CAPITULO 22

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Petyr había pasado un día divertido con Suzzane, siempre se divertía con ella. Ella era el claro ejemplo de que la edad solo es un número, es algo efímero y circunstancial.

Antes de volver a casa, pararon por un café y por algo de descanso, y en el caso de Petyr, por algo muy cercano a la expiación.

—Ya pronto llegara el verano, Petyr —comenzó Suzzane, para abrir conversación—. Quizá aquí no sea tan intenso como en New York. ¿Tenías aire acondicionado en New York? —preguntó Suzzane mientras veía por la ventana a una madre con sus dos pequeños usando gorras para protegerse del sol. Pero Petyr estaba pensando en algo muy distinto al verano entrante.

—Debo terminar mi relación con Alice.

Suzzane se sorprendió del repentino cambio de tono y semblante de Petyr, todo el día había estado alegre y contento, y ahora se veía sombrío y apesadumbrado.

—No creo que termines por ella por el verano, ¿cierto?

—Suzzane... cosas pasan entre nosotros, cosas que nos separan. Estamos llegando a un punto sin retorno, y en mi caso yo ya lo pasé hace un tiempo.

—¿Pero que no la amabas? Dijiste incluso que la deseabas como esposa.

—Lo sé, y me siento un desgraciado por no seguir amándola, pero no es algo que yo planeara.

—No te sientas mal, el amor es una cosa misteriosa, una cosa que nos hacer dejar de ser nosotros y nos convierte en alguien más, alguien que... muchas veces hasta desconocemos.

—Suzzane, hay alguien más...

—Eso es lo más común, sin decir que no me sorprende.

—Tú la conoces.

—Eso tampoco me sorprende, conozco a casi todos en Essex.

—Es Victoria Rice —dijo Petyr en voz baja y acercándose a Suzzane.

—¡Eso sí me sorprendió! Galán, te creía más serio y profesional, y resultaste ser un Don Juan.

—Suzzane... —dijo Petyr en un suspiro entre apenado y frustrado.

—Calma, galán, no te culpo. La chica Rice es muy linda y, para serte honesta, nadie en el condado cree que esté loca, claro, a excepción de su madre... ¡Tu futura suegra!

Ambos rieron con ese último comentario. Petyr se sintió un poco más relajado y con menos peso en su conciencia, conversar con ella y contarle sus pesares siempre tenían esa agradable consecuencia.

—Aún no sé cómo se lo diré a Alice, ni cuándo lo haré.

—Ese sí es un problema. Alice me llamó hace muy poco para despedirse por si no tenía tiempo de hacerlo después, me dijo a detalle lo de su madre. Y vaya que sí tienes una encrucijada ahora. Si le dices antes de que se vaya, serás un desgraciado, y si le dices a su regreso, cuando su madre ya haya muerto, serás un desgraciado. Con cualquiera de las dos opciones quedas como un completo idiota.

—¡Suzzane! Se supone que me ayudes y me des esperanza.

—Petyr, galán, por más que quiera ayudarte y darte una esperanza, no podré. Resígnate, serás el idiota que abandonó a su novia antes o después de que su madre falleciera.

—Lo correcto en esta situación sería esperar un año y luego terminar con Alice, pero tampoco está bien dejar que esto crezca.

—Petyr, comprende, en esta situación no hay correcto o incorrecto.

Suzzane tenía toda la razón, no había correcto o incorrecto, solo había dolor y quizá arrepentimiento, y claro, convertirse en el idiota, como dijo ella también.

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