#11- Hokugun

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-Konoha-

Fuegos artificiales iluminaban el oscuro cielo, dejando leves chispas de distintos colores hasta que estas desaparecían, siendo reemplazadas por otras para terminar de la misma forma. Una corta existencia efímera.

Faltaba un poco más de una semana para el tan ansiado día del festival Rinne, y desde ese día, los aldeanos, shinobi e incluso el mismisimo rokudaime Hokage, estaban en el distrito de compras de la aldea, buscando algún obsequio con el que representar el afecto que sentían por los suyos.

TenTen habituaba a pasar con Rock Lee y Neji esas fiestas, desde dos años atrás, sólo con Lee, asi buscaba algunas armas, y estaba literalmente embelezada con unas finas espadas ninjas colgadas tras algunos adornos de la época, al final eran cómo regalar algo a la persona más importante en su vida. Ella misma.

Kakashi por su parte, buscaba kunais. Era lo que identificaba a la Mitarashi, asi que estaba pidiendo incluso que le grabaran algo a la hoja de acero.

Algo alejada del bullicio, Hinata sentada bajo un enorme árbol, observaba a las personas pasar, mientras abrazaba sus piernas y ocultaba la parte inferior de su rostro tras sus rodillas, moviendo sus opalinos ojos ante el movimiento.

Ella había hecho la compra más importante de todas muchísimos meses atrás, hilo rojo para tejer una bufanda que yacía rota en un muy cuidado cajón. Era irónico que ya no sirviera para nada. La enorme bola había quedado en su empaque, junto con los implementos de tejer.

También había comprado algo para Hanabi. Aunque ya estuviera grande, y ya casi fuera una chūnin, todavía era su pequeña hermana. Una hermosa muñeca esperaba en un elaborado empaque a ese día. También tenía un obsequio para su niisan.

A ella no le importaba tener que darlos casi a escondidas, o que parte del dinero de sus misiones se fuera en eso. El siemple hecho de dar algo a aquellos que sentía cercanos le era más que suficiente.

Se levantó, ya sintiendo el aire frío azotar en contra, volvería a la mansión, y trataría de dormir.

Iba casi suspirando, casi. Había desperdiciado mucho tiempo intentando ver al dueño de sus suspiros aparecer entre la multitud y este jamás apareció. Tenía de una buena vez que olvidarse de Naruto, él estaba casado, con Sakura, él amaba a Sakura, y por ello intentaba de todas las maneras posibles meterse la idea en la cabeza, aunque era difícil, pasó los últimos años de su vida admirando y amando en secreto a ese shinobi.

Por alguna razón, sus pasos se habían desviado, llevando directamente a la kunoichi al cementerio. Podría llamarlo casi cómo un acto simbólico para enterrar ese sentimiento que más que felicidad, le había acarreado tormento.

Pero no estaba sola. Lograba sentirlo, por inercia sacó una kunai, activando su byakugan en el proceso.

La visión periférica casi perfecta, analizaba cada centímetro del lugar, desde el leve movimiento de las hojas acariciadas por el viento, hasta los pequeños insectos que huían de sus depredadores naturales.

Al lado derecho, movimiento entre unos arbustos, estaba sopesando las opciones que tenía. Podía atacar, y asi quizá librarse de alguna amenaza, o esperar y verificar de quién se trataba.

Mientras la figura más se acercaba, más podía identificarlo, pronto bajó sus armas y volvió a guardarlas, suspirando de alivio por tener suficiente paciencia.

Hanabi se acercaba a paso lento, llevando de la mano a su niisan, seguramente le dirigía hacia la tumba de su sensei. Era casi una rutina, cada mes hacian eso.

— Konbanwa, Hinata-neesan— Saludó Hanabi al momento de verle.

— Imōto-san, Neji-niisan... ¿No, no es muy...tarde para...estar aquí?

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