CAPITULO 7

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Eran las nueve con quince y ya habían pedido un par de cafés. Petyr había escogido una pequeña e íntima mesa al lado de una ventana, casi al fondo de una cafetería muy bohemia, el lugar le había parecido interesante desde que llegó a Essex, así que fue el primer sitio en el que pensó para llevar a Alice. La calle estaba nevada aún, los paseantes usaban gorros y cálidas gabardinas, pero una imagen distinta atrapaba la atención de Petyr, los grises ojos de Alice.

—Doctor Northman... me pone nerviosa, ¿por qué me mira tanto? —preguntó un tanto nerviosa Alice.

—Espero no ofenderte, pero es que me pareces muy linda —respondió galantemente Petyr, sin dejar de verla ni un instante.

—Gracias, doctor —contestó Alice mientras sus mejillas se tornaban tan rojas como las servilletas de la cafetería.

—No agradezcas nada, solo deja de llamarme "doctor Northman", ya no estamos trabajando, llámame solo Petyr. Sé que no es el nombre más bonito del mundo, pero...

—Petyr es un lindo nombre, he visto como se escribe, se ve antiguo, como de otra época.

Petyr vio la expresión soñadora de Alice, esta le provocó ternura, pero si la había invitado a tomar ese café era por un fin, no solo para ver sus bellos ojos grises.

—Alice, tengo que admitir que si te invite a salir fue por dos motivos, el principal era para preguntarte sobre el doctor Torrence.

—¿Qué pasa con el doctor Torrence?

—Nada y a la vez muchas cosas. Me gustaría saber acerca de su alcoholismo, acerca de Leonard White y de Victoria Rice. ¿Hace mucho que eres su secretaria, Alice?

—Mucho, vivo en Essex desde que era adolecente y el doctor Torrence fue mi psiquiatra.

—Disculpa, ¿dices que fuiste su paciente?

Alice le contó a Petyr que ella venía de una familia acaudalada en Winsord, sus padres pensaron que tenía una enfermedad mental, ya que desde los trece años había dejado de hablar y a los dieciséis la llevaron a internar al sanatorio Mercy Grace. Por su nivel económico les pareció perfecto ese sanatorio, ya que se encontraba a más de dos condados de distancia, lo bastante lejos como para disimular su ausencia ante los conocidos con cualquier excusa y nadie la podría topar por accidente. Durante las terapias su médico, que casualmente fue el doctor Torrence (antes de ser director), se ganó su confianza y la logró convencer de que por manera escrita le confesara lo que la había orillado a dejar de hablar. Descubrió que Alice no estaba loca, si no que su padre y su tío abusaban sexualmente de ella y la amenazaban de muerte para así esconder sus terribles actos y por eso ella misma había decidido dejar hablar.

El doctor Torrence habló inmediatamente con la madre de Alice, esta se divorció al instante de su esposo dejándolo en la ruina, ya que la fortuna le pertenecía a ella, pero por miedo a los comentarios y a la prensa no hubo demandas de por medio. Alice permaneció por voluntad propia en el sanatorio por otros dos años más, después ya no quiso regresar a Winsord y su madre la comprendió.

Alice le dijo todo acerca de cómo el doctor Torrence le había ayudado, todo esto ya sin pena alguna, ella sabía que no había sido culpable de nada y no tenía de qué avergonzarse.

—Lamento mucho que hayas pasado por una situación así, nadie lo merece.

—Yo también lo lamento, pero aquello está en el pasado y para nada es lo que me define ahora.

—Cierto, y estoy seguro de que aprecias mucho al doctor Torrence por su ayuda.

—Sí, él es muy importante para mí, ha sido como un padre y es mi mejor amigo. Cuando empezó a tratarme a mí aún bebía, pero eso no menguaba su capacidad ni su profesionalismo y mucho menos su ímpetu por ayudarme a mí y a otros. Después lo dejó, pero recayó cuando el padre de Victoria se suicidó, paró de beber de nuevo y se ha mantenido sobrio desde entonces.

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