CAPITULO 25

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Eran las seis con treinta de la tarde, Petyr estaba ya listo para ir al aeropuerto. Su cartera estaba en la mesita al lado de la puerta junto con sus llaves, las luces y la televisión apagadas. Sabía que debía de llegar temprano por si el vuelo se adelantaba, pero él seguía sentado en la orilla de su cama, sentía vergüenza y muchos nervios, ver a Alice no sería tan sencillo.

Veinte minutos más tarde aún no podía decidirse a levantarse y emprender el camino, estaba tentado a llamar a David y decirle que él fuera por Alice, pero esa solo sería una reacción infantil. Al día siguiente tendría que verla en la oficina, sin decir que eso también implicaba hablar con David, al cual había evitado por varias semanas ya.

A las siete en punto se obligó a ponerse en pie y salir de su departamento, encendió el auto y una idea atravesó su mente, alegrando momentáneamente su tarde. Eran pocos los metros entre su departamento y la casa de Suzzane, pero condujo hasta allá, apagó de nuevo el motor del vehículo y fue a tocar la puerta de la casa de su amiga. Llamó un par de veces, porque vio las luces encendidas, pero nadie abría. Antes de que tocara por tercera vez, Suzzane abrió la puerta.

—¡Galán! ¿Qué pasa?

—Vengo para ver si deseas acompañarme al aeropuerto, hoy llega Alice y... —Petyr esbozó una tremenda sonrisa, como queriendo comprar la confianza de Suzzane, pero esta ya lo conocía demasiado bien y era demasiado vieja (en su opinión) para esa clase de tretas.

—¡No! Debes ir solo a recoger a tu aún novia. No me llevarás como escudo —dijo Suzzane mientras apuntaba a Petyr con su dedo índice, como regañándolo, a la vez que Petyr ponía los ojos en blanco y echaba la cabeza hacia atrás. Esa era su pequeña manera de hacer berrinches y hacía muchísimos años que no lo hacía.

—¡Suzzane! Por favor, será divertido. ¡Puedo invitarlas a cenar también!

—Sí, sé que sería muy divertido y sé que puedes gastar dinero, pero no iré, no, señor. Tienes que verla a solas. Además, yo ya he cenado.

—Está bien —aceptó desilusionado por el fracaso de su plan.

Petyr se dio la vuelta para ir de nuevo a su auto, entonces Suzzane le habló desde la puerta de su casa:

—Petyr. —Este se giró a verla, con la esperanza de que cambiara de opinión y lo acompañara—. Sé amable, ten tacto, sé cortés y recuerda su reciente pena.

—Suzzane... sabes que no tendré el valor de terminar con ella hoy, ¿verdad?

—Sí, lo sé. Pero no estaba de más que lo recordaras.

—Nos vemos.

Petyr subió a su auto y lo encendió de nuevo, Suzzane entró a su casa a seguir viendo la película que su amigo había interrumpido, pero ya sin concentrarse, ahora estaba preocupada por él y por Alice. Para una mujer como ella, sola y con su familia en el cementerio, era fácil encariñarse con sus amigos, más cuando ellos eran tan jóvenes. Petyr por otra parte pensaba en lo afortunado que era al tener a Suzzane en su vida, ella siempre lo hacía sentir en casa, lo hacía sentir querido y bien recibido; desde que la conoció no hacía otra cosa más que agradecer por ello, ya que hacía mucho no tenía amistades así, como ella y como Andrew.

Mientras conducía hacia el aeropuerto encendió la radio, no reconoció ninguna canción de ninguna emisora, dejando por fin la estación con más comerciales que encontró, esto solo con el fin de no estar en silencio durante su trayecto. Evitó ver el retrovisor para no iniciar una conversación consigo mismo, aunque ya hacia un tiempo que no tenía una. El camino de su departamento al aeropuerto era de treinta minutos aproximadamente, Petyr pensó que sería un buen tiempo para pensar en qué diría o en cómo la saludaría, pero esos treinta minutos parecieron treinta segundos. Cuando menos pensó, ya estaba en la sala de espera, al lado de la puerta por donde Alice saldría.

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