de ella.
Shikamaru escuchó el relato con cuidado, sin mostrar mucha importancia, pero usando su amplia inteligencia, dándose cuenta de un detalle, y decepcionándose de que Ino aún no hubiera logrado darse cuenta de la estrategia del godaime, Gaara del Desierto.
El Nara esperó con calma, que la eufórica rubia continuara y terminara su versión de los hechos y su alarde de rebeldía para luego sentarse, mirar fijamente a su compañera desde sus negros, calculadores, fríos ojos y negar.
— La estrategia de Gaara, no es otra, de que le lleves la contraria.
Ino parecía confundida ante las palabras de su antiguo compañero del equipo Sarutobi, y con una mirada de urgencia, le pidió una explicación más amplia.
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Fate
FanfictionReconocimiento. La única palabra que importaba, y que buscó por mucho tiempo, mas sin embargo jamas recibió, ni de sus parientes, ni de los que amaba...pero un evento cambiaría todo... ¿Qué pasaría si el destino insistiera en unir a dos personas ta...