CAPITULO 29

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En el Mercy Grace, para antes del viernes a la hora de la salida, ya todo el personal sabia acerca de la fiesta de despedida de Alice Green, quien era mejor conocida como la rubia asistente del Director, la chica callada y extremadamente responsable, la que en su momento había sido una interna más del sanatorio donde ahora laboraba. Ahora se había convertido en un ejemplo de altruismo, rápidamente se esparció el rumor de todo el dinero que había heredado de su madre y lo que haría con la que había sido la casa de su niñez. Al igual que se había esparcido oficialmente el hecho de que ya no era la novia del doctor Northman, detalle que dio pie a un sinfín de rumores, por fortuna ninguno cierto, y a comentarios como... "Qué torpe el doctor Northman al dejarla, ahora Alice es muy rica". Pero a Petyr y a Alice nada de eso les importaba; ella con el tiempo había aprendido a cerrar sus oídos a palabras necias.

El jueves, un día antes de su fiesta de despedida, Alice se había presentado a su último día de trabajo en el Mercy Grace. Ese día solo había estado supervisando con mucha atención todo lo que hacía su remplazo, una chica llamada Shannon, muy capaz, seria y preparada, sin duda la mejor que Alice había entrevistado.

Esa tarde, después de poner en orden todos los papeles de su renuncia y dejar en claro los últimos detalles de la agenda del doctor Torrence, Alice pasó el resto de la tarde sentada frente a David, charlando como dos buenos amigos, igual como lo habían hecho ya muchísimas veces en el pasado.

—Aún no son las dos de la tarde, y aquí estás... —David suspiró con dejo de nostalgia, como el padre que ve a su hija casarse y que se da cuenta de que ya no es una niña; porque después de todo, Alice se había convertido en una hija para él—. Ya no hay papeleo que completar, ya no hay memorándums que enviar, ya no hay citas que programar, eres libre una vez más.

—David, ya hace mucho tiempo que soy libre —declaró Alice con dulzura en su mirar. Llamó a David por su nombre, cosa que solo hacía cuando estaban a solas y sabiendo que ningún compañero de ambos los escucharía, más que todo por respeto a su empleo y a su jefe. Pero ahora era distinto, ella ya no era asistente de David Torrence, o al menos ya no lo sería en unas pocas horas. Ahora ya no tenía por qué cuidar esos detalles y podía hablar con él tan libremente como deseara—. Tú me hiciste libre. Además, trabajar contigo jamás fue una atadura.

Ella veía el Mercy Grace no solo como un sanatorio mental, lo veía como un lugar para encontrar la paz, claro, si tenías al guía correcto como ella lo había tenido, y daba gracias por ello. Para Alice, el Mercy Grace había sido un santuario.

—Nunca olvides Essex, y nunca me olvides a mí, ¿quieres? —pidió con nostalgia David, ya que a él le pesaba más de lo que podía admitir la partida de Alice.

—¡David, jamás podría olvidarte, jamás! Tú has sido mi padre y mi amigo durante tantos años. Tú escuchaste mis secretos en su momento... así como yo escuché los tuyos.

—Cierto. Ambos tenemos un lazo inquebrantable. Nos curamos el uno al otro. A nadie le hubiera contado mis secretos de no haber sido a ti.

—Solo que tus secretos aún te atormentan, ¿verdad? —dijo sabiendo todo el peso que David cagaba sobre sus hombros.

—Sí —aceptó apesadumbrado pero agradecido de no tener que fingir lo contrario.

—¿Qué vas a hacer David? ¿Qué harás? —cuestionó Alice preocupada.

—No lo sé... soltar todo, eso sería lo más sensato y lo único correcto.

—¿Cuándo? ¿Cuándo todo explote en tu cara? Piénsalo bien. ¿Qué pasara con Jenny? Ella ya ha pasado por demasiado.

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