CAPITULO 12

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—¡No! ¡Esto está muy mal! —Petyr recobró el control de sus actos y se separó varios pasos de Victoria, la cual estaba sonriendo satisfecha y con una mirada resplandeciente.

—¿Mal? Hace mucho que no beso a nadie, pero no pensé que estaría tan mal —contestó Victoria de forma divertida.

—¡Sabes a lo que me refiero! ¡Soy tu doctor y tú, mi paciente! Esto no debió de haber pasado —dijo Petyr con el rostro desencajado por la confusión.

—Pero pasó y ya no hay nada que hacer al respecto, ¿o sí?

—Sí, me retiraré de tu caso.

—¿Qué? ¡No puedes hacer eso!

—¡Claro que puedo! Esta será nuestra última consulta —espetó Petyr mientras tomaba sus cosas del piso.

—¡Si dejas de consultarme moriré, Petyr! —dijo Victoria aterrada ante la posibilidad de no volver a ver a su doctor.

—No digas tonterías, pediré que le pasen tu caso a cualquier otro doctor, esto que acaba de pasar va mucho más allá de la falta de ética. ¡No puedo permitirme esta clase de faltas!

—Petyr, yo sé que hay algo entre nosotros, aun antes de hoy, algo de ti me atrae y sé que tú sientes lo mismo. ¡Solo te pido que no me abandones, Petyr! —imploró la pelirroja, tomando a Petyr del brazo con mirada suplicante—. Si me pides que no me vuelva a acercar a ti, comprenderé, pero no me abandones. Si me dejas moriré por dentro, más de lo que ya estoy.

—Estás confundida. Como te ayudo yo puede ayudarte cualquier doctor de aquí.

—¡Pero yo solo te quiero a ti!

Entonces Victoria de nuevo se plantó frente a Petyr, sosteniendo su rostro entre sus manos, y a pesar de que este se resistió al principio, más por deber que por otra cosa, por fin acaparó su mirada y volvió a besarlo. Esta vez fue un beso suave, tierno, pero igualmente apasionado. Despacio sintió como Petyr correspondía con su abrazo, él en realidad la deseaba, no solo de modo carnal, todo en ella lo hacía querer estar a su lado.

Petyr sintió un gran pesar interno, estaba traicionando la confianza de Alice, pero él en realidad quería estar justo donde estaba ahora, ahí y de esa manera.

Separó su boca de la de Victoria, su cabeza era un manojo de ideas revueltas; sus brazos no lo obedecieron cuando quiso dejar de abrazarla, lo que la mente ordenaba, el cuerpo no lo hacía. El simple hecho de dejar de besarla lo hizo sentir un doloroso hueco en su pecho, la necesidad por respirar su aliento era mucha y estar separado de sus labios ya le estaba pesando.

—Victoria... —dijo apenas en un susurro, con sus labios aún muy cerca de los de ella.

—Petyr, por favor, no lo digas.

—¿Qué cosa?

—Que la sesión de hoy ha terminado. —Petyr sonrió y ni siquiera supo bien por qué. Quizá solo estaba eufórico.

—Tenemos que salir de aquí en algún momento, sino vendrán a revisar que todo esté bien.

—¡Salgamos por la ventana! —dijo Victoria separándose de repente de Petyr, sonrió mientras tiraba de Petyr y se dirigía a ella, cuando un inesperado ataque de energía la invadió—. Podemos escabullirnos entre los edificios, yo me esconderé en la cajuela de tu auto y me llevarás a tu departamento, después puedes renunciar y llevarme contigo a donde sea. —Victoria se volvió para ver a Petyr de nuevo a los ojos—. ¡Podríamos ser felices!

—Victoria, jamás te había visto sonreír tanto y por tanto tiempo.

—¿Que dices? ¿Lo hacemos? —preguntó emocionada Victoria haciendo poco caso de la observación de Petyr.

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