Hanabi observaba con atención el movimiento de Yoshimi contra su compañero Takeshi, para ella, cada golpe era ineficiente y sin precisión.
Los dos menores habían preferido entrenar entre ellos, huyendo literalmente de la joven Hyūga, temiendo quedar tan mal heridos cómo la última vez. Eso no le molestaba en lo más mínimo, además, le daba tiempo para digerir lo que había pasado en la mañana y la petición que su otō-san le había hecho, antes de encerrarse en sus asuntos.
Los perlados ojos de la joven se perdieron en medio del cielo azul, observando con fijación lo oscuro que se tornaba. El frío se había apoderado desde semanas atrás de todo el país del fuego, y en Konoha había sido cómo el aviso de la celebración del famoso festival, había gente de un lado a otro comprando todavía un montón de cosas que al final ni usarían.
El ver el montón de adornos tontos y otras estúpidas cosas para obsequiar eran para ella era cómo una remembranza de lo idiota que había sido algunas horas atrás.
Ahora y con ese mismo frío, recordaba las palabras de su otō-san, y la enorme y gigantesca misión que le encomendó, una muy importante, era cómo poner el destino de cada uno de los Hyūga en sus pequeñas manos.
— Deberías estar entrenando— Dijo una voz tras ella, no necesitó de su byakugan para saber de quién se trataba.
— Estos dos miedicas me tienen miedo— Admitió, observando una vez más al cielo.
— Y por lo que veo, tampoco tienes motivación alguna para entrenar, ¿Me equivoco?
La joven Hyūga negó— Iie. Hay cosas que no comprendo. Esas cosas no me dejan pensar y si no pienso no quiero entrenar.
La Yūhi asintió, no necesitaba saber más. Para ella quizá todo se reducía a la ambición de la joven por el liderazgo del clan y su reciente decepción al saber que su oneesan sería quién tomara esa responsabilidad.
Nada más lejos de la realidad. Lo que Hanabi en realidad pensaba era tanto lo hablado con su padre en la mañana, cómo el lío que se estaba montando en la aldea y por su culpa.
Horas antes la Hyūga había encontrado al Uzumaki caminando por la calle, con un pequeño regalo entre manos, seguramente era un obsequio para su esposa, asi que se quedó hablando con él superficialmente, sin revelar detalles de sus verdaderas intenciones. Menuda situación e idiota ella misma por pedir consejos románticos al ninja más despistado de Konoha.
Uzumaki Naruto había gritado casi indignado por la idea de "conseguirle novio" a Hinata, alegando que le quitaban el derecho de elegir, y las miradas maliciosas de muchos a su alrededor no se hicieron esperar. Eso no podía significar nada bueno.
Uzumaki Sakura, en el momento que se acercó por el bullicio ocasionado por su rubio marido, también había mostrado su profunda decepción, sin mencionar al chico perro, Inuzuka Kiba, que en cuanto se enteró lanzó maldiciónes contra todo el clan Hyūga, llegando incluso a decir que se enfrentaría a Hyūga-Sama por pensar semejante estupidez.
Aburame Shino no dijo nada ante lo mencionado, pero a su alrededor se podía sentir una atmósfera pesada, llena de ira y el sonido de muchos insectos fastidiados...
Al final del día, la pequeña Hanabi había dado vueltas por casi toda la aldea, concentrada en la difícil misión encomendada por su progenitor, y en no saber siquiera cómo empezar.
— Kami me odia, esto es una misión imposible.
Lanzó una patada enojada, y luego se escuchó el sonido de una estructura caer, sólo para levantar la mirada y encontrar un ojo rojo cómo la sangre y uno violeta con varias escleroticas.
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Fate
FanfictionReconocimiento. La única palabra que importaba, y que buscó por mucho tiempo, mas sin embargo jamas recibió, ni de sus parientes, ni de los que amaba...pero un evento cambiaría todo... ¿Qué pasaría si el destino insistiera en unir a dos personas ta...