CAPITULO 20

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Petyr había consultado a las chicas en manera grupal y con el tiempo limitado, quería estar a tiempo para su cita con Violet, por ningún motivo deseaba darle motivos para estar a la defensiva, al menos no más de lo que al parecer estaba habitualmente.

Antes de retirarse del ala de mujeres, Petyr le comentó a Victoria que vería a su madre, a lo que ella contestó con una sonrisa divertida que no combinaba con su mirada llena de lástima hacia él. La paciente solo le dijo una palabra al doctor: "suerte".

Faltaban trece minutos para las doce, Petyr no podía dejar de mover su pierna debajo de su escritorio. Quería fumar un cigarrillo, pero no quería que el olor a tabaco fuera lo que recibiera a Violet Rice, no al menos directamente, ya que su oficina ya estaba impregnada con dicho olor.

Diez minutos antes de las doce, Petyr retiró el plástico a tres dulces de mantequilla y se los metió todos a la boca a la vez; tres minutos después, faltando ahora siete minutos para las doce, Andrew le habló por el intercomunicador.

—La señora Rice está aquí, doctor.

Petyr escupió los dulces al cesto de la basura, limpiándose los labios con el dorso de la mano y pensando que era una mujer en extremo puntual, ya que aún faltaban unos pocos minutos para la hora pactada.

—¡Hazla pasar, por favor! —respondió.

La señora Rice era una mujer bella, de tan solo un poco más de cincuenta años, al menos eso aparentaba, su caminar era firme, elegante y retador, su porte era el de toda una dama. Definitivamente era una mujer imponente e intimidante, bien podía haber pasado por una celebridad de los 50's, toda una diva de cabellos rojos, igual que Victoria.

—Buenas tardes, señora Rice, tome asiento.

—Gracias, doctor... ¿Northman?

—Sí, Petyr Northman. ¿Desea una taza de café, agua o algo para beber?

—No, gracias, doctor Northman. Por favor, sin más preámbulos, hablemos de mi hija y terminemos con el tema. He dejado cosas pendientes para venir a verlo, no deseo retrasarme más de lo necesario.

A Petyr definitivamente no le agradó la actitud de Violet, y mucho menos que tomara su cita y el hablar del caso de su propia hija como una pérdida de tiempo.

—Como usted diga. Tome asiento por favor —invitó con un gesto cortes.

—Mi hija empezó con esos absurdos sueños cuando... —comenzó Violet, abruptamente en cuando su peso reposo en el asiento frente a Petyr.

—Espere, señora Rice —la detuvo—. Eso no es lo que quiero saber.

Violet Rice nunca admitía estar sorprendida, así que solo tomó despacio un poco más de aire y endureció un poco más su postura, poniéndose aún más recta de lo que estaba en su silla.

—¿Disculpe, doctor?

—Lo que quisiera saber es otra cosa. ¿Cómo percibió usted los sueños de Victoria?

—¿Yo? —Violet dio un pequeño quejido a manera de risa ahogada—. Mi hija sueña con un hombre que no existe, lo sueña siempre. ¿Que cómo lo percibí? Al principio como algo precoz e inadecuado, después como lo que es, una locura.

—Está bien... —Petyr pensó muchas cosas cuando escucho la palabra "locura", palabra que, a pesar de su trabajo y de escucharla muy seguido, no le agradaba para nada; pero no hizo objeción alguna por el bien de la entrevista—. ¿Victoria fue la que le contó a usted lo que pasaba?

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