El filo de la noche era cruel, como una hoja fría que cortaba cada resquicio de mi alma. Tenía la camisa empapada en sangre ajena, las manos temblorosas no por el miedo, sino por la rabia que me quemaba por dentro. Santiago estaba muerto. Lo había matado con mis propias manos, con una calma tan devastadora que apenas parecía humana.
Pero esa victoria no sabía dulce. No cuando Alma estaba inconsciente, frágil y rota, en esa cama del hospital improvisado que había instalado en la mansión. No cuando todo lo que había hecho por ella aún no era suficiente.
Me quedé de pie frente a la cama, mirándola como si al observarla pudiera borrar cada herida que le habían infligido. Los monitores emitían pitidos rítmicos, pequeños recordatorios de que seguía viva, pero cada segundo sin que abriera los ojos era una tortura que me devoraba.
Finalmente, movió los dedos, apenas un leve espasmo, pero fue suficiente para que me acercara, casi tropezando con mi propia desesperación.
—Alma… —murmuré, mi voz rota, cargada de todo lo que no había dicho en semanas.
Sus pestañas temblaron antes de abrirse lentamente. Sus ojos se encontraron con los míos, cargados de confusión, miedo y algo que no podía identificar.
—Dante… —Su voz era un susurro, frágil y quebrada.
—Estoy aquí —dije, mi garganta apretándose mientras me sentaba a su lado—. Estás a salvo.
Ella intentó sentarse, pero el dolor la detuvo. La ayudé con cuidado, asegurándome de que no se lastimara más.
—¿Qué pasó? —preguntó, su voz apenas audible.
—Santiago ya no puede hacerte daño —respondí, mi tono más frío de lo que pretendía.
Su mirada se desvió, y pude ver las lágrimas formándose en sus ojos.
—Todo esto… todo lo que hiciste… ¿por mí?
Asentí, inclinándome hacia ella para que pudiera sentir la sinceridad en cada palabra.
—Por nosotros. Porque no hay nada en este mundo que no haría por ti, Alma.
Ella negó con la cabeza, lágrimas cayendo por sus mejillas.
—No puedo seguir así, Dante. Esto… este mundo tuyo, nos está matando.
Mis manos se apretaron en puños. Sabía que tenía razón, pero admitirlo era como aceptar una derrota que no podía permitirme.
—No voy a dejar que te pase nada más —le prometí, mi voz baja pero cargada de determinación—. Lo peor ya terminó.
—¿Y si no es así? —preguntó, su tono desesperado—. ¿Y si siempre hay alguien más, un enemigo nuevo, una amenaza diferente?
—Entonces los destruiré a todos —respondí, con una ferocidad que incluso me asustó.
Ella se giró hacia mí, sus ojos llenos de algo que no podía definir.
—No puedes arreglar esto con violencia, Dante. No puedes protegerme de todo.
—No me subestimes —respondí, inclinándome hacia ella, nuestras frentes casi tocándose—. Haré lo que sea necesario, Alma. Solo dime que no me dejarás.
Ella apartó la mirada, mordiendo su labio inferior como si estuviera luchando contra sus propios pensamientos.
—No quiero dejarte —dijo finalmente, su voz temblorosa—. Pero tengo miedo de lo que somos, de lo que podríamos destruir juntos.
—Entonces déjame demostrarte que podemos ser algo más. Que podemos salir de este infierno y encontrar un lugar donde solo seamos tú y yo.
Sus lágrimas cayeron más rápido ahora, y ella alzó su mano para tocar mi rostro, sus dedos trazando las líneas de mis cicatrices.
—Te amo, Dante… pero no sé si eso es suficiente.
—Es todo lo que necesito —le respondí, tomando su mano y presionándola contra mi pecho, justo sobre mi corazón—. Mientras me ames, Alma, puedo enfrentar cualquier cosa.
Ella cerró los ojos, inclinándose hacia mí, y en ese momento supe que, sin importar cuánto nos costara, nunca la dejaría ir. Porque ella era mi debilidad, pero también mi fuerza.
![](https://img.wattpad.com/cover/384282964-288-k816282.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Susurros en Llamas
RomanceAlma y Dante son dos almas intensas, unidas por un amor que arde tanto como destruye. Atrapados en un juego de pasión y orgullo, sus constantes enfrentamientos y reconciliaciones se vuelven el combustible de una relación llena de altibajos. Pero cua...