#04- Hanabi.

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Dos semanas después de la boda entre Naruto-San y Sakura-san y Hinata seguía llorando. 

Hanabi no entendía porque su oneesan no podía superar al rubio, lo peor es que estaba por regresar, ese mismo día.

Trataba por todos los medios de sacarle una sonrisa, aunque sea una sonrisa pequeñita... ¡hasta había fingido ser una morsa jugando con un par de palillos! (cabe destacar que a solas y sin que ningún otro Hyūga la mirase haciendo ese ridículo)...pero sólo lograba que levantara la cabeza y la mirase con esos ojos tan apagados y sin vida.

De por si un Hyūga no tiene color en el iris ni pupila...y eso les costaba burlas en la academia ninja, a todos y cada uno de ellos...burlas que en su paso por ese lugar, había callado, golpeando a todos aquellos que le decían que tenía ojos de ciego.

Golpe, golpe, otro golpe; la pequeña Hyūga descargaba su frustración en el tronco de entrenamiento, ¿por qué no podía hacer ESO bien?... ¡¿Por qué no podía animar a su hermana?!

El entrenamiento de Hinata había disminuido su calidad, y si su Otō-san se enteraba, le daría un duro sermón, y vale, quizá se lo merecía por NO querer salir adelante y superar al Uzumaki y por NO tenerse un poquito de amor propio, pero no por no superarse; ella había sido testigo de la evolución y la superación de su hermana mayor y la admiraba, y deseaba ser tan fuerte como oneesan y le dolía verla tan deprimida.

A lo lejos su primo lanzaba golpes a otro tronco, claro está que movimientos enteramente memorizados ya que no podía ver; él no se rendiría, aunque en ocasiones y días grises, estuviera casi en el estado depresivo de Hinata...

¡Y es que la vida era difícil!

— La patada está débil— decía Ryu, un miembro del bōke que quién sabe con que poder logró que Hinata se levantara de su estado catatónico. Ya después le preguntaría cómo le hizo.— Intente poner más ímpetu, Hinata-sama

— Ha... Hai...

Hanabi se había detenido para ver el entrenamiento, y luego sintió una mano sobre su cabeza...su niisan estaba a su lado.

— Neji-niisan...

— Decidme— respondió un poco incómodo, con el ceño muy fruncído y una de sus manos cerrada en un puño.

— Estás muy incómodo.

Una mueca nada agradable se formó en el rostro de su primo, asi que decidió ver hacia...su hermana impactando contra el suelo.

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Por la tarde la comitiva de bienvenida estaba a las puertas, mientras el rubio cabeza hueca con hiperactividad y falta de sentido común entraba con una enorme sonrisa y sujetándo la mano de su esposa, Hanabi frunció el ceño... Konohamaru Sarutobi fue de los primeros en lanzarse a Naruto, vale que fuera popular y todo pero no tendrían que hacer semejante ridículo...

Y es que para Hanabi, Naruto no era más que un ciego y un baka, que jamás miró a su Oneesan y la estaba haciendo sufrir... ¡Y nadie tenía permitido dañar a su oneesan!... No importaba si era o no el héroe de Konoha y futuro Hokage, o un ninja renegado, o el mismisímo barrendero de las calles de la aldea... Nadie podía dañar a Hinata.

Bajó con agilidad del tejado para ponerse en el lado del camino, guardando toda la cortesía que la hasta el momento, futura heredera del clan del ojo blanco, debia tener; no obstante, al momento que Naruto la miró, aprovechó a verlo con la mirada más fría y fulminante existente... Ni siquiera Neji parecía tan aterrador como ella en ese momento, tanto que Naruto comenzó a reír nervioso mientras un escalofrío le recorría la espalda, poniendole la piel de gallina.

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