Muichiro tendrá un viaje para descubrir quién es, lo que quiere hacer y madurar lejos de casa, se enamorará de Genya, un alfa que le enseñará sobre la vida, lo cruda y bonita que es a la vez, y le quitará la venda de los ojos que lo mantenía cautivo...
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La nieve se siente más fría de lo normal, con un ambiente tenso y una brisa fuerte. Genya respira profundo antes de que su cuerpo termine de mutar, sus huesos crujiendo, la ropa rasgándose y el pelaje negro cubrir su cuerpo ante las miradas de sorpresa y miedo de los demás, pronto, transformándose en un gran lobo de ojos ámbar de casi tres metros. Gruñe desde lo más profundo de su garganta y luego aulla, recostándose en el suelo a la espera de su omega.
Muichiro traga saliva y mira la escena con sorpresa, jamás había visto o escuchado sobre un mutante. Temblando pero obedeciendo decide acercarse antes de sentir la manga de su kimono ser jalado con mucha fuerza, voltea para ver a Yuichiro negar con su cabeza y el rostro compungido como si le advirtiera de un peligro.
—¡No vayas con el, es peligroso, no sabemos de lo que es capaz un alfa con esas capacidades, Muichiro, es una orden! —le exige el omega mayor, pronto frunciendo el ceño.
—¡Hey, estás hablando de mi hermano, no se atrevería a lastimarlo! —se queja Sanemi, tratando se meterse en la conversación.
Yuichiro niega ferviente y aprieta los dientes ofuscado- ¡No me importa si es tu hermano o es su alfa, justo ahora es un lobo que desprende un olor de muerte!
Muichiro cambia su semblante a uno más frío, sus ojos serios y estoico antes de quitar el agarre de su gemelo de manera brusca, montándose en el lomo del enigma que se levanta dejándolo ver casi majestuoso con su aura salvaje, arriba, el rostro del omega menor reflejando superioridad.
—No necesito que me des órdenes, ya es algo que te dije y estoy cansado de la misma mierda, soy el rey también, así que no me digas lo que tengo que hacer con Genya —le contesta mordaz, antes de aferrarse al cuello del lobo.
—¡Muichiro!
El grito de su gemelo queda en segundo plano cuando el alfa corre lejos de allí, atravesando el espeso bosque en busca de un refugio para curarse.
—¡Abuelo, hay que buscarlo! —grita enfadado, siendo retenido por Sanemi que sostiene su cintura.
—Yuichiro, será mejor que los dejes en paz —dictamina el alfa con seriedad— creo que más pronto de lo que crees el entrenamiento va a culminar, por lo que veo no es necesario, vuelvan adentro y descansen por hoy.
Las órdenes son claras, la mayoría yéndose. Yuichiro baja la cabeza, avergonzado cuando las lágrimas caen de sus ojos sintiéndose herido. Sanemi levanta su rostro y limpia las gotas saladas con calma antes de darle un beso en la frente cargado de confort.
—Mírame, no tienes porqué estar así, mejor pasa que hace mucho frío, es suficiente por hoy, Muichiro estará bien... —consuela el albino bajo la mirada de Tomioka que recoge las espadas junto a Inosuke.
—No lo entiendes...
—¿Cómo no voy a entenderlo? Sé que es tu hermano, pero ¿y el mío? Fue traspasado por una espada y acaba de huir ¿crees que estoy mejor? —trata de que la rabia no escape en su voz, controlando su manera de hablar.
